Según informó
aciprensa, un resumen del discurso del Santo Padre fue leído este sábado 2 de
diciembre por el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin,
mientras que el
discurso completo
fue distribuido a los presentes.
Papa Francisco. | Crédito: Alessia Pierdomenico - Shutterstock Visto
en
aciprensa
“Lamento no poder estar reunido personalmente con ustedes, como hubiera
querido, pero me hago presente porque la hora es apremiante. Me hago
presente porque, ahora más que nunca, el futuro de todos depende del hoy que
escojamos”, sostuvo Francisco al inicio de su discurso.
“Me hago presente porque la devastación de la creación es una ofensa a
Dios, un pecado no sólo personal sino estructural que repercute en el ser
humano, sobre todo en los más débiles; un grave peligro que pende sobre
cada uno y que amenaza con desencadenar un conflicto entre generaciones”,
continuó.
En su mensaje a la COP28, instó a la reflexión sobre la elección entre
“una cultura de la vida o de la muerte” y llamó a la acción: “Les pido de
corazón: ¡escojamos la vida, elijamos el futuro!”. “¡Escuchemos el gemido
de la tierra, oigamos el clamor de los pobres, demos oídos a las
esperanzas de los jóvenes y a los sueños de los niños! Tenemos una gran
responsabilidad: velar porque no se les niegue el futuro”.-
Este 2 de diciembre, la Oficina de prensa de la Santa Sede
informó
que la salud del Papa Francisco ha mejorado y continúa recibiendo la
terapia adecuada. También anunció que recitará el Ángelus de forma
virtual, por precaución, mañana domingo.-
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CRACOVIA, 27 Jul. 16 / 10:07 am (ACI).- El Papa Francisco afirmó que el mundo actual está en guerra, pero no es una guerra de religiones, en declaraciones a bordo del avión que lo llevó de Roma a Cracovia para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se inició ayer.
El Papa Francisco en el avión rumbo a Cracovia. Foto: Alan Holdren
Visto en ACI Prensa
“Quiero aclarar una cosa: cuando hablo de guerra, hablo en serio de eso pero no hablo de guerra de religión. Es una guerra por el dinero, por los recursos, por la naturaleza, por el dominio”, dijo el Santo Padre a los periodistas con quienes llegó hoy a Polonia.
“Esta es la guerra. ¿Alguno piensa en la guerra de religión? No, todas las religiones quieren la paz. La guerra la quieren los otros. ¿Entendido?”, continuó.
FILADELFIA, 27 Sep. 15 / 03:47 pm (ACI).- El Papa Francisco pronunció la homilía de la multitudinaria Misa de clausura del Encuentro Mundial de las Familias que se ha realizado en esta ciudad con personas llegadas desde los cinco continentes. A continuación el texto completo del Santo Padre (Las cursivas son las palabras improvisadas del Pontífice):
Hoy la Palabra de Dios nos sorprende con un lenguaje alegórico fuerte que nos hace pensar. Un lenguaje alegórico que nos desafía pero también estimula nuestro entusiasmo.
En la primera lectura, Josué dice a Moisés que dos miembros del pueblo están profetizando, proclamando la Palabra de Dios sin un mandato. En el Evangelio, Juan dice a Jesús que los discípulos le han impedido a un hombre sacar espíritus inmundos en su nombre. Y aquí viene la sorpresa: Moisés y Jesús reprenden a estos colaboradores por ser tan estrechos de mente. ¡Ojalá fueran todos profetas de la Palabra de Dios! ¡Ojalá que cada uno pudiera obrar milagros en el nombre del Señor!
Jesús encuentra, en cambio, hostilidad en la gente que no había aceptado cuanto dijo e hizo. Para ellos, la apertura de Jesús a la fe honesta y sincera de muchas personas que no formaban parte del pueblo elegido de Dios, les parecía intolerable. Los discípulos, por su parte, actuaron de buena fe, pero la tentación de ser escandalizados por la libertad de Dios que hace llover sobre «justos e injustos» (Mt 5,45), saltándose la burocracia, el oficialismo y los círculos íntimos, amenaza la autenticidad de la fe y, por tanto, tiene que ser vigorosamente rechazada.
Cada vez que se ha podido hemos seguido en familia, y con devoción, las misas del papa Francisco en ésta gira. Como la de recién, que ofició en el Madison Square Garden de la ciudad de Nueva York, donde dedicó su homilía a los "ciudadanos de segunda categoría, los que esconden el rostro por carecer de derechos o tener una ciudadanía".
Nuevamente nos hemos impresionado con la admiración con que los habitantes de "The big Apple" (gran manzana) lo han acompañado en una intensa y sorprendente jornada, que incluyó el discurso en la Organización de las Naciones Unidas ONU y que se ha coronado con la misa en el Madison Square Garden, donde más de 20 mil personas participaron de la ceremonia. Minutos antes unas 80 mil personas acompañaron al papa Francisco en su peregrinaje por el Central Park.
Texto de la Homilía del Papa Francisco en Misa en Madison Square Garden
NUEVA YORK, 25 Sep. 15 / 05:33 pm (ACI).- El Papa Francisco pronunció la homilía de la Misa ante miles de personas en el emblemático Madison Square Garden en Nueva York. A continuación el texto completo en español de las palabras del Santo Padre:
Estamos en el Madison Square Garden, lugar emblemático de esta ciudad, sede de importantes encuentros deportivos, artísticos, musicales, que logra congregar a personas provenientes de distintas partes, y no solo de esta ciudad, sino del mundo entero. En este lugar que representa las distintas facetas de la vida de los ciudadanos que se congregan por intereses comunes, hemos escuchado: «El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz» (Is 9,1). El pueblo que caminaba, el pueblo en medio de sus actividades, de sus rutinas; el pueblo que caminaba cargando sobre sí sus aciertos y sus equivocaciones, sus miedos y sus oportunidades. Ese pueblo ha visto una gran luz. El pueblo que caminaba con sus alegrías y esperanzas, con sus desilusiones y amarguras, ese pueblo ha visto una gran luz.
TEXTO Y VIDEO: Discurso del Papa Francisco a la 70 Asamblea General de las Naciones Unidas.
Publicado por ACI Prensa.
NUEVA YORK, 25 Sep. 15 / 07:12 am (ACI).- El Papa Francisco llegó este viernes 25 de septiembre a la sede de la Organización de las Naciones Unidas y pronunció un histórico discurso en español ante decenas de líderes del mundo que participan de la 70° Asamblea General de esta organización. A continuación el texto completo del Santo Padre:
Una vez más, siguiendo una tradición de la que me siento honrado, el Secretario General de las Naciones Unidas ha invitado al Papa a dirigirse a esta honorable Asamblea de las Naciones. En nombre propio y en el de toda la comunidad católica, Señor Ban Ki-moon, quiero expresarle el más sincero y cordial agradecimiento. Agradezco también sus amables palabras.
