La idea original de OpenAI y su ChatGPT ha muerto: ahora, Microsoft está al mando.
El cambio de compañía de Sam Altman, líder del sector de inteligencia
artificial, llevó a los analistas a predecir que la empresa fundada por
Bill Gates podría dominar el campo.
Por Will Oremus, Julian Mark y Eli Tan para The Washington Post
/ Leído en
Infobae.
Sam Altman, ex CEO y miembro de la junta directiva de OpenAI
(EFE) Visto en Infobae |
La idea era que una organización sin ánimo de lucro pudiera anteponer
la ética a los beneficios y la seguridad a una carrera por desarrollar y
comercializar una tecnología que sus fundadores creían que podía suponer
una amenaza existencial para la raza humana.
Pero tras la sorprendente destitución de Altman, seguida de su aparente
salto a Microsoft y de un motín entre el personal de OpenAI exigiendo su
reincorporación, esa idea se tambalea. Y nadie se beneficiará más que
Microsoft, que ahora puede trabajar con Altman y potencialmente con
muchos de sus leales sin las limitaciones de la junta sin ánimo de lucro
de OpenAI.
El consejero delegado de Microsoft, Satya Nadella, “acaba de dar un
golpe de efecto”, dijo Fred Havemeyer, analista de software empresarial
de la firma de servicios financieros Macquarie, en una nota a los
inversores el lunes.
Bajo el mandato de Altman, OpenAI había desarrollado una profunda
asociación con Microsoft, que utilizaba los modelos subyacentes de
ChatGPT y Dall-E para impulsar sus propias herramientas de IA, incluido
un chatbot integrado en su motor de búsqueda Bing. Por su parte, OpenAI
obtuvo miles de millones de dólares de inversión de Microsoft, incluido
el acceso a sus vastos recursos informáticos. El gasto astronómico de la
potencia de cálculo que requieren los sistemas de IA de vanguardia ha
sido una barrera importante para las nuevas empresas que intentan
competir con los titulares de la tecnología.
En 2019, OpenAI creó una filial con ánimo de lucro para estimular
nuevas inversiones. Aun así, Altman se apoyó en el estatus sin ánimo de
lucro de OpenAI para convencer a los reguladores de todo el mundo de que
podían confiar en él como un administrador responsable de la IA y un
aliado en el impulso para regularla.
Mientras tanto, el consejo de OpenAI pensaba que controlaba un freno de
emergencia sobre el desarrollo de la IA, que podía accionar en el
momento en que sintiera que la comercialización de la tecnología iba por
delante de la capacidad de la sociedad para adaptarse a ella. El
viernes, por primera vez, tiró de ese freno de emergencia despidiendo
públicamente a Altman, y la palanca se le rompió en la mano.
El consejo anunció públicamente que había perdido la confianza en
Altman como líder y que lo sustituiría por Mira Murati, CTO, con efecto
inmediato. En una entrada de su blog, la Junta explicó que había echado
a Altman porque no había sido “coherentemente sincero” con algunos de
sus miembros.
Aunque los motivos de esta decisión siguen siendo oscuros, al parecer
se debió, al menos en parte, a la preocupación de que Altman estuviera
dando prioridad a la rápida comercialización de productos como ChatGPT,
GPT-4 y Dall-E 3 por encima de la misión fundacional de la organización
y la investigación sobre la seguridad de la IA.
El lunes, Altman y Greg Brockman, miembro fundador de OpenAI, habían
sido absorbidos por Microsoft. Y casi todos los 770 empleados de
OpenAI habían firmado una carta amenazando con dimitir y unirse a
ellos allí a menos que la junta dimitiera y restituyera a Altman.
Entre ellos estaban Murati, cuyo nombramiento como sucesor interino de
Altman duró dos días, e Ilya Sutskever, uno de los miembros del
consejo que había aprobado forzar la salida de Altman.
“Lamento profundamente mi participación en las acciones de la junta”,
tuiteó Sutskever el lunes. “Nunca fue mi intención perjudicar a
OpenAI. Amo todo lo que hemos construido juntos y haré todo lo que
pueda para reunir a la compañía.”
Lo que será de OpenAI, o lo que quede de ella, no está claro.
Incluso ha habido sugerencias de que Altman podría hacer un regreso
triunfal, aunque la carta de los empleados decía que los miembros de
la junta han dicho “al equipo de liderazgo” que “permitir que la
empresa sea destruida ‘sería coherente con la misión’”.
