Por Greg Ip y Mark Whitehouse
The Wall Street Journal
El reciente desplome de las bolsas y los precios de los activos más riesgosos abren la posibilidad de que los inversionistas, que habían mostrado un inusual apetito por el riesgo, estén cambiando de parecer, algo que podría tener serias consecuencias para la economía mundial.
En los últimos años, los inversionistas han hecho grandes apuestas en inversiones arriesgadas, desde hipotecas para las personas de menores recursos en Estados Unidos a la deuda de los mercados emergentes y las acciones de empresas chinas. Al hacerlo, han aceptado retornos cada vez menores, conocidos como "primas de riesgo". Eso ha ayudado a que empresas en aprietos financieros no se declaren en bancarrota, ha permitido que las economías emergentes financien su gasto doméstico, ha financiado una cantidad inusitada de compras apalancadas y ha alimentado ganancias récord para las casas de valores de Wall Street.
Sin embargo, los últimos acontecimientos, en particular la súbita caída de las acciones chinas el martes y el colapso de la demanda por hipotecas para los deudores que representan un mayor riesgo crediticio en EE.UU. sugieren que ese entorno benigno está empezando a cambiar. "Si uno empieza a observar un cambio importante en el apetito de los inversionistas por el riesgo, eso representa un cambio significativo para la economía", dice Stephen Stanley, economista jefe de RBS Greenwich Capital. "Se encarece el costo del dinero para las empresas y las personas", asegura.
Hasta el momento, el revés ha sido mínimo y podría terminar siendo apenas un simple contratiempo. El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Ben Bernanke le dijo ayer al Congreso, que "no existe ninguna señal de cambio en nuestras expectativas para la economía de EE.UU.". Ayer, el Dow cerró con un alza de 0,4%, o 52,39 puntos. Asimismo, el Índice Compuesto de Shanghai repuntó un 3,9%.
Aun así, algunos economistas ven un giro determinante. "Esta es una alerta", dice John Lonski, economista jefe de Investors Service, de Moody's. "Por desgracia, si hay un aumento en la aversión al riesgo, está sucediendo justo cuando las inversiones de las empresas han sido mucho menores de lo anticipado".
Uno de los principales beneficiarios del apetito de los inversionistas por el riesgo han sido los países emergentes, que han recaudado unos US$319.000 millones en los mercados globales de bonos el año pasado, en comparación con los US$122.000 millones que lograron en 2002.
NWI Management LP, un fondo de cobertura especializado en deuda de los mercados emergentes, ha visto cómo sus activos se han triplicado desde 2002 hasta alcanzar los US$5.000 millones. Hari Hariharan, su presidente ejecutivo, dice que la reducción de las primas de riesgos es "bien merecida". Los rendimientos sobre los bonos brasileños en moneda local, por ejemplo, han bajado desde un 19% a un 12% en los últimos años, debido a que el banco central ha disminuido la inflación desde un 5% a un 4%.
De todas maneras, Raghuram Rajan, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional, explica que muchos países han empezado a relajar sus presupuestos gracias a la facilidad para conseguir financiamiento externo. Un incremento en la aversión al riesgo podría obligarlos a volver a ajustarse el cinturón. "La pregunta", dice, "es a qué velocidad se dará el cambio".
Otro lugar dónde se está manifestando la aversión al riesgo es el mercado de los préstamos hipotecarios para personas de bajos recursos en EE.UU. Mientras que los préstamos impagos se han disparado, los bancos de inversión y otras firmas financieras han reducido drásticamente la creación de nuevas obligaciones de deuda con garantía (instrumentos conocidos en inglés como CDO), respaldadas por hipotecas para prestamistas de alto riesgo.
"Esto afecta a todos en la cadena", dice Greg Miller, administrador de cartera del fondo de cobertura estadounidense Haye Capital, el cual participa activamente en este mercado. "De hecho, para ciertas personas es más difícil conseguir un préstamo ahora de lo que era hace uno o dos meses". Sin embargo, agrega que la retirada de las empresas financieras de este mercado posiblemente afecte sólo a una porción pequeña de los propietarios.
La deuda corporativa también podría resentirse. La diferencia entre los bonos de empresas, incluyendo los calificados como chatarra y los del Tesoro estadounidense —considerados los más seguros— ha caído a niveles récord. Como resultado, la emisión global de bonos chatarra alcanzó los US$354.000 millones el año pasado, frente a US$145.000 millones en 2002, según Dealogic.
A su vez, Louise Purtle, estratega de la firma de investigación CreditSights, cree que el menor apetito por el riesgo de los inversionistas dificultará el endeudamiento de las firmas de capital privado y toda clase de compañías./// (The Wall Street Journal).
sí, en la misma línea, se ha comentazdo a criticado a los hedge fonds, que ocuparon el lugar que los bancos dejaron hace ya tiempo, al no querer hacer inversiones de riesgo. Un saludo!
ResponderBorrarMarta, he leido algo al respecto. Es un tema para tener en cuenta.
ResponderBorrarGracias por tus comentarios.
Saludos Santiagueños