Saludo asimismo a los Jefes de Estado y de Gobierno aquí presentes, a los Embajadores, diplomáticos y funcionarios políticos y técnicos que los acompañan, al personal de las Naciones Unidas empeñado en esta 70 Sesión de la Asamblea General, al personal de todos los programas y agencias de la familia de la ONU, y a todos los que de un modo u otro participan de esta reunión. Por medio de ustedes saludo también a los ciudadanos de todas las naciones representadas en este encuentro. Gracias por los esfuerzos de todos y de cada uno en bien de la humanidad.
Esta es la quinta vez que un Papa visita las Naciones Unidas. Lo hicieron mis predecesores Pablo VI en 1965, Juan Pablo II en 1979 y 1995 y, mi más reciente predecesor, hoy el Papa Emérito Benedicto XVI, en 2008. Todos ellos no ahorraron expresiones de reconocimiento para la Organización, considerándola la respuesta jurídica y política adecuada al momento histórico, caracterizado por la superación tecnológica de las distancias y fronteras y, aparentemente, de cualquier límite natural a la afirmación del poder. Una respuesta imprescindible ya que el poder tecnológico, en manos de ideologías nacionalistas o falsamente universalistas, es capaz de producir tremendas atrocidades. No puedo por menos que asociarme al aprecio de mis predecesores, reafirmando la importancia que la Iglesia Católica concede a esta institución y las esperanzas que pone en sus actividades.
La historia de la comunidad organizada de los Estados, representada por las Naciones Unidas, que festeja en estos días su 70 aniversario, es una historia de importantes éxitos comunes, en un período de inusitada aceleración de los acontecimientos. Sin pretensión de exhaustividad, se puede mencionar la codificación y el desarrollo del derecho internacional, la construcción de la normativa internacional de derechos humanos, el perfeccionamiento del derecho humanitario, la solución de muchos conflictos y operaciones de paz y reconciliación, y tantos otros logros en todos los campos de la proyección internacional del quehacer humano.
Todas estas realizaciones son luces que contrastan la oscuridad del desorden causado por las ambiciones descontroladas y los egoísmos colectivos. Es cierto que aún son muchos los graves problemas no resueltos, pero también es evidente que, si hubiera faltado toda esa actividad internacional, la humanidad podría no haber sobrevivido al uso descontrolado de sus propias potencialidades. Cada uno de estos progresos políticos, jurídicos y técnicos son un camino de concreción del ideal de la fraternidad humana y un medio para su mayor realización.
Rindo pues, homenaje a todos los hombres y mujeres que han servido leal y sacrificadamente a toda la humanidad en estos 70 años. En particular, quiero recordar hoy a los que han dado su vida por la paz y la reconciliación de los pueblos, desde Dag Hammarskjöld hasta los muchísimos funcionarios de todos los niveles, fallecidos en las misiones humanitarias, de paz y reconciliación.
La experiencia de estos 70 años, más allá de todo lo conseguido, muestra que la reforma y la adaptación a los tiempos siempre es necesaria, progresando hacia el objetivo último de conceder a todos los países, sin excepción, una participación y una incidencia real y equitativa en las decisiones. Esta necesidad de una mayor equidad, vale especialmente para los cuerpos con efectiva capacidad ejecutiva, como es el caso del Consejo de Seguridad, los organismos financieros y los grupos o mecanismos especialmente creados para afrontar las crisis económicas. Esto ayudará a limitar todo tipo de abuso o usura sobre todo con los países en vías de desarrollo. Los organismos financieros internacionales han de velar por el desarrollo sostenible de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que, lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia.
La labor de las Naciones Unidas, a partir de los postulados del Preámbulo y de los primeros artículos de su Carta Constitucional, puede ser vista como el desarrollo y la promoción de la soberanía del derecho, sabiendo que la justicia es requisito indispensable para obtener el ideal de la fraternidad universal. En este contexto, cabe recordar que la limitación del poder es una idea implícita en el concepto de derecho. Dar a cada uno lo suyo, siguiendo la definición clásica de justicia, significa que ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales. La distribución fáctica del poder (político, económico, de defensa, tecnológico, etc.) entre una pluralidad de sujetos y la creación de un sistema jurídico de regulación de las pretensiones e intereses, concreta la limitación del poder. El panorama mundial hoy nos presenta, sin embargo, muchos falsos derechos, y –a la vez– grandes sectores indefensos, víctimas más bien de un mal ejercicio del poder: el ambiente natural y el vasto mundo de mujeres y hombres excluidos. Dos sectores íntimamente unidos entre sí, que las relaciones políticas y económicas preponderantes han convertido en partes frágiles de la realidad. Por eso hay que afirmar con fuerza sus derechos, consolidando la protección del ambiente y acabando con la exclusión.
Ante todo, hay que afirmar que existe un verdadero «derecho del ambiente» por un doble motivo. Primero, porque los seres humanos somos parte del ambiente. Vivimos en comunión con él, porque el mismo ambiente comporta límites éticos que la acción humana debe reconocer y respetar. El hombre, aun cuando está dotado de «capacidades inéditas» que «muestran una singularidad que trasciende el ámbito físico y biológico» (Laudato si’, 81), es al mismo tiempo una porción de ese ambiente. Tiene un cuerpo formado por elementos físicos, químicos y biológicos, y solo puede sobrevivir y desarrollarse si el ambiente ecológico le es favorable. Cualquier daño al ambiente, por tanto, es un daño a la humanidad. Segundo, porque cada una de las creaturas, especialmente las vivientes, tiene un valor en sí misma, de existencia, de vida, de belleza y de interdependencia con las demás creaturas. Los cristianos, junto a otras religiones monoteístas, creemos que el universo proviene de una decisión de amor del Creador, que permite al hombre servirse respetuosamente de la creación para el bien de sus semejantes y para gloria del Creador, pero que no puede abusar de ella y mucho menos está autorizado a destruirla. Para todas las creencias religiosas, el ambiente es un bien fundamental (cf. ibíd., 81).
El abuso y la destrucción del ambiente, al mismo tiempo, van acompañados por un imparable proceso de exclusión. En efecto, un afán egoísta e ilimitado de poder y de bienestar material lleva tanto a abusar de los recursos materiales disponibles como a excluir a los débiles y con menos habilidades, ya sea por tener capacidades diferentes, discapacidades o porque están privados de los conocimientos e instrumentos técnicos adecuados o poseen insuficiente capacidad de decisión política. La exclusión económica y social es una negación total de la fraternidad humana y un gravísimo atentado a los derechos humanos y al ambiente. Los más pobres son los que más sufren estos atentados por un triple grave motivo: son descartados por la sociedad, son al mismo tiempo obligados a vivir del descarte y deben injustamente sufrir las consecuencias del abuso del ambiente. Estos fenómenos conforman la hoy tan difundida e inconscientemente consolidada «cultura del descarte».
