Me puse a buscar el nido, y en lo alto del viejo árbol estaba la casa de ese pequeño gran constructor que es el Hornero. Que dicho sea de paso es todo un ejemplo que muchos deberían seguir.
Hay toda una familia que al notar que le daba vueltas al lugar se pusieron medio que en guardia. Uno de ellos se paró en una rama próxima y de allí señalaba con un silvido y el otro se asomaba y entraba en la puerta a cada rato.
me encanta tu artículo!
ResponderBorrarMuchas gracias Marta. Son los que a mi me gustan más.
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