El Douglas DC4 con su tripulación, antes de partir de Córdoba en 1965 Foto vista en el diario La Voz del Interior |
"Ni un solo cuerpo de los 68 fue encontrado. Las pruebas para demostrar que se precipitó al mar Caribe fueron chalecos salvavidas, camisas, la cédula del cadete Oscar Vuistaz y restos de la cobertura interna del fuselaje. Son muchos los familiares convencidos de que esos elementos fueron "plantados" para cerrar la búsqueda" (La Nación).
Aunque era un niño de menos de diez años, recuerdo la tristeza con que mis padres, y en general los parientes y amigos, comentaban sobre el suceso durante años. Aunque no hemos conocido a ningún familiar de los cadetes, pasajeros militares y de la tripulación, en casa aún se toca el tema con tristeza y cierta indignación.
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Los accidentes aéreos por su connotación de máxima tragedia, dejan impactos lacerantes de generación en generación. Son escasos en comparación a los de tierra, pero demuelen por su generalmente ausencia de sobrevivientes.
ResponderBorrarAsí es, tal como lo señala Esteban. A lo que se suma la desaparición, la incógnita y las dudas en los sentimientos, primero de los familiares, los amigos y conocidos próximos, y la de una sociedad que en cierta medida aún espera.
ResponderBorrarÉsto no ocurre, en general, con los familiares de quienes se conoce su destino, y que ha podido ser despedido y sepultado.