Lo dramático de toda esta situación de exclusión e inequidad, con sus claras consecuencias, me lleva junto a todo el pueblo cristiano y a tantos otros a tomar conciencia también de mi grave responsabilidad al respecto, por lo cual alzo mi voz, junto a la de todos aquellos que anhelan soluciones urgentes y efectivas. La adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la Cumbre mundial que iniciará hoy mismo, es una importante señal de esperanza. Confío también que la Conferencia de París sobre el cambio climático logre acuerdos fundamentales y eficaces.
No bastan, sin embargo, los compromisos asumidos solemnemente, aunque constituyen, ciertamente, un paso necesario para las soluciones. La definición clásica de justicia a que aludí anteriormente contiene como elemento esencial una voluntad constante y perpetua: Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi. El mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado. Es tal la magnitud de esta situación y el grado de vidas inocentes que va cobrando, que hemos de evitar toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias. Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos.
La multiplicidad y complejidad de los problemas exige contar con instrumentos técnicos de medida. Esto, empero, comporta un doble peligro: limitarse al ejercicio burocrático de redactar largas enumeraciones de buenos propósitos –metas, objetivos e indicadores estadísticos–, o creer que una única solución teórica y apriorística dará respuesta a todos los desafíos. No hay que perder de vista, en ningún momento, que la acción política y económica, solo es eficaz cuando se la entiende como una actividad prudencial, guiada por un concepto perenne de justicia y que no pierde de vista en ningún momento que, antes y más allá de los planes y programas, hay mujeres y hombres concretos, iguales a los gobernantes, que viven, luchan, sufren, y que muchas veces se ven obligados a vivir miserablemente, privados de cualquier derecho.
Para que estos hombres y mujeres concretos puedan escapar de la pobreza extrema, hay que permitirles ser dignos actores de su propio destino. El desarrollo humano integral y el pleno ejercicio de la dignidad humana no pueden ser impuestos. Deben ser edificados y desplegados por cada uno, por cada familia, en comunión con los demás hombres y en una justa relación con todos los círculos en los que se desarrolla la socialidad humana –amigos, comunidades, aldeas y municipios, escuelas, empresas y sindicatos, provincias, naciones–. Esto supone y exige el derecho a la educación –también para las niñas, excluidas en algunas partes–, derecho a la educación que se asegura en primer lugar respetando y reforzando el derecho primario de las familias a educar, y el derecho de las Iglesias y de las agrupaciones sociales a sostener y colaborar con las familias en la formación de sus hijas e hijos. La educación, así concebida, es la base para la realización de la Agenda 2030 y para recuperar el ambiente.
Al mismo tiempo, los gobernantes han de hacer todo lo posible a fin de que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia, que es la célula primaria de cualquier desarrollo social. Este mínimo absoluto tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad de espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y todos los otros derechos cívicos.
Por todo esto, la medida y el indicador más simple y adecuado del cumplimiento de la nueva Agenda para el desarrollo será el acceso efectivo, práctico e inmediato, para todos, a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda propia, trabajo digno y debidamente remunerado, alimentación adecuada y agua potable; libertad religiosa, y más en general libertad de espíritu y educación. Al mismo tiempo, estos pilares del desarrollo humano integral tienen un fundamento común, que es el derecho a la vida y, más en general, el que podríamos llamar el derecho a la existencia de la misma naturaleza humana.
La crisis ecológica, junto con la destrucción de buena parte de la biodiversidad, puede poner en peligro la existencia misma de la especie humana. Las nefastas consecuencias de un irresponsable desgobierno de la economía mundial, guiado solo por la ambición de lucro y del poder, deben ser un llamado a una severa reflexión sobre el hombre: «El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza» (Benedicto XVI, Discurso al Parlamento Federal de Alemania, 22 septiembre 2011; citado en Laudato si’, 6). La creación se ve perjudicada «donde nosotros mismos somos las últimas instancias [...] El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que solo nos vemos a nosotros mismos» (Id., Discurso al Clero de la Diócesis de Bolzano-Bressanone, 6 agosto 2008; citado ibíd.). Por eso, la defensa del ambiente y la lucha contra la exclusión exigen el reconocimiento de una ley moral inscrita en la propia naturaleza humana, que comprende la distinción natural entre hombre y mujer (cf. Laudato si’, 155), y el absoluto respeto de la vida en todas sus etapas y dimensiones (cf. ibíd., 123; 136).
Sin el reconocimiento de unos límites éticos naturales insalvables y sin la actuación inmediata de aquellos pilares del desarrollo humano integral, el ideal de «salvar las futuras generaciones del flagelo de la guerra» (Carta de las Naciones Unidas, Preámbulo) y de «promover el progreso social y un más elevado nivel de vida en una más amplia libertad» (ibíd.) corre el riesgo de convertirse en un espejismo inalcanzable o, peor aún, en palabras vacías que sirven de excusa para cualquier abuso y corrupción, o para promover una colonización ideológica a través de la imposición de modelos y estilos de vida anómalos, extraños a la identidad de los pueblos y, en último término, irresponsables. La guerra es la negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente. Si se quiere un verdadero desarrollo humano integral para todos, se debe continuar incansablemente con la tarea de evitar la guerra entre las naciones y entre los pueblos.
Para tal fin hay que asegurar el imperio incontestado del derecho y el infatigable recurso a la negociación, a los buenos oficios y al arbitraje, como propone la Carta de las Naciones Unidas, verdadera norma jurídica fundamental. La experiencia de los 70 años de existencia de las Naciones Unidas, en general, y en particular la experiencia de los primeros 15 años del tercer milenio, muestran tanto la eficacia de la plena aplicación de las normas internacionales como la ineficacia de su incumplimiento. Si se respeta y aplica la Carta de las Naciones Unidas con transparencia y sinceridad, sin segundas intenciones, como un punto de referencia obligatorio de justicia y no como un instrumento para disfrazar intenciones espurias, se alcanzan resultados de paz. Cuando, en cambio, se confunde la norma con un simple instrumento, para utilizar cuando resulta favorable y para eludir cuando no lo es, se abre una verdadera caja de Pandora de fuerzas incontrolables, que dañan gravemente las poblaciones inermes, el ambiente cultural e incluso el ambiente biológico.
