El temor a que se adulteren los resultados de un comicio es una de las razones por las cuales no prosperó, hasta ahora, ninguno de los 27 proyectos que se presentaron para impulsar el voto electrónico en el Congreso (17 en Diputados y 10 en Senado). Pero no la única. "La verdad es que todos estos proyectos fueron muy livianos y no contemplaron la reforma electoral profunda que requieren para su aplicación a nivel nacional", explica María Inés Tula, directora del Programa de Instituciones Políticas del CIPPEC. Para Tula, que aumente la probabilidades de fraude -como se denunció recientemente en Venezuela- es relativo: "Ningún sistema trae soluciones mágicas, pero hay esquemas de reaseguro de transparencia, como por ejemplo que exista una constancia física de cada voto, que permita hacer recuentos en caso de sospechas".
En la medida que más leo sobre el tema voto electrónico (e-voto), en Argentina, crece en mi la sensación que es un tema demasiado importante que no se lo está tomado seriamente, una de las causas por lo que no se avanza en su implementación.
No se lo está tomado seriamente, fundamentalmente porque no se tienen los conocimientos necesarios para hacerlo. Son pocos los ámbitos de desarrollo en el País que se dediquen al tema, mucho menos son los medios que informen adecuadamente sobre el tema; los políticos, en general, lo tocan de oído (en el mejor de los casos) y prefieren que no prospere porque perjudica ciertas prácticas "no santas" ya muy habituales en los comicios, tal como se señala en la nota de Clarín.com. La ciudadanía, en su gran mayoría es ignorante del tema; el sistema educativo básico, garantizado por ley, le otorga a la ciudadanía conocimientos mínimos para ejercer su derecho constitucional y es un hecho conocido por todos que no es fácil encontrar ciudadanos correctamente capacitados para auditar una elección como fiscal de un partido.
En este contexto, no es descabellado reflexionar que los sistemas de voto electrónico, no sólo no disminuyen las posibilidades de fraude, sino que lo simplifican y tornan más económico centralizar su posible implementación. La implementación de voto electrónico reduce considerablemente la cantidad real de personas capacitadas para auditar una elección.
Repito algo, nos falta educación y costumbre de buenas prácticas, creo que hay que generar inteligencia a gran escala por el camino del conocimiento aplicado en este tema.
No se lo está tomado seriamente, fundamentalmente porque no se tienen los conocimientos necesarios para hacerlo. Son pocos los ámbitos de desarrollo en el País que se dediquen al tema, mucho menos son los medios que informen adecuadamente sobre el tema; los políticos, en general, lo tocan de oído (en el mejor de los casos) y prefieren que no prospere porque perjudica ciertas prácticas "no santas" ya muy habituales en los comicios, tal como se señala en la nota de Clarín.com. La ciudadanía, en su gran mayoría es ignorante del tema; el sistema educativo básico, garantizado por ley, le otorga a la ciudadanía conocimientos mínimos para ejercer su derecho constitucional y es un hecho conocido por todos que no es fácil encontrar ciudadanos correctamente capacitados para auditar una elección como fiscal de un partido.
En este contexto, no es descabellado reflexionar que los sistemas de voto electrónico, no sólo no disminuyen las posibilidades de fraude, sino que lo simplifican y tornan más económico centralizar su posible implementación. La implementación de voto electrónico reduce considerablemente la cantidad real de personas capacitadas para auditar una elección.
Repito algo, nos falta educación y costumbre de buenas prácticas, creo que hay que generar inteligencia a gran escala por el camino del conocimiento aplicado en este tema.
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