El mundo evalúa las consecuencias económicas de los aranceles de Trump
Donald Trump ha elevado los derechos de importación estadounidenses a sus
niveles más altos en más de un siglo. Aliados y adversarios se esfuerzan por
entenderlo.
Por Daisuke Wakabayashi y River Akira Davis, publicado por
The New York Times
Computadoras portátiles de Taiwán, vino de Italia, camarones congelados de
India, zapatillas Nike de Vietnam y mantequilla irlandesa.
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Visto en The New York Times |
Ahora se encuentran entre las vastas categorías de bienes sujetos a
impuestos adicionales después de que el presidente Donald Trump impusiera el
miércoles aranceles universales a todos los socios comerciales de Estados
Unidos, así como derechos adicionales más elevados a 60 países que consideró
los “peores infractores” de prácticas comerciales desleales.
En un brusco cambio respecto a décadas de política comercial, Trump
instauró un arancel básico del 10 por ciento sobre todos los bienes
importados a Estados Unidos. Además, la próxima semana se cobrará a otras
naciones un arancel denominado recíproco a un tipo aún más elevado.
Para la Unión Europea y China, los dos mayores socios comerciales de
Estados Unidos, la Casa Blanca impuso aranceles del 20 y el 34 por ciento.
El gravamen adicional a China se añadirá a un arancel del 20 por ciento
impuesto anteriormente por Trump.
Ni siquiera se libraron aliados cercanos como Japón y Corea del Sur.
Tampoco países como Australia y Brasil, que compran más a Estados Unidos de
lo que le venden.
El anuncio, que Trump había calificado de “Día de la Liberación” de Estados
Unidos, causó conmoción en todo el mundo y agitó el espectro de una guerra
comercial mundial. Los mercados bursátiles se desplomaron al conocerse la
noticia, ya que los inversores se sorprendieron por la magnitud y el alcance
de los aranceles.
En menos de tres meses, Trump ha declarado aranceles sobre Canadá, México y
China, junto con derechos de importación sobre el acero, el aluminio, los
automóviles y las piezas automotrices. La orden ejecutiva del miércoles
incluía exenciones para los semiconductores, los productos farmacéuticos y
la madera. Pero los analistas creen que no se trata de indultos, sino de
productos que serán el próximo objetivo.
Aliados y adversarios se esfuerzan por entender la avalancha arancelaria de
Trump, que ha elevado los derechos de importación estadounidenses a sus
niveles más altos en más de un siglo y no ha dado señales de ceder. Algunos
amenazaron con tomar represalias. Otros presionaron abiertamente para que se
negociara, mientras que algunos insistieron silenciosamente para que se
hicieran concesiones a través de canales ocultos.
China acusó a Estados Unidos de “intimidación unilateral” y prometió tomar
“firmes contramedidas para salvaguardar sus propios derechos e intereses”.
Corea del Sur convocó un grupo de trabajo de emergencia y prometió “volcar
todos los recursos del gobierno para superar la crisis comercial”. En
Brasil, el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo que estaba
evaluando medidas de represalia.
En un discurso pronunciado a primera hora de la mañana del jueves, Ursula
von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dijo que la economía
mundial “sufrirá masivamente” las consecuencias de los aranceles. Al mismo
tiempo que instaba a la negociación, dijo que el bloque estaba preparando
nuevas contramedidas, además de los aranceles de represalia que ya había
alistado para el anterior impuesto sobre el acero y el aluminio
extranjeros.
Asia se vio especialmente afectada por el plan de Trump. Vietnam,
beneficiario de las empresas que trasladaron su producción fuera de China
durante la primera presidencia de Trump, fue abofeteado con un gravamen del
46 por ciento. Taiwán, Tailandia e Indonesia recibieron aranceles de
importación superiores al 30 por ciento. La Casa Blanca impuso un arancel
del 26 por ciento a las importaciones procedentes de India.
Durante décadas, las exportaciones han servido de vía hacia la prosperidad
económica para los países asiáticos en desarrollo que salen de un conflicto,
una crisis o la pobreza. Los últimos aranceles castigaron a países como
Taiwán y Japón, que han logrado modernizar sus economías mediante el
comercio, y también oscurecieron las perspectivas de naciones más pobres
como Camboya y Bangladés, que aún intentan seguir ese camino.
Camboya, productora de ropa y calzado, fue golpeada con un arancel del 49
por ciento. Estados Unidos es el mayor mercado de exportación del
país.
“Como país pequeño, solo queremos sobrevivir”, dijo Sok Eysan, portavoz del
gobernante Partido Popular Camboyano.
Trump ha culpado a la venta de productos baratos procedentes de estos
países del vaciamiento del sector manufacturero estadounidense. Pero también
han contribuido a mantener a raya la inflación, reduciendo los precios para
los consumidores estadounidenses.
