Los queridos Chalchaleros, tocando "la madre de todas las zambas", en Cosquin allá por el año 1999. La zamba más antigua de la que se tenga registro musical, y tan cara a los sentimientos de los Santiagueños. Zamba de Vargas.
Se la recuerda desde la Batalla de Pozo de Vargas, cuando las tropas santiagueñas, unos 2.100 hombres bajo el mando de Don Antonino Taboada, sobrino del birgadier Juan Felipe Ibarra, el caudillo que gobernó la provincia de Santiago del Estero, se enfrentaron a las tropas de Felipe Varela, unos 4.000 hombres, que estaban integradas principalmente por riojanos, con un aporte muy importante de chilenos al mando de Estanislao Medina, en una de las batallas en la etapa final del período conocido como de las guerras civiles argentinas.
El combate se produjo el 10 de abril de 1867, el lugar era una hondonada ubicada a dos kilómetros y medio al noroeste de la ciudad de La Rioja, donde se fabricaban ladrillos y se encontraba precisamente el Jagüel o Pozo de Vargas, estratégico por constituir uno de los pocos puntos con agua en una amplia zona desértica. Las tropas de los Taboada, eran unos 2.100 hombres, estaban integradas principalmente por santiagueños; las unidades dominantes eran de infantería, integrada por unos 1.600 soldados armados con modernas carabinas Sharps.
Los Santiagueños fueron divididos en cinco batallones de infantería ubicados en trincheras cavadas en la vanguardia, al mando del capitán Manuel Taboada, hermano menor del general Antonino Taboada, un oficial que había luchado a órdenes de Juan Lavalle contra Juan Manuel de Rosas. Una reserva de infantería y caballería, colocada en el centro y 6 escuadrones de caballería escalonados detrás, cubriendo cada flanco y la espalda.
Se la recuerda desde la Batalla de Pozo de Vargas, cuando las tropas santiagueñas, unos 2.100 hombres bajo el mando de Don Antonino Taboada, sobrino del birgadier Juan Felipe Ibarra, el caudillo que gobernó la provincia de Santiago del Estero, se enfrentaron a las tropas de Felipe Varela, unos 4.000 hombres, que estaban integradas principalmente por riojanos, con un aporte muy importante de chilenos al mando de Estanislao Medina, en una de las batallas en la etapa final del período conocido como de las guerras civiles argentinas.
El combate se produjo el 10 de abril de 1867, el lugar era una hondonada ubicada a dos kilómetros y medio al noroeste de la ciudad de La Rioja, donde se fabricaban ladrillos y se encontraba precisamente el Jagüel o Pozo de Vargas, estratégico por constituir uno de los pocos puntos con agua en una amplia zona desértica. Las tropas de los Taboada, eran unos 2.100 hombres, estaban integradas principalmente por santiagueños; las unidades dominantes eran de infantería, integrada por unos 1.600 soldados armados con modernas carabinas Sharps.
Los Santiagueños fueron divididos en cinco batallones de infantería ubicados en trincheras cavadas en la vanguardia, al mando del capitán Manuel Taboada, hermano menor del general Antonino Taboada, un oficial que había luchado a órdenes de Juan Lavalle contra Juan Manuel de Rosas. Una reserva de infantería y caballería, colocada en el centro y 6 escuadrones de caballería escalonados detrás, cubriendo cada flanco y la espalda.
Cuenta la historia que los riojanos, utilizando su superioridad numérica, atropellaron a los santiagueños, sobre todo en el flanco izquierdo y en el frente del batallón Chileno, obligando a los hombres de Taboada a replegarse y al mismo convoy de mando a retroceder y ubicarse sobre la derecha, para evitar que lo atacaran por detrás.
Y ahí surge la epopeya que narra la decisión de uno de los Taboada de ordenar a la banda toque la zamba. "¡Que el piquete de Brizuela toque la zamba!" contaba Don Andrés Chazarreta, que decía la orden de Taboada.
"Bravos Santiagueños", dijo Taboada, "vencer o la muerte, vuelvan sus caras, por la tierra querida, demos la vida para triunfar" dice la letra de la zamba. Y las tropas alentadas por la zamba y su jefe, contra atacaron, y se recuperaron a medida que las armas de fuego iban aumentando las bajas entre la caballería riojana, que llegó a efectuar diez cargas sobre los Santiagueños.
Sobre el final de la jornada, el propio Felipe Varela salvó su vida luego de que su caballo cayera muerto y fuera rescatado por la montonera Dolores Díaz, La Tigra. Más tarde dio orden de retirada con tan sólo 180 hombres de los 4.000 con que había llegado. En batalla quedaron muertos 1200 montoneros y 200 nacionales.
Y ahí surge la epopeya que narra la decisión de uno de los Taboada de ordenar a la banda toque la zamba. "¡Que el piquete de Brizuela toque la zamba!" contaba Don Andrés Chazarreta, que decía la orden de Taboada.
"Bravos Santiagueños", dijo Taboada, "vencer o la muerte, vuelvan sus caras, por la tierra querida, demos la vida para triunfar" dice la letra de la zamba. Y las tropas alentadas por la zamba y su jefe, contra atacaron, y se recuperaron a medida que las armas de fuego iban aumentando las bajas entre la caballería riojana, que llegó a efectuar diez cargas sobre los Santiagueños.
Sobre el final de la jornada, el propio Felipe Varela salvó su vida luego de que su caballo cayera muerto y fuera rescatado por la montonera Dolores Díaz, La Tigra. Más tarde dio orden de retirada con tan sólo 180 hombres de los 4.000 con que había llegado. En batalla quedaron muertos 1200 montoneros y 200 nacionales.
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