Publicado por Clarín/ La Vanguardia.
La India se suma a China y a Rusia en limitar el uso a servicios y sitios extranjeros en su territorio.
La comunicación a través de internet se convirtió en una de las vías más sencillas y rápida de contactarse entre personas, por la multiplicidad de dispositivos y plataformas que hay en la actualidad. Eso sí, salvo en países como China donde desde el gobierno ejercen un control absoluto sobre la red. Allí todos los servicios de Google (Gmail, Duo, entre otros) están bloqueados. Tampoco hay acceso a Messenger, la plataforma de mensajería de Facebook. Ni hablar de WhatsApp.
Captura de pantalla de una sección del Mapa de la red mundial de cables submarinos La imagen no pertenece a la nota de Clarín |
Esta es una buena muestra de lo complejo que representa entablar una comunicación con alguien en China desde fel extranjero. De hecho incluso servicios que en principio no están prohibidos pueden dejar de funcionar durante un tiempo sin ninguna explicación. Como sucedió recientemente con el buscador de Microsoft, Bing.
Imaginen por un momento una distopía: que lo que está sucediendo con internet en China comienza a suceder en muchos otros países. De repente dejaríamos de estar seguros sobre cómo comunicarnos con alguien si no vive en nuestro propio país. E incluso, en el peor de los casos, quizá esa comunicación no fuese posible.
Según el periódico The New York Times, la India quiere seguir los pasos de China y censurar contenidos y servicios de la red. El otro día también informamos de que Rusia parece tentada a frenar ciertos servicios en la red, incluso ha programado un ensayo general de apagón de Internet.
Esos tres países suman una población de casi 2.900 millones de personas. Una cifra bastante elevada del total de la población mundial, que se estima en unos 7.350 millones de habitantes. A esta abrumadora cifra podrían sumarse los casos de países que también censuran, de forma permanente o intermitente, el acceso a muchos servicios de internet. Como son los casos de Arabia Saudí, Irán, Egipto o Bielorrusia.
Por ejemplo, un ciudadano chino en Argentina utiliza dos cuentas de correo diferentes en su iPhone para acceder a las aplicaciones de la App Store de su país de origen, en la que descarga apps como Wechat (el equivalente chino a WhatsApp). Y con su cuenta de la App Store local puede acceder a aplicaciones prohibidas en su país natal.
“En mi país hay mucha gente que no sabe ni lo que es Google, cuando viajo allí me doy cuenta de que la gente sabe muy poco sobre cómo es Internet fuera de China”, aclara.
Más allá de lo que esto supone de cara a la libertad de expresión, este avance del control de internet en el mundo puede llevar a que se rompa la propia esencia de la red. Al fin y al cabo, nació para ser precisamente una red de comunicación universal.
Es evidente que cuantos más países sigan el modelo chino más difícil será la comunicación en internet. Incluso para cuestiones tan mundanas como mandarse unas hojas de cálculo y un puñado de documentos de Word. De hecho servicios tan populares como Dropbox también no pueden superar el gran "Firewall", que es como se denomina la tecnología que usa el Gobierno para clausurar las puertas de internet.
De ir a más esta tendencia Internet se convertiría en un laberinto para poder hacer llegar la información de un país a otro. Por supuesto existen tecnologías para saltarse las restricciones en los países que más intensamente aplican la censura, como son los VPN. Aplicaciones que engañan a los sistemas para poder acceder a servicios o páginas webs prohibidas. Pero, evidentemente, su uso está penado en los países que practican una férrea censura.
Si la fragmentación de internet avanza nos encontraríamos con la paradoja de que los servicios de internet más populares a nivel mundial serían los que se plieguen a los deseos de los gobiernos censores. Eso explica que trabajadores de Google hayan protestado por los planes de la empresa de lanzar una versión del buscador censurada por el Gobierno de China.
Facebook, que cada vez tiene más problemas para conseguir nuevos usuarios, también estableció contactos con China para intentar expandir su servicio a ese enorme mercado. Incluso Apple, que hace de la privacidad del usuario una de sus señas de identidad, ha sido criticada por instalar servidores de iCloud, su nube, en China para alojar los datos de sus usuarios en ese país. Algo a lo que se ha visto obligado por la legislación China.
De esta forma se da el paradójico caso de que si compartimos datos en iCloud con un usuario que tenga su cuenta en China, esos datos podrían ser monitorizados por las autoridades del país. Aunque Apple garantiza que nadie tendrá acceso a los datos de sus servidores ubicados en China, Amnistía Internacional negó que el gigante de Cupertino pueda asegurar tal cosa. Esperemos que estemos a tiempo para que la política, y también nuevas herramientas tecnológicas que modernicen Internet, puedan frenar que en el futuro la red que conocemos se convierta en una una suerte de intranet de países occidentales. / Publicado por Clarín/ La Vanguardia.--
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