El Preámbulo y el primer artículo de la Carta de las Naciones Unidas indican los cimientos de la construcción jurídica internacional: la paz, la solución pacífica de las controversias y el desarrollo de relaciones de amistad entre las naciones. Contrasta fuertemente con estas afirmaciones, y las niega en la práctica, la tendencia siempre presente a la proliferación de las armas, especialmente las de destrucción masiva como pueden ser las nucleares. Una ética y un derecho basados en la amenaza de destrucción mutua –y posiblemente de toda la humanidad– son contradictorios y constituyen un fraude a toda la construcción de las Naciones Unidas, que pasarían a ser «Naciones unidas por el miedo y la desconfianza». Hay que empeñarse por un mundo sin armas nucleares, aplicando plenamente el Tratado de no proliferación, en la letra y en el espíritu, hacia una total prohibición de estos instrumentos.
El reciente acuerdo sobre la cuestión nuclear en una región sensible de Asia y Oriente Medio es una prueba de las posibilidades de la buena voluntad política y del derecho, ejercidos con sinceridad, paciencia y constancia. Hago votos para que este acuerdo sea duradero y eficaz y dé los frutos deseados con la colaboración de todas las partes implicadas. En ese sentido, no faltan duras pruebas de las consecuencias negativas de las intervenciones políticas y militares no coordinadas entre los miembros de la comunidad internacional. Por eso, aun deseando no tener la necesidad de hacerlo, no puedo dejar de reiterar mis repetidos llamamientos en relación con la dolorosa situación de todo el Oriente Medio, del norte de África y de otros países africanos, donde los cristianos, junto con otros grupos culturales o étnicos e incluso junto con aquella parte de los miembros de la religión mayoritaria que no quiere dejarse envolver por el odio y la locura, han sido obligados a ser testigos de la destrucción de sus lugares de culto, de su patrimonio cultural y religioso, de sus casas y haberes y han sido puestos en la disyuntiva de huir o de pagar su adhesión al bien y a la paz con la propia vida o con la esclavitud.
Estas realidades deben constituir un serio llamado a un examen de conciencia de los que están a cargo de la conducción de los asuntos internacionales. No solo en los casos de persecución religiosa o cultural, sino en cada situación de conflicto, como en Ucrania, en Siria, en Irak, en Libia, en Sudán del Sur y en la región de los Grandes Lagos, hay rostros concretos antes que intereses de parte, por legítimos que sean. En las guerras y conflictos hay seres humanos singulares, hermanos y hermanas nuestros, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, niños y niñas, que lloran, sufren y mueren. Seres humanos que se convierten en material de descarte cuando solo la actividad consiste solo en enumerar problemas, estrategias y discusiones.
Como pedía al Secretario General de las Naciones Unidas en mi carta del 9 de agosto de 2014, «la más elemental comprensión de la dignidad humana obliga a la comunidad internacional, en particular a través de las normas y los mecanismos del derecho internacional, a hacer todo lo posible para detener y prevenir ulteriores violencias sistemáticas contra las minorías étnicas y religiosas» y para proteger a las poblaciones inocentes.
En esta misma línea quisiera hacer mención a otro tipo de conflictividad no siempre tan explicitada pero que silenciosamente viene cobrando la muerte de millones de personas. Otra clase de guerra que viven muchas de nuestras sociedades con el fenómeno del narcotráfico. Una guerra «asumida» y pobremente combatida. El narcotráfico por su propia dinámica va acompañado de la trata de personas, del lavado de activos, del tráfico de armas, de la explotación infantil y de otras formas de corrupción. Corrupción que ha penetrado los distintos niveles de la vida social, política, militar, artística y religiosa, generando, en muchos casos, una estructura paralela que pone en riesgo la credibilidad de nuestras instituciones.
Comencé esta intervención recordando las visitas de mis predecesores.
Quisiera ahora que mis palabras fueran especialmente como una continuación de las palabras finales del discurso de Pablo VI, pronunciado hace casi exactamente 50 años, pero de valor perenne, cito: «Ha llegado la hora en que se impone una pausa, un momento de recogimiento, de reflexión, casi de oración: volver a pensar en nuestro común origen, en nuestra historia, en nuestro destino común. Nunca, como hoy, [...] ha sido tan necesaria la conciencia moral del hombre, porque el peligro no viene ni del progreso ni de la ciencia, que, bien utilizados, podrán [...] resolver muchos de los graves problemas que afligen a la humanidad» (Discurso a los Representantes de los Estados, 4 de octubre de 1965).
Entre otras cosas, sin duda, la genialidad humana, bien aplicada, ayudará a resolver los graves desafíos de la degradación ecológica y de la exclusión. Continúo con Pablo VI: «El verdadero peligro está en el hombre, que dispone de instrumentos cada vez más poderosos, capaces de llevar tanto a la ruina como a las más altas conquistas» (ibíd.). Hasta aquí Pablo VI.
La casa común de todos los hombres debe continuar levantándose sobre una recta comprensión de la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida humana, de cada hombre y cada mujer; de los pobres, de los ancianos, de los niños, de los enfermos, de los no nacidos, de los desocupados, de los abandonados, de los que se juzgan descartables porque no se los considera más que números de una u otra estadística. La casa común de todos los hombres debe también edificarse sobre la comprensión de una cierta sacralidad de la naturaleza creada.
Tal comprensión y respeto exigen un grado superior de sabiduría, que acepte la trascendencia de uno mismo, que renuncie a la construcción de una elite omnipotente, y comprenda que el sentido pleno de la vida singular y colectiva se da en el servicio abnegado de los demás y en el uso prudente y respetuoso de la creación para el bien común. Repitiendo las palabras de Pablo VI, «el edificio de la civilización moderna debe levantarse sobre principios espirituales, los únicos capaces no sólo de sostenerlo, sino también de iluminarlo» (ibíd.).
El gaucho Martín Fierro, un clásico de la literatura en mi tierra natal, canta: «Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera».
El mundo contemporáneo, aparentemente conexo, experimenta una creciente y sostenida fragmentación social que pone en riesgo «todo fundamento de la vida social» y por lo tanto «termina por enfrentarnos unos con otros para preservar los propios intereses» (Laudato si’, 229).
El tiempo presente nos invita a privilegiar acciones que generen dinamismos nuevos en la sociedad hasta que fructifiquen en importantes y positivos acontecimientos históricos (cf. Evangelii gaudium, 223). No podemos permitirnos postergar «algunas agendas» para el futuro. El futuro nos pide decisiones críticas y globales de cara a los conflictos mundiales que aumentan el número de excluidos y necesitados.
