Richard, un tipo serio, de mirada penetrante y pulcra presencia, es un informático considerado un sombrero blanco por unos y hasta un cruzado moderno por otros. Promotor permanente de la ciberseguridad y conocido por su impenetrable armadura. Con una mente entrenada, códigos éticos y morales que lo alejan del relativismo y el abuso del pragmatismo.
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Imagen de archivo |
Su mundo es lógico, binario y nítido, acostumbrado a analizar, identificar debilidades y amenazas internas y externas, evaluar riesgos, fortalezas y oportunidades.
Un tipo admirado y envidiado. La gente que lo admira, lo aprecia porque conocen su trayectoria y logros. Los que lo envidian..., bueno, esos no quieren a nadie.
El asunto es que para Richard y su equipo un día llegó la prueba esperada pero no deseada, esa que se sabe que algún día será, pero que no se sabe cuando.
Ése día, él se encontraba en su trinchera digital, cuando su empresa, una proveedora de productos y servicios estaba siendo blanco de un ciberataque con un malware (virus) tipo ransomware, y el panorama de lo que podía pasar era devastador.
Todo comenzó cuando uno de los técnicos, entrenado para estar atento, detectó ciertas señales anormales, y aunque la suite de seguridad, el sistema informático que resguarda la integridad de todo no acuso nada, desconfió y dio la alarma. Inmediatamente se dan cuenta que los servidores estaban siendo atacados, e intuyen que el objeto del ataque es secuestrar los datos, y la conmoción con cierta incertidumbre reinó en la empresa.
Richard, con su mente analítica y sagaz, se vio en la imperiosa necesidad de liderar la defensa y frenar el ataque. Rápidamente solicitó la ayuda de expertos externos conocidos y de su máxima confianza.
Todos en el equipo son conocedores que, en éstas circunstancias, las primeras horas son cruciales.
El equipo rápidamente superó la conmoción inicial y se puso al hombro el problema trabajando incansablemente para contener el ataque, minimizar el daño y analizar el intrincado código del malware que parecía haber logrado establecer un campo de ataque interno a partir de una vulnerabilidad, en uno de los equipos desde donde se controlaban los servidores.
Sus mentes se enfrentaban a determinar la inteligencia del ataque, a establecer una respuesta rápida de defensa y tratar de anticipar el próximo paso del o los atacantes, y además entender al intrincado laberinto del código malicioso que enfrentaban. Un tremendo desafío, pero su determinación era inquebrantable.
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Que se "planten" sistemas que espíen y/o dañen es algo más cotidiano de lo que se piensa en el complejo mundo de hoy día. Imagen: captura de pantalla de "Jason Bourne" ©Universal Pictures. |
Las horas se convirtieron en días y el combate se intensificó. Los atacantes actuaron constantemente para doblegar las defensas, y el malware era muy complejo.
Todo el equipo dormía en sus oficinas de manera alternada, alimentándose de café y adrenalina, mientras combatían contra lo que los estaba atacando, el malware y los malos pensamientos producto del cansancio.
La idea que estaban robando información confidencial de su empresa, la de sus clientes y dejando al descubierto una vulnerabilidad, con la consecuente pérdida de confianza en ellos, torturaba a todo el equipo a medida que el cansancio ganaba en sus cuerpos y mentes.
Algunos de los componentes novatos del equipo, sumaban otro enemigo, su propios pensamientos, se debatían entre la impotencia y la ira, luchando contra la tentación de tirar la toalla y renunciar.
El compromiso con su empresa, su gente, y la pasión por la ciberseguridad impulsaban a Richard y su equipo a seguir adelante. Su experiencia y liderazgo inspiraron a su equipo, galvanizando su determinación. Dedicaron horas interminables a la búsqueda de una solución, trabajando con una tenacidad admirable.
Richard y su equipo se adaptaron, desarrollando tácticas y soluciones para contrarrestar el ciberataque, salvar la información y restaurar todos los sistemas afectados.
No fue un camino fácil. Enfrentaron obstáculos, errores y frustraciones, pero su determinación fue inquebrantable. Más aún cuando notaron que cada paso que daban, por pequeño que fuera, lo acercaba a su objetivo.
Finalmente, tras una ardua batalla, frenaron el ciberataque, lograron descifrar el código del malware y restaurar los sistemas. La empresa pudo restaurar con seguridad sus sistemas, salvar sus datos y la normalidad volvió a reinar.
La experiencia validó una marca indeleble en Richard, que es la importancia de contar con un equipo de técnicos permanentemente preparados para detectar las amenazas, evaluar los riesgos y ejecutar una defensa valida, con el importante apoyo de aliados externos.
Calmadas las aguas, no se perdió tiempo en analizar y evaluar todo lo ocurrido. A partir de la información obtenida, se adaptaron e implementaron nuevos protocolos de seguridad, fortaleciendo la infraestructura digital, capacitando al personal para enfrentar futuras amenazas y minimizar riesgos.
Reflexión:
La historia nos recuerda que todos enfrentamos desafíos permanentes en la vida, tanto personales como profesionales. Lo que nos define es cómo respondemos a ellos y los resultados que obtenemos. La capacidad de recuperarse, adaptarse y aprender de las experiencias difíciles es lo que nos hace resilientes y aporta fortaleza.
También es un ejemplo de cómo los buenos valores, el orden, la disciplina, la competitividad, la tenacidad y la resiliencia pueden convertirnos en agentes de cambio positivo en un Mundo cada vez más interconectado, complejo y riesgoso.
El ransomware es un malware que bloquea los datos o el dispositivo de una víctima y exige un rescate; los ataque de ransomware ha aumentado gradualmente a lo largo de los últimos años, especialmente en 2021 en todo el Mundo, cuando se expandía el teletrabajo (home working).
La vida, como un sistema informático, está sujeta a errores y ataques. Es importante evitarlos a toda costa, también aprender de ellos, adaptarse y seguir adelante con mayor fuerza y sabiduría.-
Una ficción, una fantasía si se quiere, pero que pasa en la vida real, más seguido de lo que se cree.
Jorge S. King
©Todos los derechos reservados
Todo lo contrario Jorge del proveedor del servicio correo electrónico del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal.
ResponderBorrarSegún me informaron en el Consejo, se cayó el server de correos salientes, por lo que los abonados solo recibimos mails pero no podemos contestarlos ni enviar nuevos desde la dirección consejo.org.ar desde hace un semana!
Ciertamente, lamentable Hugo. ¿Sabes si se dañó físicamente el servidor?, de ser así se podría entender que no lo están pudiendo reponer. Ahora, si el problema es de software, algo no funciona
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