jueves, 2 de noviembre de 2023

Hoy lo importante es preservar la sociedad y al Mundo

Conservar la sociedad

Artículo de opinión de Daniel Innerarity, publicado el 7/10/2023 en La Vanguardia

Con una biosfera al borde del colapso y en medio de una cadena de crisis que gestionamos sin resolverlas de verdad, las expectativas sociales están cambiando profundamente. Ya ni siquiera la retórica de una “gran transformación” (Karl Polanyi) oculta el hecho de que los ideales de cambio se han sustituido por los imperativos de la conservación.

La gran Tipa
Imagen decorativa. Foto de Jorge S. King ©Todos los derechos reservados
Hemos estado sobrevalorando nuestras capacidades no solo de modificar la realidad, sino incluso de gobernar las situaciones y ahora nos conformamos con que no se nos escapen completamente de las manos.

La sociedad contemporánea se ha despedido del concepto de progreso y a lo máximo que aspira es a mejorar su reacción adaptativa. Tenemos una actitud más bien defensiva frente al mundo, donde no se trata ya de progresar sino de mantener y conservar, concretamente, de asegurar nuestra supervivencia.

No faltan ejemplos de ello en la gestión de las crisis: la reacción frente a la última crisis financiera consistió en estabilizar la economía, no en transformarla, salvo en una medida muy escasa, lo que denominamos “ajustes estructurales”.

Las recuperaciones económicas tienen lugar en el contexto de un capitalismo global caracterizado por sus crisis y que son solventadas momentáneamente por la intervención pública. La economía se basa en unas prácticas extractivas y una relación con la naturaleza que han convertido al sistema económico en una fuente de inestabilidad, mientras siguen sin aparecer políticas económicas alternativas.

Actuamos frente a la pandemia sin capacidad de anticipación, de manera reactiva, y es cuestionable que hayamos hecho los aprendizajes necesarios y que seamos capaces de llevar a cabo las reformas aconsejables.

Frente a la crisis climática, la receta de que disponemos es mitigación y resiliencia, o una respuesta individual como los boicots, el reciclaje o el cambio de hábitos de consumo que no son suficientes para reducir significativamente los riesgos generados. Percibimos los riesgos ecológicos como algo que está ya fuera del alcance del control humano.

Una prueba de que estamos más en un contexto de conservación que de transformación es el éxito de los conceptos de resiliencia y mitigación. La resiliencia consiste en la capacidad de adaptación a unas circunstancias exteriores desfavorables; no es un modo de hacerse con el futuro, sino de responder a las crisis del presente.

La apelación a resistir conecta con esa idea del régimen neoliberal de que la seguridad es cada vez menos una tarea del Estado y más una exigencia individual. Y con el concepto de mitigación parecemos resignarnos a disminuir el impacto de las crisis, ya que no somos capaces de evitarlas: el futuro que abre la mitigación no está en la lógica del progreso sino en la de ganar el presente, estabilizarlo y prolongarlo, impidiendo lo peor.

Estoy hablando de algo más amplio y complejo que la supervivencia biológica, que incluye también nuestras expectativas y nuestro modo de actuar en el mundo. Me refiero a una crisis del progreso entendido como una constante mejora de las condiciones vitales, del desarrollo ilimitado del sujeto y de la configuración heroica del futuro.

No estamos ya en el horizonte de un crecimiento económico constante, de la aceleración tecnológica incuestionada, de las innovaciones culturales y la continua revisión de las decisiones vinculantes, que permitiría nuevos momentos constituyentes, transformaciones y reformas. En la adaptación hay cambios, pero no decisiones libres, sino decisiones forzadas y con un conjunto de opciones muy limitado.

En este contexto, es lógico que la esperanza haya perdido mucha de su fuerza sugestiva. Ya no se trata de conquistar el futuro sino de alargar el presente. Bastaría con que nos quedáramos como estamos, parece decirse. Esto tiene otra versión en términos de ruptura entre lo privado y lo público.

La expectativa de una felicidad privada, de ascenso individual y relaciones personales satisfactorias resulta más relevante para la propia vida que la transformación de la sociedad. La famosa tesis de Marx se ha reformulado: lo revolucionario es actualmente preservar el mundo, no tanto cambiarlo.

