Hace un rato buscando otro tipo de notas, me encontré con este artículo del The Wall Street Journal, escrito por Jonathan Clements, el 30 de Agosto pasado:
¿Cómo podemos ser más felices?
August 30, 2007 4:05 a.m.
Por Jonathan Clements
The Wall Street Journal
Vivo fascinado con los estudios académicos sobre la felicidad humana porque incorporan rigor científico a temas que nos interesan a todos. Pensamos que ganar más dinero nos hace más felices, pero estudios sugieren que muchas personas no están hoy más satisfechas que hace tres décadas, cuando el estándar de vida era inferior.
Entonces, si ganarse la lotería no nos hace más felices, ¿cuál es la clave? Las siguientes son siete lecciones desprendidas de estudios sobre la felicidad. La conclusión: es posible aumentar la felicidad, pero se necesita más que una billetera llena.
1. Lo importante es saber en qué nos concentramos
Aquellos con ingresos más altos no son necesariamente más felices. Pero, cuando se les pregunta qué tan satisfechos están con sus vidas, los que ganan más tienen una mayor probabilidad de responder que son felices.
¿Por qué? La pregunta los hace considerar su posición en la sociedad y se dan cuenta de que tienen mucha suerte. La implicación: si usted tiene un buen salario, posiblemente puede impulsar su felicidad al recordar con frecuencia su buena fortuna.
Pero si no es tan afortunado, evite situaciones en las que usted sienta que necesita más y busque aquellas donde las comparaciones lo favorezcan. Es decir que, en vez de comprar la casa más barata en un barrio de ricos, busque un sector de gente con ingresos similares al suyo. Cuando piense en su patrimonio neto, olvide a su hermana acaudalada y centre su atención en su hermano que tiene problemas económicos.
2 Es mejor acompañado
Los estudios han demostrado que los casados son más felices que los solteros. "El matrimonio ofrece dos fuentes de felicidad", dice Andrew Oswald, un profesor de economía de la Universidad de Warwick, en Inglaterra. "Una es el sexo y la otra es la amistad. El matrimonio tiene uno de los impactos más grandes en el bienestar humano". De igual manera, pasar tiempo con amigos puede aumentar la felicidad.
3 Nos gusta sentirnos seguros
Cuando uno pasa los 40 años, puede haber un período de relativa infelicidad. Esta insatisfacción puede surgir de la falta de control que sienten los cuarentones, mientras se enfrentan a la crianza de los hijos y las exigencias del trabajo.
En contraste, los empleados en altas posiciones, los jubilados y aquellos que tienen seguridad laboral con frecuencia dicen estar felices. Una explicación: tienen un mayor control sobre sus vidas.
4. Nos gusta progresar
Los estudios sugieren que preferimos descansar que trabajar, pero eso no significa que el trabajo sea una fuente de infelicidad. Nos gusta la sensación de desempeñar bien una labor y estar en el flujo de una actividad laboral.
"Definitivamente hay trabajos mejores y peores", dice David Schkade, profesor de gestión de la Universidad de California, en San Diego. Schkade dice que el verdadero placer del trabajo viene del sentimiento de logro que sentimos después de hacerlo. "Sabemos que el progreso hace sentir mejor a la gente", agrega.
5. Nos adaptamos a las mejoras
En la búsqueda del progreso, queremos autos más rápidos, mejores salarios y ganar la lotería. Pero, tras lograr lo que queremos, rápidamente nos sentimos insatisfechos. Los académicos se refieren a esto como la "adaptación hedónica".
Sin embargo, podemos frenar el proceso de adaptación. Si salimos y celebramos nuestro ascenso reciente, vamos a conservar los buenos sentimientos por un tiempo más. También debemos pensar cómo gastamos el dinero. Parece que obtenemos más felicidad duradera de las experiencias que de las cosas.
Si compramos un auto nuevo, eventualmente pasará de ser nuestro motivo de orgullo a unas simples ruedas que nos transportan. Pero si gastamos más en comidas con amigos o vacaciones con la familia, nos van a quedar buenos recuerdos que pueden crecer aún más con el tiempo.
6. También nos adaptamos a los fracasos
Aunque la adaptación puede estar en nuestra contra cuando ocurren cosas buenas, nos salva de la miseria cuando ocurren cosas malas. Si muere un amigo cercano, nos imaginamos que nunca volveremos a reír, pero la adaptación nos rescata.
Y parece que nos ajustamos con mayor rapidez si lo que nos sucede es muy negativo e irreversible. Si quedamos inválidos, nos adaptamos con una velocidad sorprendente. Si nuestro cónyuge es una persona perezosa, es posible que nunca nos acostumbremos. La razón: pensamos que aún existe la posibilidad de que nuestra pareja cambie.
7. Disfrutamos del altruismo
Si trabajamos como voluntarios y nos comportamos cortésmente, normalmente nos sentimos muy bien.
¿Altruismo puro? Es posible, pero puede ser que nuestros instintos ancestrales sean los que dominen. El buen comportamiento era recompensado en las sociedades antiguas, dice el gestor de dinero de Boston Terry Burnham, coautor de Mean Genes (algo así como los "Genes malvados")
"Somos virtuosos porque la virtud era premiada", dice Burnham. "En sociedades pequeñas, donde uno era muy conocido, había premios por ser un buen ciudadano y castigos severos por romper las reglas".///(The Wal Street Journal).
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