domingo, 24 de septiembre de 2006

Un enemigo encubierto ataca una y otra vez

Publicado por Oscar Gerez
La Bitácora Inútil de El Liberal

Es cosa de hombres dar la cara. Es cosa de cobardes esconderla detrás de un anonimato injurioso y obsceno que sólo puede servir a intereses oscuros porque de otra manera, el que opina o publica una noticia pondría su firma y con ella, su responsabilidad.
Aquí, en el Santiago del Estero pos-juarista, los hilos que tejieron el pasado más nefasto, las herramientas del oprobio siguen gozando de la sobre vida que les otorga la pasividad de muchos actores sociales y la propia justicia. Pareciera que nos hubiéramos convencido de que ninguno está en condiciones de arrojar la primera piedra y ello hace que los mensajes anónimos sean moneda corriente en espacios de opinión pública subterránea, que se pasan de boca en boca, de bar en bar.
Se han creado sitios en internet sin responsables a la vista, se violan cuentas de correos electrónicos para calumniar y para bombardear con mentiras a los adversarios. Se duplica la aparición de publicaciones sin respaldo legal en los que se ensalza o se maldice desde un escondite que les reporta impunidad y un perverso poder extasiado de odio, de rencor y de traición, porque el hoy ensalzado, mañana puede ser el ensuciado, sin procesos de transición.
Poco menos que sicarios del honor de las personas. Asalariados que algunas de las veces mezclan realidades con falacias para crear el peor de los escenarios de credibilidad, porque en el tronco de un dato verdadero o cuasi verdadero hacen crecer espeluznantes ramas de historias imaginadas salpimentadas con acusaciones delictivas o inmorales, la mayoría de las ocasiones.
No hay confundir esta orgía de irresponsabilidades con libertad de prensa. Violar cuentas de correos electrónicos es un grave delito que, precisamente lesiona profundamente la libertad de prensa. Un delito que debe ser esclarecido y sus autores materiales e intelectuales, puestos a disposición de la Justicia. La libertad de prensa presupone el ejercicio responsable del periodismo, con fuentes visibles, con informaciones chequeadas y puestas a consideración del público sin malicia, con documentación fehaciente y con coraje para hacer una lectura de la realidad que, obviamente tendrá mucho de subjetivo -el hombre es sujeto-, pero que tratará siempre de ser honesta mostrando quién es el que opina, mostrando además una coherencia en el tiempo porque ser serio significa mantener una línea de pensamiento aún con matices, pero jamás con posiciones extremas que alternan según el mejor postor.
La opinión pública debe saber que entre los riesgos que afronta la libertad de prensa están no sólo la intolerancia a los medios de comunicación, sino también estos espacios anónimos que disfrazados de periodismo se han puesto al servicio de peleas de poder en los que el público es rehén del chisme. Luego, el ciudadano puede confundir indefinidamente libertad de prensa con este libertinaje.
“La crítica abierta y decente, sin miedos ni cortapisas, es un nutriente indispensable para el cuerpo de la República y un factor que oxigena el cerebro del poder”, dice Adepa. Pero ensuciar a las personas en sus fueros íntimos sólo porque piensan distinto, dañar a terceros con el afán de doblegar luchas o ideales de los adversarios, enmascarar negras intenciones bajo las formas del periodismo, es, menos que un delito, una cobardía propia de aquellos que a falta de razón sólo saben usar la lengua de la peor de las víboras, aquella que, bífida, inocula su veneno un día o regala lisonjas al siguiente.
Mucha gente se siente presa de esta situación en Santiago. Pareciera que en cualquier momento, la chuza puede entrar sin permiso y dejar jirones de carne esparcidos ante la vista de todo el mundo. Sin embargo, para muchos otros, aparecer allí es una condecoración. Porque, si te pega el pasado de oprobio, algo bueno estaremos haciendo a favor del ideal democrático y patriótico que alienta nuestros días.
Para esa gente que lucha y resiste aunque le sigan pegando desde la oscuridad, quisiera terminar con una frase enviada por un amigo, atribuida a Oriana Fallaci y dirigida a su compañero, el poeta griego Alekos Panagulis: “Confío en que seas un hombre como siempre lo he soñado: dulce con los débiles, feroz con los prepotentes, generoso con quien te quiere y despiadado con quien te manda”.

1 comentario:

  1. Muy buen artículo el de Gerez. Realmente no se debe confundir libertad de prensa con este libertinaje.

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