Martin Hilbert: "La verdadera fuente de poder de las redes ha sido
llevarnos a nuestro narcisismo, enojo, ansiedad, envidia, credulidad y,
por cierto, a nuestra lujuria".
Por Daniel Hopenhayn. Especial para
BBC Mundo.
"El crecimiento de la digitalización siempre fue exponencial, pero la
pandemia lo aceleró con esteroides", asegura Martin Hilbert, investigador
alemán de la Universidad de California-Davis y autor del primer estudio
que calculó cuánta información hay en el mundo.
Martin Hilbert, imagen vista en BBC |
Esto debiera preocupar especialmente a América Latina, "porque son líderes
mundiales en el uso de redes sociales", advierte Hilbert, que vivió una
década en Chile como funcionario de la ONU y hoy vive a 40 minutos de
Silicon Valley.
En conversación con BBC Mundo compartió su opinión de que las nuevas
tecnologías plantean desafíos de alcances tales que podrían exigir una
evolución de la conciencia humana.
¿Qué novedades trajo la pandemia a nuestra relación con las redes
digitales?
Tuvo dos efectos simultáneos: nos hizo más sensibles a las secuelas
tóxicas de la digitalización, pero aceleró nuestra dependencia de ella.
Y también confirmó que el segundo efecto es más poderoso que el primero:
ser conscientes de que esta adicción nos hace mal no produce ningún
cambio en nuestras conductas.
"Las llamadas tecnologías persuasivas cumplen su misión cuando eres adicto y no puedes desviar tu atención de ellas"
¿Por qué crees que ocurre eso?
Hay que entender cómo funciona esta economía digital, donde el recurso
escaso a explotar es la atención humana.
El negocio de los gigantes tecnológicos −Google, Apple, Facebook,
Amazon− no es ofrecerte avisos comerciales: es modificar tus
comportamientos para optimizar el rendimiento de esos avisos.
Y pueden hacerlo porque los algoritmos, al procesar millones de datos
sobre tu comportamiento, aprenden a predecirlo, mucho mejor que tú
mismo.
Pero para conocerte e influir sobre ti necesitan mantenerte conectado.
Por lo tanto, las llamadas tecnologías persuasivas cumplen su misión
cuando eres adicto y no puedes desviar tu atención de ellas.
Por lo que muestra el documental El dilema de las redes sociales,
muchos en Silicon Valley se arrepienten de haber creado esas
tecnologías.
Aquí en Silicon Valley el término de moda es human downgrading
[degradación humana], que resume la siguiente idea: de tanto discutir
cuándo la tecnología iba a sobrepasar nuestras capacidades, perdimos de
vista que las máquinas se estaban enfocando en conocer nuestras
debilidades.
Ganarle una partida al campeón de ajedrez era lo de menos. Su verdadera
fuente de poder ha sido llevarnos a nuestro narcisismo, a nuestro enojo,
ansiedad, envidia, credulidad y, por cierto, a nuestra lujuria.
Es decir, las tecnologías persuasivas apelan a mantenerte en la versión
más débil de ti mismo para que gastes tu tiempo en las redes.
Algunos críticos han dicho que el documental es alarmista, o que
carece de perspectiva histórica para entender que estos fenómenos no
son tan nuevos.
Como todo documental, deja sin cubrir aspectos importantes, como el
cruce entre la tecnología y las desigualdades. Pero no percibo un
alarmismo exagerado.
Quienes critican estos discursos tienen una frase típica: "Estas cosas
siempre existieron". Y es verdad. De hecho, Facebook hizo un estudio
para mostrar que la red social influye menos en la polarización
política que nuestro apego innato a los amigos de ideas afines.
Pero el mismo estudio mostró que los algoritmos de recomendación de
Facebook duplican ese efecto, y ahí está el problema. Los huevos y la
carne siempre subieron el colesterol, pero en las últimas décadas
potenciamos ese efecto con una avalancha de helados y papas fritas.
¿Me explico?
Lo que pasa es que nos cuesta admitir el efecto en nosotros mismos.
Nos preocupa mucho ver a nuestros hijos pegados todo el día a un
chupete digital, incapaces de concentrarse o asimilando expectativas
poco realistas sobre sus cuerpos. Pero nosotros somos otra cosa,
usamos las redes por divertirnos, nadie nos mete un chupete en la
boca.
Pero es un hecho que la tecnología digital también nos presta
servicios imprescindibles. La pandemia lo ha dejado bastante
claro.
Sin duda, y eso no tiene vuelta atrás.
El crecimiento de la digitalización siempre fue exponencial. Hace 25
años no teníamos celulares y ya es imposible imaginarlo. Pero la
pandemia lo aceleró con esteroides. Aunque también mostró sus
limitaciones, ¿no?
Yo doy clases en línea hace años y conozco muy bien sus desventajas,
pero ahora cada maestra de primaria descubrió que con niños de 7
años no funciona para nada.