Una ficción, el relato de una travesía épica
Segunda parte: El viaje
En la
primera parte
de ésta historia, ante el grosero empeoramiento de la condición de
vida en la región a consecuencia del calentamiento global, un
grupo de hermanos y sus familias deciden transformarse en
migrantes climáticos. Tras un duro proceso de aceptación y
preparación inician el viaje.
El arranque fue complicado y riesgoso, se salió en el momento de
mayor temperatura tras el mediodía, el momento en que la mayoría
trataba de resguardarse del Sol y el intenso calor para comer y
descansar. No usaron las salidas hacia la ruta 64, cruzaron varios
barrios al sudoeste de la ciudad. Cuando atravesaron los sectores
potencialmente riesgosos, su táctica funcionó, los habitantes se
sorprendieron al verlos pasar pero no tuvieron tiempo de hacer
nada, sólo los vieron alejarse.
Al llegar al límite de la ciudad, ingresaron a un campo, cuyas
tranqueras estaban abiertas, y siguieron hasta que llegaron a una
serie de caminitos rurales, guiados por el GPS con los waypoints
establecidos para la determinación de la traza.
Ésos caminitos en el interior profundo de la zona, los acercaron
a la localidad de Laprida, subiendo a la ruta provincial 6 pasando
la localidad de Mudana, y antes de la localidad de Choya, tomaron
caminos internos hacia el sur, rumbo a la Salina de
Ambargasta.
Imagen de archivo |
Ya muy de noche llegaron a un lugar llamado Santa Lucía, donde
superada la sorpresa los atendieron bien y pasaron la noche. Los
lugareños eran una familia de cuatro miembros que se venían
preparando para emigrar más al sur, a un lugar serrano en Los
Gigantes, provincia de Córdoba, con el plan de reunirse con
parientes.
Por la mañana se unieron al grupo y todos partieron a la Salina
de Ambargasta, la que bordearon por el oeste.
El curso del Río Albigasta estaba más que seco, vadearlo no fue
un trámite sencillo. Horas después llegaron a un paraje llamado El
Tuscal, en la provincia de Córdoba. De allí continuaron por
huellas y caminos hasta cruzar la ruta nacional 60, al norte de
Quilino, una localidad del departamento Ischilín. Siempre por
caminos alternativos, la siguiente parada fue en Villa de Soto,
departamento Cruz del Eje, Córdoba. Ahí gente amiga los esperaba
para unirse al grupo.
El viaje fue una travesía épica. En la llanura interminable
atravesaron paisajes desolados y desérticos, el calor era
sofocante, el polvo omnipresente y en ocasiones con fuertes
tormentas de polvo.
Desde Villa de Soto siguieron la ruta provincial 15, la única
disponible. Cuando llegaron a Taringa, en el departamento Pocho,
se despidieron de la familia que los acompañaba desde Santa Lucía.
Y siguieron al sur por esa ruta hasta que entraron en la provincia
de San Luis y llegaron a Merlo. Unos 205 kilómetros que tardaron
unas seis horas en hacerlos.
Luego se llegó a Villa Mercedes, departamento General Pedernera,
San Luis, la que se esquivó por el norte y oeste para tomar una
serie de caminos hasta llegar a Beazley, departamento Juan Martín
de Pueyrredón, donde se subió a la ruta nacional 146 rumbo a San
Rafael, departamento San Rafael, en la provincia de Mendoza. La
ciudad se esquivó por el sur y se tomó la ruta nacional 144 hasta
El Sosneado, ya en la provincia de Mendoza.
Al llegar al El Sosneado en la provincia de Mendoza, el camino
elegido fue la mítica ruta 40 hasta Villa la Angostura, en
Neuquén, un tramo de 950 Km. Tras cruzar el Río Barrancas y entrar
en el norte de Neuquén, las condiciones de aridez se acentuaron
hasta que llegaron a la otrora localidad vacacional de San Martín
de los Andes.