Una posible explicación de este nuevo paisaje la ofrece el sociólogo alemán Philipp Staab al sostener que se ha hecho patente la contradicción entre el principio moderno de expansión y el principio contemporáneo de conservación. Desde la Ilustración hasta Mayo del 68 se fue afirmando una subjetividad que ya no resulta viable.

El objetivo de auto-rrealización ha quedado a un lado mientras nos ocupamos de las cuestiones relativas a nuestra supervivencia, especialmente desde el momento en que podemos suponer que fue precisamente aquel ideal de la modernidad irreflexiva el que provocó los problemas de supervivencia a los que se enfrenta nuestra sociedad.

¿Y si todo esto nos estuviera animando a buscar un ideal pos-narcisista de la vida buena? Tal vez la primacía de la autoconservación, en lugar de obligarnos a olvidar el desarrollo personal, nos invita a pensarlo de otra manera: que el lujo no sea la explotación de la naturaleza, la disposición absoluta a la movilidad o el consumo desaforado, sino la soberanía sobre el tiempo propio, el desplazamiento a escala humana (a pie, en bicicleta, en transporte público, la conexión digital) o la alimentación sostenible.

No estamos renunciando a ninguna dimensión seria de nuestra libertad actual cuando renunciamos a ejercerla de un modo que arruina nuestra libertad futura./ Artículo de opinión de Daniel Innerarity, publicado el 7/10/2023 en La Vanguardia

Copyright ©La Vanguardia,2023.

Daniel Innerarity
Director de Globernance (Instituto de Gobernanza Democrática) Catedrático de Filosofía Política, investigador «Ikerbasque» en la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea y profesor en el Instituto Europeo de Florencia. Ha sido profesor invitado en la Universidad de La Sorbona, la London School of Economics, el Max Planck Institut de Heidelberg y la Universidad de Georgetown. Ha recibido varios premios, entre otros, el Premio Nacional de Ensayo y el Premio Príncipe de Viana de la Cultura. Su investigación gira en torno al gobierno de las sociedades contemporáneas y la elaboración de una teoría de la democracia compleja. Sus últimos libros son “La política en tiempos de indignación” (2015), “La democracia en Europa” (2017), “Política para perplejos” (2018), “Comprender la democracia” (2018), «Una teoría de la democracia compleja» (2020) y «Pandemocracia. Una filosofía de la crisis del coronavirus» (2020). Es colaborador habitual de opinión en los diarios El Correo / Diario Vasco, El País y La Vanguardia. www.danielinnerarity.es

___________________
NOTA: Las cookies de este sitio se usan para personalizar el contenido y los anuncios, para ofrecer funciones de medios sociales y para analizar el tráfico. Además, compartimos información sobre el uso que haga del sitio web con nuestros partners de medios sociales, de publicidad y de análisis web. Ver detalles.
IMPORTANTE: Todas las publicaciones son sin fines comerciales ni económicos. Todos los textos de mi autoría tienen ©todos los derechos reservados. Los contenidos en los link (vínculos) de las notas replicadas (reproducidas) y/o citadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Éste blog ni su autor tienen responsabilidad alguna por contenidos ajenos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Bienvenido al blog y muchas gracias por su visita. Espero que el contenido sea de utilidad, interés y agrado.
Los comentarios están moderados. Antes de colocar un comentario lea bien las condiciones, tenga en cuenta que no se permitirán comentarios que:
- sean anónimos y/o posean sólo un nickname.
- no estén vinculados a una cuenta.
- posean links promocionando páginas y/o sitios.
- no se admite propaganda de ningún tipo
- puedan resultar ofensivos o injuriosos
- incluyan insultos, alusiones sexuales innecesarias y
palabras soeces o vulgares
- apoyen la pedofilia, el terrorismo o la xenofobia.

Este Blog ni su autor tiene responsabilidad alguna sobre comentarios de terceros, los mismos son de exclusiva responsabilidad del que los emite. De todas maneras, por responsabilidad editorial me reservo el derecho de eliminar aquellos comentarios que considere inadecuados, abusivos, injuriantes, discriminadores y/o contrarios a las leyes de la República Argentina.