La laudable construcción jurídica internacional de la Organización de las Naciones Unidas y de todas sus realizaciones, perfeccionable como cualquier otra obra humana y, al mismo tiempo, necesaria, puede ser prenda de un futuro seguro y feliz para las generaciones futuras. Y lo será si los representantes de los Estados sabrán dejar de lado intereses sectoriales e ideologías, y buscar sinceramente el servicio del bien común. Pido a Dios Todopoderoso que así sea, y les aseguro mi apoyo, mi oración y el apoyo y las oraciones de todos los fieles de la Iglesia Católica, para que esta Institución, todos sus Estados miembros y cada uno de sus funcionarios, rinda siempre un servicio eficaz a la humanidad, un servicio respetuoso de la diversidad y que sepa potenciar, para el bien común, lo mejor de cada pueblo y de cada ciudadano. Que Dios los bendiga a Todos. / Publicado por ACI Prensa.--
Papa en la ONU USA, durante su discurso en la 70° Asamblea General de esta organización
Imagen: Captura de pantalla de vídeo en YouTube, de Vatican
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WASHINGTON D.C., 24 Sep. 15 / 09:55 am (ACI).- El Papa Francisco se convirtió esta mañana en el primer Pontífice en hablar ante el Congreso de Estados Unidos de América. A continuación el histórico discurso que pronunció ante los representantes de los estadounidenses:
El papa Francisco brinda un histórico discurso en el Congreso de Estados Unidos. Imagen: Captura de pantalla de vídeo en YouTube, de vatican
Señor Vicepresidente,
Señor Presidente,
Distinguidos Miembros del Congreso,
Queridos amigos:
Les agradezco la invitación que me han hecho a que les dirija la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en «la tierra de los libres y en la patria de los valientes». Me gustaría pensar que lo han hecho porque también yo soy un hijo de este gran continente, del que todos nosotros hemos recibido tanto y con el que tenemos una responsabilidad común.
Cada hijo o hija de un país tiene una misión, una responsabilidad personal y social.
La de ustedes como Miembros del Congreso, por medio de la actividad legislativa, consiste en hacer que este País crezca como Nación. Ustedes son el rostro de su pueblo, sus representantes. Y están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común, pues éste es el principal desvelo de la política.
La sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo. La actividad legislativa siempre está basada en la atención al pueblo. A eso han sido invitados, llamados, convocados por las urnas.
Se trata de una tarea que me recuerda la figura de Moisés en una doble perspectiva. Por un lado, el Patriarca y legislador del Pueblo de Israel simboliza la necesidad que tienen los pueblos de mantener la conciencia de unidad por medio de una legislación justa. Por otra parte, la figura de Moisés nos remite directamente a Dios y por lo tanto a la dignidad trascendente del ser humano. Moisés nos ofrece una buena síntesis de su labor: ustedes están invitados a proteger, por medio de la ley, la imagen y semejanza plasmada por Dios en cada vida humana.
El Papa “hijo de inmigrantes” defiende en la Casa Blanca libertad religiosa y matrimonio. Publicado por ACI Prensa.
WASHINGTON D.C., 23 Sep. 15 / 10:40 am (ACI/EWTN Noticias).- En su primer discurso en Estados Unidos, el Papa Francisco defendió el derecho de la libertad religiosa como especial preocupación de los católicos en el país y aseguró que irá al Encuentro Mundial de las Familias a apoyar la institución del matrimonio y la familia en “este momento crítico de la historia”.
La ceremonia, que fue seguida por unas 10 mil personas dentro del South Lawn de la Casa Blanca y por otras miles más en las afueras, tuvo una duración de unos 45 minutos.
Luego de escuchar las palabras de bienvenida del Presidente Barack Obama, el Papa Francisco agradeció la acogida y afirmó que “como hijo de una familia de inmigrantes, me alegra estar en este país, que ha sido construido en gran parte por tales familias”.
El Papa Francisco pronunció en la ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca. Imagen: Captura de pantalla del vídeo en YouTube. De ACI TV
El Papa dijo que espera “escuchar y compartir muchas de las esperanzas y sueños del pueblo norteamericano”, al tiempo que detalló sus expectativas para los principales actos de su programa.
Sobre su visita al Congreso dijo que espera “como un hermano de este país, transmitir palabras de aliento a los encargados de dirigir el futuro político de la Nación en fidelidad a sus principios fundacionales”.
Asimismo, aseguró que irá a Filadelfia “con ocasión del Octavo Encuentro Mundial de las Familias, para celebrar y apoyar a la institución del matrimonio y de la familia en este momento crítico de la historia de nuestra civilización”.
El Papa dijo que “los católicos estadounidenses, junto con sus conciudadanos, están comprometidos con la construcción de una sociedad verdaderamente tolerante e incluyente, en la que se salvaguarden los derechos de las personas y las comunidades, y se rechace toda forma de discriminación injusta”.
Explicó que a los católicos les preocupa “que los esfuerzos por construir una sociedad justa y sabiamente ordenada respeten sus más profundas inquietudes y su derecho a la libertad religiosa. Libertad, que sigue siendo una de las riquezas más preciadas de este País”.
“Todos estamos llamados a estar vigilantes, como buenos ciudadanos, para preservar y defender esa libertad de todo lo que pudiera ponerla en peligro o comprometerla”, dijo el Papa.
El Pontífice también se refirió a la importancia del cuidado de la creación, de la “casa común”, tema de su última encíclica Laudato Sí’, resaltando además la importancia de cuidar de los más frágiles.
“Nuestra casa común ha formado parte de este grupo de excluidos, que clama al cielo y afecta fuertemente a nuestros hogares, nuestras ciudades y nuestras sociedades. Usando una frase significativa del reverendo Martin Luther King, podríamos decir que hemos incumplido un pagaré y ahora es el momento de saldarlo”.
Papa Francisco llega a Estados Unidos para primera visita al país. Por Scott Malone y Philip Pullella, publicado por Reuters.
BASE ANDREWS, EEUU (Reuters) - El Papa Francisco aterrizó el martes en Estados Unidos para llevar a Washington su mensaje de que el poder y la riqueza deben usarse para servir a la humanidad y no al revés.
Un avión de Alitalia, procedente de Cuba, tocó tierra en la Base Andrews en las afueras de Washington llevando al jesuita argentino líder de 1.200 millones de católicos.
El papa Francisco brinda una conferencia de prensa a bordo del "Pastor one", el vuelo AZ 4001 de Alitalia que lo llevaba a Estados Unidos
Imagen: Captura de pantalla de vídeo en YouTube, de Elisabetta Piqué. La foto no corresponde a la nota de Reuters
Escolares que se reunieron en la pista para recibir al Sumo Pontífice de 78 años cantaban mientras el avión descendía: "Queremos a Francisco, lo queremos. Queremos a Francisco ¿y ustedes?".
Tras su visita a Ecuador, Bolivia y Paraguay, en un viaje en el cual realizó fuertes mensajes contra la desigualdad, el papa Francisco realizó hoy su última misa en Paraguay.