Sarang Shidore, director del programa sur global del Quincy Institute for
Responsible Statecraft de Washington, DC, dijo que los aranceles afectarían
más duramente a varios países en desarrollo, a la vez que animarían a gran
parte del mundo a avanzar más rápidamente hacia un orden sin Estados Unidos
en el centro.
“En lo que respecta al comercio, estamos en un mundo multipolar y existen
mercados alternativos. Aunque, por supuesto, habrá dolor y costos de
transacción en la diversificación”, dijo.
Anthony Albanese, primer ministro de Australia, dijo que su país no
respondería con aranceles de represalia, prometiendo que Australia no se
“uniría a una carrera hacia el abismo que conduce a precios más altos y a un
crecimiento más lento”.
En Japón, funcionarios y expertos en comercio se vieron sorprendidos por la
magnitud del nuevo arancel al que se enfrentará el país: un 24 por ciento.
Fue especialmente chocante, dado que el arancel medio de Japón sobre los
bienes no agrícolas es de los más bajos del mundo. Japón calificó el arancel
de “extremadamente lamentable” y prometió seguir buscando una
exención.
El primer ministro, Shigeru Ishiba, ha prometido aumentar la inversión
japonesa hasta aproximadamente 1 billón de dólares, centrándose en la compra
de más productos estadounidenses, como el gas natural licuado.
Antes de que se anunciaran los últimos aranceles, Takeshi Niinami, director
ejecutivo de Suntory Holdings, gigante japonés de las bebidas conocido por
sus marcas de whisky de primera calidad, dijo que creía que se podría
negociar la reducción de los aranceles porque Japón es el mayor inversor
extranjero en Estados Unidos.
“Puede sobrevenir un periodo de caos”, dijo. “Pero, en última instancia, la
situación se estabilizará”.
Exiger, una empresa de análisis de datos, calculó que los anuncios de Trump
darían lugar a 600.000 millones de dólares de nuevos aranceles
estadounidenses al año. La mayor parte del gravamen procedería de 10 países,
y las exportaciones chinas representarían una cuarta parte de los aranceles
adicionales, con 149.000 millones de dólares. Los productos vietnamitas se
enfrentarían a 63.000 millones de dólares, los taiwaneses a 37.000 millones
y las exportaciones japonesas a 36.000 millones. Los productos alemanes e
irlandeses juntos se enfrentarían a 41.000 millones de dólares en gravámenes
adicionales.
Durante la primera presidencia de Trump, las empresas tecnológicas
trasladaron parte de su producción a Vietnam para protegerse de una posible
guerra comercial con China. Un tercio de las exportaciones de Vietnam son
ahora productos electrónicos.
En los últimos años, Apple ha trasladado a Vietnam la fabricación de
AirPods, relojes y iPads. También trasladó parte de la producción de iPhone
a India, tras años de depender exclusivamente de fábricas chinas.
El conglomerado surcoreano Samsung Electronics ha invertido más de 20.000
millones de dólares en Vietnam desde que empezó a abrir fábricas allí hace
casi dos décadas. Ahora produce más bienes en Vietnam que en China. El año
pasado, produjo bienes por valor de unos 70.000 millones de dólares en sus
fábricas vietnamitas, la mayoría para la exportación.
Las políticas de Trump también están complicando las decisiones de las
pequeñas empresas estadounidenses. Brenden McMorrow, cofundador de
Move2Play, un fabricante de juguetes con sede en Torrance, California, dijo
que la empresa fabricaba todos sus productos en China desde que empezó hace
unos nueve años. Pero empezó a considerar fábricas en Vietnam o India para
protegerse de los aranceles chinos a la importación.
En Vietnam, descubrió que las fábricas dirigidas por empresas chinas que
utilizaban materiales procedentes de China no eran mucho más baratas. En
lugar de ello, decidió probar fabricar uno de sus juguetes en India, una
decisión que, según McMorrow, parece mejor con los elevados aranceles
impuestos a Vietnam. Evaluó la posibilidad de fabricar en Estados Unidos,
pero dijo que los costos eran aproximadamente cinco veces superiores a los
de China.
Y a pesar del mayor costo de los aranceles, no ve ahora más viable la
producción en Estados Unidos.
“No creo que tenga sentido invertir en la fabricación en Estados Unidos. Si
el próximo presidente da marcha atrás en todos estos aranceles, te
encontrarás en una situación terrible”, dijo. “Tiene más sentido quedarnos
donde estamos fabricando actualmente y no hacer grandes movimientos
arriesgados”. / Por Daisuke Wakabayashi y River Akira Davis, publicado por The New York Times.-
Notas relacionadas:
- Fuertes caídas del dólar y de las bolsas del mundo tras el anuncio de aranceles de Trump. BBC. 03/04/2025. 17:26
- ¿Quién paga los aranceles de EE.UU. y a dónde va ese dinero?. CNN. 03/04/2025. 17:22
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