Desde allí continuaron por la famosa ruta de los 7 lagos, uno de
los recorridos más espectaculares y deseados, en su momento, de la
Patagonia. Con 110 kilómetros de extensión, hasta Villa La
Angostura. Allí el grupo decidió hacer un descanso de algunos
días, como para reponer fuerzas.
Por los caminos alternativos a las rutas, la inseguridad fue una
amenaza constante a lo largo de todo el trayecto. y se
defendieron de los asaltantes, que rondaban en las zonas
cercanas a las ciudades y pueblos.
En el camino, se encontraron y en ocasiones se unieron a otros
migrantes ambientales. Formaron caravanas que se movían unidas
para minimizar los riesgos y mejorar su defensa para afrontar la
inseguridad que reinaba en los caminos y no pocas localidades.
Se protegieron mutuamente y se consideraron como una familia
extendida.
La solidaridad se convirtió en un pilar fundamental.
Compartieron recursos con otros migrantes ambientales,
intercambiando información, herramientas y provisiones.
En cada pueblito, en cada parada, los hermanos se convertían en
voceros del grupo, buscando información para garantizar o
mejorar su seguridad, negociando precios y buscando ayuda. Su
tenacidad y don de gentes les abrieron puertas y les permitieron
superar obstáculos, sorteando la escasez de agua y alimentos
Se eligió un asentamiento improvisado por otros migrantes, y con
ellos realizaron recorridos que incluían a la ciudad de San Carlos
de Bariloche y Osorno, una ciudad y comuna de la zona sur de
Chile, en la Región de Los Lagos, ubicada a 232 km al oeste de la
ciudad de Bariloche para conseguir combustibles y
comestibles.
Entrar a Chile planteaba el problema que había que realizar un
largo trámite debido a la cantidad de gente que quería hacer lo
mismo. La gran mayoría también migrantes climáticos que venían de
varias provincias argentinas. Se tuvo que esperar un par de
días.
Osorno se mantenía como un importante centro agropecuario gracias
a condiciones climáticas más favorables respecto a lo que pasaba
al este de la cordillera de los Andes en esas latitudes. Se había
transformado en un punto de llegada de los migrantes
argentinos.
En Osorno predomina el clima oceánico, históricamente con una
alta pluviosidad en los meses de invierno, gracias a las
corrientes de aire húmedo que provienen del Sur Pacífico, y que
pasan la cordillera, dejando toda la humedad en los faldeos del
oeste, en territorio chileno. La ciudad, con los efectos
calentamiento global ha tenido que sufrir días con temperaturas
que han llegado a los 40°C en verano, como máxima absoluta. En
tiempos "normales" como máximo sufría temperaturas extremas
ocasionales que han llegado a los 37,5°C en verano, como máxima
absoluta. Los inviernos se volvieron más suaves y como menos
nevadas.
Al lugar, históricamente se identificó con el eslogan "La patria
de la leche y tierra de la carne" de Chile. Había más ofertas y
disponibilidad de provisiones, también era necesario pasar por
allí para establecer comunicaciones y adelantar algunos trámites
para el ingreso a la Región de Magallanes, en el sur de
Chile.
Las negociaciones no fueron fáciles, pero "hablando se entiende
la gente", dice el refrán, y se llegaron a algunos acuerdos y
recibieron algunas donaciones de buenas personas que se
solidarizaron con el grupo. También fue el destino elegido por
algunas de las familias que se plegaron al grupo de los hermanos
durante la travesía.
Las noches bajo las estrellas, alrededor de una fogata, eran un
momento de unión y esperanza. Se contaban historias, se cantaban
canciones y se transmitía sabiduría de generación en generación.
Los hijos colaboraban preparando y atendiendo el campamento, los
nietos, ajenos a la magnitud del viaje, convertían cada parada
en una aventura.