Frente a más de un millón de personas, el papa propuso hoy pasar "de la lógica del dominio, del aplastar y manipular, a la lógica del acoger, recibir y cuidar" al prójimo.
"Hospitalidad con el que no piensa como nosotros, con el que no tiene fe o la ha perdido, con el perseguido, con el desempleado, con las culturas diferentes, de las cuales esta tierra es tan rica y con el pecador"
El Papa se despide de fieles de Sudamérica con masiva misa.
Por Daniela Desantis, publicado en Reuters.
ASUNCIÓN (Reuters) - El Papa Francisco se despidió el domingo de los feligreses de Sudamérica con una masiva misa en las afueras de Asunción, en el último día de una gira en la que abogó por los pobres y marginados, fustigó la corrupción, y condenó el capitalismo salvaje.
Más de un millón de personas se congregaron desde el sábado en un campo de la Fuerza Aérea cubierto de lodo, en el que el Pontífice ofició su última ceremonia religiosa antes de regresar a Roma y pidió a todos abrir los corazones al prójimo.
"Cuanto bien podemos hacer si nos animamos a aprender el lenguaje de la hospitalidad (...) hospitalidad con el que no piensa como nosotros (...) con el perseguido, con el desempleado. Hospitalidad con las culturas diferentes, de las cuales esta tierra paraguaya es tan rica", dijo el Papa.
El Papa visitó Ecuador y Bolivia antes de concluir la gira en el conservador Paraguay, el país con mayor porcentaje de católicos en Latinoamérica en el que la Iglesia mantiene una gran influencia en todos los ámbitos.
Muchos fieles caminaron kilómetros bajo la llovizna para acceder al campo, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad con policías, bomberos y militares con armas largas. Otros durmieron sobre cartones, pequeñas mantas o colchones inflables sobre el lodo durante la vigilia.
"Estoy super feliz de estar acá y estoy seguro de que el Papa va a hacer un milagro y me voy a curar", dijo Luis, un niño de 10 años que sufre cáncer de pulmón y vino de la localidad Presidente Franco, a casi 400 kilómetros de Asunción.
El Papa argentino encabezó la misa frente a un imponente retablo hecho por un conocido artista local con más de 30.000 espigas de maíz, mil calabazas y 200.000 pequeños cocos en los que los feligreses escribieron sus nombres o deseos para ser bendecidos.
En la ceremonia estuvieron presentes el presidente paraguayo Horacio Cartes y su colega de Argentina, Cristina Fernández, quien llegó al país el sábado al igual que miles de sus compatriotas. No está previsto un encuentro privado entre Francisco y la mandataria.
Antes de la misa, el Papa visitó el Bañado Norte, un barrio pobre en la ribera del río Paraguay que se inunda periódicamente en esta época, donde saludó a ancianos y discapacitados y escuchó los problemas de los pobladores.
Más tarde el domingo, Francisco se reunirá con jóvenes en el centro de Asunción antes de partir hacia el aeropuerto para regresar a Italia. / Por Daniela Desantis, publicado en Reuters. (Reporte adicional de Mariel Cristaldo y Philip Pullella. Editado por Pablo Garibian).--
El Papa insistirá en su mensaje de inclusión social en gira por América Latina. Reed Johnson en São Paulo y Francis X. Rocca en Ciudad del Vaticano, publicado en The Wall Street Journal.
El papa Francisco mostrará su preocupación por los pobres y los olvidados de América Latina durante un viaje a su continente de origen a partir de este fin de semana, como lo hizo cuando era un joven jesuita hace varias décadas.
En una gira por Ecuador, Bolivia y Paraguay que durará una semana, se prevé que el primer papa latinoamericano insista en su llamado a una revolución cristiana no violenta contra las “causas estructurales” de la desigualdad y la degradación medioambiental, y que intente revertir el declive de la participación de los feligreses en la iglesia católica en la región.
Hasta la elección de los destinos parece simbólica: tres países con grandes poblaciones indígenas que a menudo quedan relegadas a un lugar secundario, aún en América del Sur. De forma significativa, no visitará su Argentina natal, un país extenso y relativamente próspero.
Papa Francisco en un audiencia general. Foto de News.va Official Vatican Network La foto no pertenece a la nota The Wall Street Journal.
Se prevé que el papa Francisco visite una notoria prisión boliviana, un barrio marginal a la vera de un río en Paraguay, y el sitio donde fue asesinado un cura jesuita activista en 1980 por la dictadura militar boliviana. Visitará a un amigo de 91 años en Ecuador, y dará misa en El Alto, la empobrecida ciudad melliza de La Paz, en Bolivia.
Incluso se dice que mientras esté en Bolivia el Papa podría mascar hoja de coca, la planta de la cual se produce la cocaína. Los locales mascan las hojas en parte para soportar la elevada altitud y valoran las propiedades espirituales. Un vocero del Vaticano dijo que el Papa aún no había decidido si seguirá el ejemplo de los lugareños.
Es una agenda que encaja en la misión pastoral del padre Jorge Bergoglio, quien trabajó en los barrios pobres de Buenos Aires y luego se convertiría en el primer papa de América Latina, una región de marcada desigualdad y hogar de 40% de los católicos del mundo.
“Como Francisco es un papa del Sur global, ve las cosas de forma distinta”, dijo Paul Vallely, autor de un libro sobre el Papa que se publicará pronto. “Tiene una visión más escéptica del capitalismo del consenso de Washington, aún más que papas anteriores”.
Aunque la clase media de la región ha crecido, las amplias disparidades de patrimonio aún dividen a Sudamérica. Los conflictos de la Guerra Fría en los años 70 y 80 que dividieron a la iglesia católica han terminado, pero algunas consecuencias aún tiñen la política de la zona. Muchos países tienen problemas para mantener el crecimiento económico y nutrir la democracia, y a la vez proteger el medioambiente y limitar la corrupción.
Con el papa Francisco, muchos latinoamericanos creen que finalmente tienen a uno de los suyos, un hombre que trabajó entre los pobres y que ha criticado un status quo político y económico que, dice, ha mantenido en la pobreza a un tercio de América Latina y a cientos de millones de personas en todo el mundo.
El cantante de rock y activista social colombiano Juanes, que tocará para el papa Francisco cuando visite Estados Unidos en unos meses, dijo que creía que el Papa podría ayudar a curar algunas de las prolongadas divisiones de la región. “Necesitamos líderes como él que hablen de temas importantes”, dijo Juanes, “no sólo de guerra, o política, o den discursos, sino alguien que hable sobre amor e inclusión”.
Una plataforma especialmente prominente para la agenda del papa Francisco será su discurso en el Encuentro Mundial de los Movimiento Populares, auspiciado por el Vaticano, el 9 de julio en Santa Cruz, Bolivia.
