El celestino común (Thraupis sayaca), también llamado chogüí, en
algunas regiones le dicen sayubú, es un ave de la familia Thraupidae. Un
hermoso pajarito, los machos presentan un color celeste metalizado en el
dorso, con las alas y la cola de color gris en tono verdoso. Las hembras son
de un color más apagado.
Foto: "Los celestinos", de Jorge S. King©2020 |
Normalmente habitan en matorrales y bosques, pero también en zonas
urbanas. Son habituales por nuestras arboledas, tienen su parada en la tipa
blanca frente a mis ventanas y cuando están buenas las mandarinas,
son los primeros en darse una panazada.
Su habitad está disperso en una amplia región de Sudamérica que abarca
varios países, Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay.
En Argentina habita en las provincias de Jujuy, Formosa, Salta, Tucumán,
Córdoba, Misiones, Entre Ríos, Buenos Aires, Mendoza, Santa Fe, Santiago del
Estero, Chaco, Corrientes, Catamarca y La Rioja.
En Paraguay y el norte de la Mesopotamia de Argentina, donde prevalece el
idioma guaraní, a ésta ave le dicen chogüí. Y en Bella Vista, provincia
de Corrientes, se cuenta una leyenda acerca de él.
Dicen que "una joven paisana tenía un hijo y este no tenía con
quién jugar; su única diversión era mirar cómo volaban los pájaros tan libres
y tan dueños del cielo. Al pequeño le gustaba mucho encaramarse, subirse a los
naranjos a comer las ricas naranjas. Su madre cada vez que salía a trabajar le
encargaba que no saliera de la casa, ya que podía venir un animal salvaje y
hacerle daño. Siempre prometía hacer caso, pero la mayor parte de las veces
llegaba la mamá y no encontraba a su hijo, que atraído por el monte andaba
deambulando por él".
"Un día lo castigó fuertemente con una rama y le hizo prometer no salir más.
Durante mucho tiempo cuando la madre volvía él ya estaba en casa. Pero un día
estaba en lo alto de un naranjo mirando el camino para ver venir a su madre
para bajar corriendo, pero no la vio llegar. Cuando la madre llegó a su rancho
y no lo encontró, lo llamó fuerte y el niño la escuchó. Al querer bajar tan
rápido, sus pequeños pies se resbalaron y cayó al suelo. La madre no escuchó
cuando el niño cayó y en el mismo momento que cerró sus ojos para siempre, su
cuerpo sufrió una transformación tal, que se convirtió en un pájaro chogüí,
como aquellos a los que había admirado tanto. Sobre la cabeza de la mujer que
esperaba a su hijo, pasó volando y cantando y se fue con toda la bandada de
chogüíes".
"Según cuenta la leyenda, el muchachito convertido en chogüí viene todos los
días a su casa, acompaña a su madre al trabajo y va a los naranjales a
picotear las naranjas que son su fruta preferida".--
Todas las fotografías con Todos los derechos reservados por Jorge S. King© 2006-2020 Absténgase de utilizarlas
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