A medida que voy juntando almanaques, es decir, que la loza del tiempo se me va poniendo más "pesada", voy distinguiendo más algunos principios.
La reciprocidad, más bien la ética de la reciprocidad. El "trata a tus congéneres igual que quisieras ser tratado", se encuentra en prácticamente todas las culturas, a menudo como una regla fundamental.
La proporcionalidad, un asunto delicado donde se trata, en las relaciones sociales, de establecer un "castigo" que se identificaba con la falta cometida en contra de uno. Evitando una respuesta desproporcionada por el enojo y la venganza. El tema de la proporcionalidad viene de la ley del talión (lex talionis en latín) se refiere a un principio jurídico de justicia retributiva.
Espero que no se mal interprete con este comentario, en la vida, uno es premiado y es castigado, a su ves premia y castiga. La clave es el balance que uno va aprendiendo a realizar entre estos dos principios, la reciprocidad y la proporcionalidad.
Sin haber conocido el concepto de Epícuro, sobre la ética de la reciprocidad, que consiste en dar enfasis en minimizar el daño, de los pocos y de los muchos, para así maximizar la felicidad de todas las personas. Al parecer como que es algo que se trae en la cultura heredada. Pero también existen principios de justicia que uno ha heredado y es necesario respetarlos y hacerlos respetar, algo muy difícil y complicado en la sociedad que nos toca vivir por estas épocas.
Una reflexión que me ha surgido hoy, después de leer las noticias de nuestro vapuleado País, y que he querido compartir con Uds..