Será la segunda edición del evento que reunirá a activistas sociales. En la primera, realizada en el Vaticano en octubre, el Papa llamó a derrocar un “imperio del dinero” al que culpaba por los conflictos militares y la degradación medioambiental en todo el mundo. El Pontífice dijo que los trabajadores como recolectores de basura o los artesanos tenían “derecho a un salario decente, seguridad social y un plan de jubilación”. También pidió una “casa para cada familia”, pero se lamentó: “Si hablo de esto, algunas personas concluirán que el Papa es un comunista”.
Varios académicos y clérigos dicen que el papa Francisco ha rehabilitado los principios básicos de la Teoría de la Liberación, la polémica doctrina que floreció hace medio siglo en América Latina al instar a la iglesia a tomar un rol activista para ayudar a los pobres a ayudarse a sí mismos.
Muchos académicos religiosos concuerdan en que las convicciones más profundas del Santo Padre se arraigaron en los distritos más pobres de la capital argentina, donde era conocido como “el Papa villero”.
Como arzobispo de Buenos Aires, el padre Bergoglio se centró en los barrios pobres conocidos como “villas miseria”, muchos habitadas por inmigrantes de bajos recursos de Bolivia y Paraguay. Como arzobispo, alentó a sus sacerdotes a visitar esos barrios en lugar de quedarse dentro de sus iglesias.
Pero hoy, en muchas zonas carenciadas de América Latina, son los protestantes, no el catolicismo, los que están ganando terreno. En 1970, el 89% de los bolivianos y el 95% de los ecuatorianos y paraguayos eran católicos, según un estudio realizado por el Pew Research Center. Las cifras correspondientes del año pasado para los tres países que el Papa Francisco visitará este mes fueron de 77%, 79% y 90%. En Brasil, por mucho el país más grande del continente, el porcentaje cayó de 92% a 61%.
Según este centro, los millones de latinoamericanos que han abandonado la iglesia católica buscaban una relación más personal con Dios y preferían una experiencia en la iglesia más animada y menos formal.
La popularidad global y la perspicacia política del Pontífice lo han ayudado a trabar relaciones con algunos de los líderes populistas izquierdistas de América Latina, como el presidente boliviano, Evo Morales, y la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien en el pasado estuvo enfrentada con los líderes locales de la iglesia.
En la reunión en Santa Cruz, como en el resto del viaje, es probable que el Papa toque los temas ecológicos de su reciente encíclica “Laudato Si”.
Otros grupos civiles en la región esperan que el papa Francisco extienda su apoyo a los pobres hacia otros grupos.
Simón Cazal, director ejecutivo del grupo paraguayo LGBT Somosgay, uno de los grupos seculares que se reunirán con el Papa, dijo que esperaba conseguir la ayuda del pontífice para denunciar la violencia contra los homosexuales en Paraguay.
Cazal sostuvo que inicialmente se preocupó cuando Bergoglio fue nombrado Papa, debido a su historial conservador sobre la homosexualidad. Pero afirmó que se sintió alentado por los pronunciamientos más recientes del Pontífice, incluida su popular declaración: “¿Quién soy yo para juzgar?”.
“Me parece muy bueno, demuestra que la iglesia puede cambiar”, señaló Cazal. / Reed Johnson en São Paulo y Francis X. Rocca en Ciudad del Vaticano, publicado en The Wall Street Journal.--
El papa Francisco pidió una audaz revolución cultural para corregir lo que describió como un sistema económico "estructuralmente perverso" en el que los ricos explotan a los pobres y que convierte la Tierra en un "inmenso montón de porquería".
En un amplio manifiesto que espera tenga efecto en las negociaciones climáticas de la ONU, la política nacional y la vida cotidiana, Francisco explicó aspectos de la ciencia sobre el calentamiento global, un fenómeno que atribuyó a un modelo industrial injusto y basado en los combustibles fósiles que daña sobre todo a los pobres.
En su documento citó las escrituras, a pontífices pasados y textos de obispos, y pidió a la gente de distinta confesión o aconfesional que experimente un despertar para salvar la creación divina para las futuras generaciones.
El texto critica a las grandes empresas y a los escépticos del cambio climático.
La encíclica Laudato Si ("Alabado sea") son 191 páginas de Francisco en estado puro. Es un texto accesible y directo lleno de dardos que harán sentirse incómodos a muchos conservadores y escépticos climáticos, incluido el Congreso de Estados Unidos, que acogerá en septiembre el primer discurso de un papa en el Capitolio.
"No basta con equilibrar, a medio plazo, la protección de la naturaleza con las ganancias financieras o la conservación del medio ambiente con el progreso", escribió. "Las medidas a medias simplemente retrasan el desastre inevitable. Simplificando, es una cuestión de redefinir nuestro concepto de progreso".
Los científicos expertos en medio ambiente creen que el documento, la primera encíclica sobre el medio ambiente, podría tener un efecto drástico en el debate sobre el clima, al sumar la autoridad moral del muy popular Francisco a un asunto que durante años se ha debatido sólo en términos científicos, económicos y políticos.
Impacto
La encíclica podría "cambiar la forma en la que la gente piensa en esto", indicó Veerabhadran Ramanathan, científico en la Institución Scripps de Oceanografía.
"Ya no es política", señaló, indicando que a la gente suele resultarle difícil comprender conceptos científicos, pero responde a argumentos enmarcados en la moral y la ética.
Por su parte, la industria energética no tardó en criticar la encíclica y su mensaje contrario a los combustibles fósiles.
"La simple realidad es que la energía es el ingrediente esencial del mundo moderno", afirmó Thomas Pyle, del Instituto de Investigación de Energía, un grupo conservador que defiende el libre mercado. "La aplicación de energía asequible hace mejor todo lo que hacemos: producción de alimentos, manufactura, sanidad, transporte, calefacción y aire acondicionado".
Francisco dijo esperar que su documento inspire un cambio drástico en el corazón y la mente de la gente corriente en su vida cotidiana y en los que toman decisiones en la cumbre climática de Naciones Unidas de este año. Ahora debe escucharse "tanto el llanto de la Tierra como el llanto del pobre", afirmó.
"Esta visión de la 'ley del más fuerte' ha engendrado una inmensa desigualdad, injusticia y actos de violencia contra la mayoría de la humanidad, dado que los recursos terminan en las manos del primero en llegar o el más poderoso: el ganador se lo lleva todo", indicó Francisco en el texto. "Completamente opuestos a este modelo, están los ideales de armonía, justicia, fraternidad y paz propuestos por Jesús".
Cambio climático
Es probable que el documento incomode a varios aspirantes a la presidencia de Estados Unidos, dado que algunos republicanos, entre los que hay católicos, dudan de los argumentos científicos sobre el cambio climático y han dicho que el pontífice debería mantenerse al margen del debate.
