Por Anatoly Kurmanaev, publicado por The New York Times.
MOSCÚ — En una tarde lluviosa de esta semana, un grupo de funcionarios rusos y ejecutivos del sector petrolero se reunieron para asistir a misa en una iglesia católica escondida tras la imponente sede del servicio secreto en el centro de Moscú.
No fueron a orar: recordaban al difunto líder venezolano Hugo Chávez, quien desembolsó miles de millones de dólares en armas y maquinaria rusas. Además mostraban su apoyo por Nicolás Maduro, su sucesor asediado.
Foto de Maxim Shemetov/Reuters. Vista en TNYT |
Maduro intenta salvar el sistema político que, durante dos décadas, construyó con Chávez y el apoyo de Rusia. Su catastrófica gestión económica ha ocasionado que la oposición reclame el liderazgo del país con el apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de las naciones suramericanas.
Para Rusia eso se ha convertido en el intento más reciente de Occidente para derrocar a un gobierno adversario y limitar el alcance global del presidente Vladimir Putin. El Kremlin reaccionó cerrando filas con Maduro y ofreciéndole su apoyo diplomático, lo que fue evidente en la ceremonia celebrada el miércoles en la iglesia de San Luis de los Franceses.
Alexander Shchetinin, principal diplomático latinoamericano de Rusia, e Igor Sechin, el poderoso dirigente de la mayor estatal petrolera rusa, Rosneft, fueron algunos de los que llevaron flores al monumento a Chávez. Sin embargo, detrás de los actos oficiales, las élites políticas y económicas de Rusia se están dividiendo sobre cómo preservar sus intereses de la mejor manera.
Mientras Maduro y Juan Guaidó, el líder de la oposición, se disponen a librar una guerra de desgaste, el Kremlin enfrenta una fuerte decisión: aumentar el apoyo a su aliado o formar parte de los que eligieron a su sucesor.
El camino que tome Putin ayudará a determinar si Venezuela tendrá una transición gubernamental pacífica, si se iniciará una guerra civil o se consolidará el modelo represor del gobierno de Maduro.
“La imagen y la influencia global de Rusia están en juego en Venezuela”, dijo Vladimir Rouvinski, politólogo de la Universidad Icesi en Cali, Colombia. “El impacto inicial y el miedo en Rusia de que perderían todo en Venezuela se está remplazando con la posibilidad de que puedan volverse parte de una transición negociada y asegurar que se respeten sus intereses”.
Esos intereses abarcan desde los proyectos petroleros y los contratos militares de las firmas estatales rusas en Venezuela hasta el valor geopolítico de tener un aliado contrario a las políticas de Estados Unidos en el hemisferio occidental.
En años recientes, Rosneft se ha convertido en el socio petrolero más grande de Venezuela y un prestamista de emergencia, pues ha adquirido acciones en cinco proyectos de producción de crudo y le ha prestado al gobierno de Maduro alrededor de 7000 millones de dólares a cambio de petróleo. Venezuela aún le debe a Rosneft alrededor de 2300 millones de dólares, según una presentación de la compañía realizada en febrero.
Venezuela también debe 3100 millones de dólares al Ministerio de Finanzas de Rusia por armas, camiones y granos adquiridos a crédito. Finalmente, el exportador de armas estatal de Moscú tiene contratos de servicio multimillonarios para dar mantenimiento a los tanques, los aviones de combate y los sistemas de defensa aérea fabricados en Rusia con los que cuenta Venezuela.