El jueves pasado tuvimos un gran susto cuando mi Papá, de 91 años, se descompensó y tuvo que ser internado de urgencia.
Toda la familia se movilizó alrededor de él y de mi Madre. Aunque la primera noche mi Madre, que no quiso separarse de él y lo acompaño, las siguientes nos turnamos con mi hermano. En éstos días pasamos gran parte de cada día en el sanatorio o tras de algún asunto que era necesario conseguir.
El viernes se necesitaron dadores de sangre, y se realizó una convocatoria a la que acudieron los amigos y personas de buen corazón que lo conocen a mi Padre. Gracias a Dios nunca faltan, aún hay gente buena, muchas más de las que por ahí se puede pensar.
En el Sanatorio Alberdi, que se encuentra a pocos metros de casa y lleva el nombre del barrio, recibimos una muy buena atención. Estamos muy agradecidos con el personal, y en especial con las enfermeras que lo han atendido al "abuelo" con muchos mimos.
Gracias a Dios y a las oraciones de muchos, y las atenciones y cuidados recibidos, mi Padre comenzó a evolucionar y a recuperarse. Hoy se decidió darle el alta y ya está en casa.
No es tiempo aún, el viejo escoces sigue de pie gracias a Dios. Como alguna vez comentamos, como esos
pilares de roca que desde tiempos inmemoriales representan la constancia del espíritu escoces.