"No creo que debamos politizar nuestra fe", dijo el aspirante a la candidatura republicana a la presidencia Jeb Bush, converso al catolicismo, la víspera de que se publicara la encíclica. "Creo que la religión debería tratar de hacernos mejores como personas, y menos sobre cosas que terminan en la esfera política".
Sin embargo, uno de los argumentos centrales de Francisco es que en realidad no hay distinción entre los seres humanos, su fe y el medio ambiente.
"Todo está relacionado, y nosotros los seres humanos estamos unidos como hermanos y hermanas en un maravilloso peregrinaje, entrelazados con el amor de Dios por cada una de sus criaturas y que también nos une en cariñoso afecto con el hermano Sol, la hermana Luna, el hermano río y la madre Tierra", escribe.
Francisco, químico de formación, asume como un hecho que el mundo se está calentando y la actividad humana es la principal responsable.
"La Tierra, nuestro hogar, empieza a verse más y más como un inmenso montón de porquería", escribió.
La encíclica se refiere a la deforestación de la Amazonía, el deshielo de los glaciares árticos y la muerte de arrecifes de coral, y critica a los "obstruccionistas" escépticos climáticos que "parecen más preocupados de enmascarar los problemas u ocultar sus síntomas". Y culpa a los políticos de atender más a los intereses de la industria del petróleo que a las escrituras o al sentido común.
También elogia el estilo sencillo por el que se le conoce, rechazando el aire acondicionado y las urbanizaciones cerradas en favor de coches compartidos, reciclaje y la cercanía con los pobres y marginados. El papa pide políticas valientes, radicales y a largo plazo para que el suministro eléctrico del mundo haga una transición de los combustibles fósiles a energías renovables, y señala que la compraventa de créditos de emisiones de dióxido de carbono no resolverá el problema, y es sólo "un ardid que permite mantener el consumo excesivo de algunos países y sectores".
"Nadie propone volver a la Edad de Piedra, pero sí debemos frenar y mirar a la realidad de forma diferente, apropiarnos del progreso positivo y sostenible que se ha hecho, pero también recuperar los valores y los grandes objetivos arrollados por nuestros desatados delirios de grandeza", escribió Francisco.
Algunas personas han criticado al papa, de origen argentino, por defender lo que consideran un socialismo de estilo latinoamericano. Esta semana replicó de nuevo a esas voces críticas y afirmó que preocuparse por los pobres no es un signo de comunismo.
Dentro de la Iglesia, muchos católicos conservadores han cuestionado el gran hincapié del pontífice en el medio ambiente y el cambio climático sobre otros asuntos como el aborto y el matrimonio.
Francisco sí trata el aborto y cuestiones de población en la encíclica, y critica a los ecologistas que muestran preocupación por conservar la naturaleza, pero no las vidas humanas. / Publicado por Redacción de La Voz del Interior.--
Me fascinan los hangouts del papa Francisco, ese uso bueno de la tecnología con que hace llegar sus mensajes, llenos de esa luz que ilumina mentes y no de esa tan artificial que contamina.
Un par frases del siguiente vídeo:
"No hay que asustarse nunca con las dificultades, Nosotros somos capaces de superarlas todas"
"Cada uno de nosotros tiene un tesoro adentro, si lo guardamos encerrado queda ahí encerrado.
Si lo compartimos con los demás el tesoro se multiplica, es que no escondan el tesoro que cada uno tiene"
CIUDAD DEL VATICANO (Reuters) - El Papa Francisco no utilizará vehículos blindados durante su viaje a Oriente Medio este mes e insistió en usar un automóvil normal y poder estar lo más cerca posible de la gente, dijo el jueves el Vaticano.
La Santa Sede, al informar a periodistas sobre el viaje, también confirmó que un rabino y un líder islámico, ambos amigos del Papa, acompañarán a Francisco en su viaje en una señal de la importancia que el pontífice le da al diálogo interreligioso.
Francisco visitará Jordania, los territorios palestinos e Israel durante el viaje que realizará entre el 24 y el 26 de mayo, el primero como Papa a la región.
"El Papa quiere un papamóvil abierto y un automóvil normal. La seguridad local tomó el deseo del Papa en consideración", dijo el portavoz del Vaticano, el sacerdote Federico Lombardi.
Lombardi dijo que no esperan escenas similares a lo que ocurrió durante la visita a Brasil, cuando la multitud superó la barrera de seguridad y rodeó el automóvil del Papa porque en Oriente Medio los católicos son minoría.
Dijo también que el Vaticano no estaba muy preocupado por amenazas a los cristianos expresadas por supuestos extremistas judíos en propiedades cristianas en Tierra Santa.
El Papa invitó al rabino y al líder islámico a hacer el viaje con él para enviar lo que Lombardi llamó "una señal extremadamente fuerte y explícita" sobre la importancia del diálogo interreligioso en la región, que ha visto tantos conflictos.
Ambos acompañarán al Papa en todos los eventos, dijo Lombardi, por lo que el rabino Abraham Skorka visitará los territorios palestinos y un sitio islámico clave en Jerusalén, mientras que su amigo musulmán, Omar Abboud, director del Instituto por el Diálogo Religioso en Buenos Aires, estará en el Muro de los Lamentos y en el memorial del Holocausto Yad Vashem.
El viaje, la cuarta visita de un Papa a Tierra Santa desde tiempos bíblicos, marca el 50 aniversario de un histórico viaje a la región del Papa Pablo VI. El Papa Juan Pablo II viajó a la zona en el 2000 y Benedicto XVI en el 2009. / Por Philip Pullella para Reuters. (Editado en español por Patricia Avila).--
En una histórica celebración a la que asistieron el papa emérito Benedicto XVI, más de mil pastores entre cardenales, obispos y sacerdotes, y cientos de miles de fieles en la Plaza San Pedro y en Roma, seguida por el mundo católico, el papa Francisco proclamó santos a Juan Pablo II y Juan XXIII.
Una ceremonia realmente sin precedentes en la historia se efectuó conjuntamente la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II durante la Misa concelebrada por cardenales, obispos y sacerdotes, incluyendo al Pontífice Emérito Benedicto XVI.
El texto completo de la homilía del papa Francisco es el siguiente (Fuente: ACI Prensa):
Papa Francisco durante la homilia
Imagen: captura de pantalla del vídeo de Acitv
“En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que San Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.
Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2,24; cf. Is 53,5).
San Juan XXIII y San Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf. Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresía del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.
Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.
Esta esperanza y esta alegría se respiraban en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,42-47). Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.
Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisonomía originaria, la fisonomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos.
No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del Concilio, San Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu.
En este servicio al Pueblo de Dios, San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene.
Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama”. (ACI Prensa)