Lo que está claro, según los analistas, es que el experimento
radical de gobernanza tecnológica que representaba OpenAI les ha
salido por la culata.
“Pensaron que podían tenerlo todo”, dijo Sarah Kreps, directora del
Tech Policy Institute de la Universidad de Cornell. “Así podrían ser
rápidos y seguros en el desarrollo de la IA. Y eso funcionó bien
durante un tiempo”.
Pero después de que ChatGPT capturara la imaginación del mundo y
desencadenara una carrera en toda la industria para comercializar
grandes modelos lingüísticos, OpenAI se convirtió en “víctima de su
propio éxito”, añadió Kreps, dependiendo de Altman para seguir
aportando ingresos e inversiones y poder mantenerse a la cabeza.
Puede que la junta pensara que podría frenar la situación
despidiendo a Altman, pero subestimó su popularidad, opina. “Y así
ahora tienes esta ética de principios de seguridad, pero no queda
nadie para ponerla en práctica”.
Trabajar con Altman y los que le son leales sin la supervisión de un
consejo de administración sin ánimo de lucro puede ser un avance aún
más prometedor para Microsoft que su inversión inicial en OpenAI,
dijo Adam Struck, socio gerente de la firma de capital riesgo Struck
Capital.
“Microsoft está en el asiento del conductor, porque esencialmente
han adquirido todo el valor de OpenAI por esencialmente cero...
Ahora tienen a Sam y no tienen que rendir cuentas a una organización
501(c)(3)”, afirma Struck, refiriéndose a una organización sin ánimo
de lucro. “Lo que da miedo ahora, sin embargo, es que Sam fue
obviamente destituido por una razón. Ahora no va a tener
limitaciones en Microsoft”.
Los analistas predijeron ampliamente que muchos empleados de OpenAI
leales a Altman le seguirían a Microsoft, y que una fuga de cerebros
del talento de OpenAI a una nueva unidad de Microsoft viene con
menos bagaje antimonopolio que una adquisición tradicional.
“Nunca va a haber un problema antimonopolio aquí porque Sam fue
literalmente despedido por la junta”, dijo Struck.
En una nota publicada el lunes, Dan Ives, analista de Wedbush,
comparó la contratación de Altman por parte de Microsoft con una
“jugada de las Series Mundiales de Poker”, afirmando que la ya
sólida posición de la empresa en el campo de la IA es ahora más
fuerte.
La reestructuración del sector no se producirá de forma instantánea,
según tuiteó el lunes Deb Raji, investigador de IA y miembro de
Mozilla. El salto de Altman a Microsoft podría dar lugar a la pausa
de seis meses en el desarrollo que algunos líderes de la IA
solicitaron esta primavera.
“Pase lo que pase en Microsoft, se necesitarán al menos seis meses
para la incorporación y la puesta en marcha, y en el lado de OpenAI,
se necesitará al menos ese tiempo o más para volver a contratar y
recuperarse”, escribió Raji.
Según Havemeyer, analista de Macquarie, OpenAI podría resurgir como
una organización de investigación mucho más pequeña, que siga más de
cerca su misión fundacional. Añadió que si OpenAI pierde la mayor
parte de su talento, queda una gran incógnita: ¿Qué pasará con
ChatGPT, que atrae a más de 100 millones de usuarios semanales?
Havemeyer dijo que es posible que el chatbot siga funcionando con un
“equipo esquelético”, con recursos todavía disponibles a través de
su asociación a largo plazo con Microsoft.
“Sin embargo, si el rendimiento de ChatGPT se deteriora, creemos que
sería probable un éxodo de los usuarios de ChatGPT hacia
alternativas... o un producto desarrollado por el nuevo equipo del
Sr. Altman”, dijo.
Pase lo que pase, la idea de que la junta directiva sin ánimo de
lucro de OpenAI pudiera liderar la revolución de la IA y mantenerla
bajo control al mismo tiempo se ha esfumado.
“Los acontecimientos personales, dramáticos e incoherentes de los
últimos días plantean una pregunta: ¿Son estas las personas que nos
mantienen a salvo de la IA?”, dijo Matt Calkins, consejero delegado
de la empresa de software Appian. “Se parecen mucho al resto de
nosotros. Nadie en este mercado es infalible”. © The Washington Post
2023
Por Will Oremus, Julian Mark y Eli Tan para The Washington Post / Leído en Infobae.-
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