Tropas irregulares, terrorismo y migrantes lanzados como arma: las tácticas
de la guerra híbrida.
Por Antonio Fernández, publicado por
La Razón.
Las guerras convencionales están en desuso, incluso cuando se llevan a cabo
en territorios alejados del eje occidental, como hemos podido ver con la
retirada de Estados Unidos en Afganistán.
Eso no significa que los conflictos armados estén desapareciendo. En
absoluto. Simplemente que el formato tradicional en el que dos ejércitos
oficiales se enfrentaban a cañonazos -o con misiles- está cambiando hacia un
modelo menos aparatoso y más discreto, pero con el mismo objetivo de
desestabilizar y asfixiar al enemigo para obtener una ventaja de tipo
económico, diplomático o militar. Internet, los medios de comunicación y un
gasoducto pueden ser tan efectivos como los tanques y los buques de guerra
lo fueron en el pasado.
|
Soldados polacos en la frontera con Bielorrusia desplegados para
frenar la llegada de migrantes enviados por Bielorrusia Foto:
IREK DOROZANSKI HANDOUT / EFE Vista en
La Razón
|
Es lo que los expertos llaman “guerra híbrida”, un enfrentamiento que trasciende el espacio físico y donde los
contendientes usan como armas tropas no regulares, métodos terroristas,
ataques cibernéticos, financiación de partidos radicales, difusión de
noticias falsas y el envío de migrantes como instrumento para desestabilizar
al contrario, tal y como estamos viendo estos días en la frontera de
Bielorrusia con Polonia.
El término fue formulado hace años por Frank Hoffman (2007) la referirse a
ella como al despliegue de “diferentes modos de guerra, incluidas
capacidades convencionales, tácticas y formaciones irregulares, actos
terroristas que incluyen violencia y coerción indiscriminada, así como
desorden criminal”.
Para algunos expertos militares no es sino la actualización de la vieja
guerra de guerrillas desplegada por tantos países a lo largo de los dos
últimos siglos. La guerra híbrida, sin embargo, supone un avance en la
teoría militar al incorporar nuevos actores y estrategias como la propaganda
y la provocación.
Este tipo de enfrentamiento está protagonizado muchas veces por actores no
estatales. El ejemplo más claro es el del Estado Islámico y su campaña de
terror global con la decapitación en Siria y de periodistas y activistas
occidentales basada en la grabación de vídeos difundidos en las redes
sociales.
A continuación repasamos las cinco estrategias más habituales que definen
una guerra híbrida.
Tropas no regulares y operaciones especiales
En 2014, miles de soldados tapados con pasamontañas comenzaron a tomar y
patrullas los puntos estratégicos de la península de Crimea en una operación
especial que asombró a Occidente. No formaban parte de un ejército
reconocido ni reconocible, pero desde Washington se apuntó inmediatamente a
Rusia y en particular al Servicio de Inteligencia Militar Ruso (GRU), una
agencia conocida en la era soviética por sus métodos agresivos y su opacidad
en comparación con el KGB.
El envío de soldados no identificados se repitió posteriormente en el este
de Ucrania, donde Rusia reclutó y formó militarmente a residente locales
para enfrentar al Ejército de ucraniano. A veces también se utilizan
mercenarios y fuerzas “delegadas”, como sucedió en Crimea. Las fuerzas
paramilitares cuentan a menudo con abundante armamento y una logística muy
superior a lo que es frecuente entre milicianos o guerrilleros.
El envió de tropas regulares a las fronteras de países rivales es una
táctica cada vez más habitual. Rusia ha desplegado más de 100.000 tropas
cerca de la linde con Ucrania en un ejercicio que Washington denuncia como
una provocación si bien Moscú ha negado que tenga la intención de iniciar
una invasión de su vecino.