Tras un descanso de varios días, se retomó el camino, continuando
por la ruta 40. Quedaban por recorrer 1.687 Km hasta Río Turbio,
en la sureña provincia de Santa Cruz, Argentina. Lugar donde se
haría otro alto en el camino, antes de ingresar a Chile por el
Paso Dorotea.
Pasaron rápidamente por San Carlos de Bariloche, sin entrar a la
ciudad. Llegando al Bolsón, se tuvieron que escapar de los
asaltantes. Tras sortear el problema, avanzaron a buen ritmo por
lo que quedaba de la provincia de Río Negro e ingresaron a la
provincia de Chubut.
En el acceso al aeropuerto Aeropuerto Brigadier Gral. Antonio
Parodi, al noreste de Esquel, se encontraron con una especie de
campamento que tenían un reten sobre la ruta. Los policías
advirtieron de la delicada situación en Esquel y recomendaban no
ingresar a la ciudad. Se continuó bajando al Sur.
Pero luego de pasar por puente sobre el arrollo Caquel, se hizo
un alto en la Estancia la Mimosa, por problemas inesperados en uno
de los vehículos, que demoró la marcha un par de días. Quedaban
por hacer 1.325 hasta Río Turbio.
La próxima parada fue Gobernador Costa, una localidad del
departamento Tehuelches, provincia del Chubut. Situada a 200 km de
la ciudad de Esquel. Allí la cosa estaba más tranquila y se
decidió hacer un alto para ver de conseguir repuestos. Terminado
el trámite a la tarde, se decidió buscar un lugar a las afueras
para pasar la noche, y temprano a la mañana se continuó el
viaje.
Avanzaron unos 710 km en unas nueve horas y llegando a Gobernador
Gregores, una ciudad en el departamento Río Chico, en la provincia
de Santa Cruz, nuevamente falla el vehículo. La situación en la
pequeña ciudad no era nada cómoda, los habitantes que quedaban
tenían tiempo de pasarla mal y no brindaban ninguna ayuda. El
grupo tenia una fuerte sensación de inseguridad.
Se trabajó con apuro sobre el vehículo y tras varias horas se
decidió seguir como se pudiera. La intranquilidad disminuía a
medida que se alejaban y ganaban kilómetros hacia Río
Turbio.
La ruta estaba desierta, se acababa el día y oscurecía. Faltando
poco para llegar al Mirador Lago Viedma, a lo lejos se distinguen
luces y deciden apagar las luces de los vehículos y avanzar
sigilosamente. A medida que se arriman, se ven luces de gente
acampando allí. Los tres hermanos deciden parar y que uno se
adelante caminando para analizar el panorama.
Esteban decide ir. Camina lento, cada tanto mira con sus
binoculares de 16X50. Cuando está más cerca ve niños rondando
alrededor del fuego. Igualmente decide rondar con sigilo a cierta
distancia el campamento para asegurarse que no había peligro.
Cuando se da cuenta que se trata de una familia con niños y
personas muy mayores, vuelve al camino y se les acerca y les dice
en voz alta, "buenas noches", en el acto se le arriman dos hombres
que también lo vigilan por seguridad.
Se entabla una conversación que superado el momento inicial se
vuelve amable y sincera. Esteban les comenta la situación en que
estaba su grupo y hace la señal convenida con la linterna, para
que sus hermanos y el grupo avancen. Arman un campamento en
conjunto y deciden seguir juntos, temprano, por la mañana.
Demoran algo más de seis horas en hacer los 294 Km hasta Río
Turbio. Llegan pasado el medio día. Cruzan la ciudad por la
Avenida de los Mineros hasta la Universidad Nacional de la
Patagonia Austral. Allí los espera desde hace unos días José, un
antiguo compañero de trabajo de Esteban, que ya está instalado con
su familia en el destino final, en Punta Arenas, Chile.
