La Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR), ha comentado, en una gacetilla, que la actividad inmobiliaria rural está transitando por un muy difícil momento en éste último mes del año, "el cual ha sido, sin ninguna duda, el más difícil de la última década, evidenciado en la fuerte caída de las operaciones realizadas".
Según la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR)
Las causas poseen un denominador común que las podríamos enumerar en forma enfática sin temor a equivocarnos:
- Las restricciones al mercado cambiario, conocido como el “cepo cambiario”, impiden que las operaciones inmobiliarias se realicen en dólares, imponiendo cambios de moneda en un mercado que históricamente cotizó en dólares.
- La Ley de Tierras que, a un año de su promulgación, aun no está operativa y no permite que el extranjero compre tierras, cualquiera sea su tamaño, utilidad, ubicación y uso.
- El sector agrícola–ganadero pese a los muy favorables mercados internacionales y las tasas internacionales bajas, no puede capitalizar esa situación mundial y se encuentra con un horizonte poco claro donde los estímulos son limitados.
La inversión en tierras y el resguardo de capital, sigue siendo una de las principales motivaciones del inversor al momento de adquirirlas. Pero queda claro que para atraer inversiones de largo plazo, hay que generar confianza, estabilidad y seguridad jurídica.
La parálisis del mercado inmobiliario rural no es propia, sino que surgió como consecuencia de los puntos mencionados precedentemente. Estamos convencidos que si se destraban los impedimentos que hoy persisten, el mercado volvería a trabajar en condiciones normales y habituales.
Para aquellos quienes todavía les queda alguna duda acerca de esta afirmación, solo basta mirar que sucede en otros países de la región, tales como Brasil, Uruguay, Bolivia, Perú e inclusive Colombia, en donde se hacen operaciones inmobiliarias rurales y donde la tierra productiva se incrementó durante el año entre un 7 y un 10 %.
En cambio en la Argentina, fueron muy pocas las operaciones realizadas consignando bajas de precio para las zonas centrales entre un 10 y un 15 % y para las zonas marginales extra pampeanas, hasta de un 30%, todos con relación a los valores máximos del año 2011.
La CAIR ve con preocupación esta situación que se extiende ya por un periodo de tiempo excesivamente prolongado. Esta “parálisis inmobiliaria” no ayuda fundamentalmente al desarrollo del país, ni a ninguno de sus actores, sean estos intermediarios u operadores del sector agropecuario y mucho menos a los inversores que desean seguir invirtiendo en tierras productivas. (CAIR).
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