También, desde hace unos días, allí los esperaba Alberto y su
familia, que se unen al grupo. José es un geólogo ambientalista,
experto en evaluar procesos de cambios ambientales, y Alberto es
un experto en agricultura hidropónica, un método utilizado para
cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de suelo
agrícola.
Luego del encuentro y comer algo, la caravana sigue la ruta,
cruzan por el Bosque de los Duendes y llegan al Puesto Fronterizo
en el Paso Dorotea, donde hay muchos vehículos y personas acampando,
esperando poder cruzar. Como José anticipó todo, y las autoridades
locales los esperan con interés, el trámite del cruce se realiza
rápidamente.
Finalmente, tras semanas de viaje, los hermanos y sus familias
llegaron al margen norte del Estrecho de Magallanes, en un cómodo
lugar cercano a Punta Arenas, capital de la Provincia de
Magallanes en el sur de Chile. La ciudad está localizada en la
zona que la cartografía británica había bautizado como Sandy
Point, lugar elegido por el fácil acceso al agua dulce y carbón, y
del cual deriva su actual nombre.
El clima frío y húmedo contrastaba con la aridez del norte al que
estaban acostumbrados, pero las praderas naturales para ganadería
ovina y el agua abundante les brindaban la oportunidad de un nuevo
comienzo. En especial la zona del Valle del Río Seco, con suelos
algo más fértiles, que en resto de la Región de Magallanes, y con
mejor retención de agua, donde se cultivan hortalizas, forrajes y
frutales.
Río Seco es una localidad chilena de la región de Magallanes,
perteneciente a la comuna de Punta Arenas y ubicada a 14
kilómetros al norte de esta, destacando un polo industrial y la
presencia del Aeropuerto Internacional Presidente Carlos Ibañez
del Campo y la Base Aérea Chabunco.
La comunidad local, conmovida por la historia de éstos migrantes,
los recibió con los brazos abiertos.
La adaptación:
Los primeros meses fueron difíciles. Tuvieron que adquirir un
gran terreno arriba de la cota de los 100 metros, al oeste de Río
Seco, construir las viviendas basadas en la utilización de
containers y adaptarse a una nueva cultura en un clima
desconocido.
Tuvieron que profundizar el conocimiento sobre las actividades
económicas más importantes: la actividad portuaria, la industria
de los hidrocarburos y los servicios y comercio, seguidos de la
ganadería, mayormente ovina, la pesca, la agricultura limitada y
la actividad forestal. Fue difícil insertarse, pero poco a poco fueron superando los obstáculos.
Con el tiempo, los hermanos se integraron a la comunidad local, y
participaron en emprendimientos productivos, entre ellos la
producción de frutas y verduras hidropónicas, limpias y amigables
con el medio ambiente, Implantadas en sistemas bajo
invernaderos.
Aprendieron las costumbres del lugar, se integraron en las
actividades culturales y formaron nuevas amistades. Los hijos e
hijas también se integraron a la sociedad local y sus hijos
crecieron junto a los niños de la zona, jugando en los bosques y
navegando por los canales.
En las frías tierras del sur, los hermanos habían encontrado un
nuevo hogar y la esperanza de un futuro mejor para sus familias.
Aunque tenían que seguir preparándose a las negativas
consecuencias del constante cambio climático.
Años después, Esteban ya mayor acompañaba a sus sobrinos y se
sentaba frente al mar Pacífico, en un lugar en la boca de un
fiordo, recordando el largo viaje desde Santiago del Estero. A su
lado, sus sobrinos nietos pescaban. Todos se sentía orgullosos de
lo que habían logrado a pesar de las dificultades, habían
sobrevivido a la adversidad y procuraban construir una nueva y
buena vida en el sur, sin dejar de tener en cuenta como
evolucionaban las condiciones climáticas y ambientales con el
calentamiento global.
Jorge S. King
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Una ficción, el relato de
una travesía épica
Anteriormente:
- Primera parte: El momento y la decisión.
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