Serbia habla con Diego Cabot del Diario La Nación, sobre la complicada situación que afectó a cientos de miles de usuarios.
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Una batería de infracciones y retos que acercan a las compañías eléctricas casi al quebranto
El mundo de lo imposible se ha instalado en el sector eléctrico argentino. El Gobierno se subió al escenario ayer y elevó la voz para retar a las distribuidoras de electricidad porteñas, una intervenida y la otra con cuatro directores puestos por el Estado. Impostados o no, los gritos y las amenazas oficiales tienen un vicio oculto: son de cumplimiento imposible. Si efectivamente intentase hacer efectivos los retos, Edenor y Edesur caminarían derecho a un virtual estado de quiebra.
El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y sus funcionarios más cercanos saben que las distribuidoras no tienen capacidad para pagar la factura de Cammesa, el mayorista que les vende energía para que repartan a diario en los domicilios particulares.
Tampoco podría pagar todas las multas a las más de 600.000 personas que quedaron a oscuras, en el supuesto que esos números sean ciertos o comprobables.
Todos juntos, incluido el actual ministro de Economía, Axel Kicillof, acordaron una suerte de cuenta corriente con olor a asiento contable entre el comprador y el vendedor de electricidad. El propósito de ese acuerdo fue dejar pasar ese importante costo, mantener las tarifas por el piso, pero no dejar de pagar los sueldos de los empleados de las empresas. Apenas a cuentagotas, Edenor y Edesur reciben dinero de un fondo fiduciario que no administra el Banco Nación y que ellos no manejan, que se destina a obras de que digita el Gobierno.
El dinero que entra a las distribuidoras, acordaron todos, se destinaría a dos grandes ítems: atender las urgencias -la prevención se discontinuó hace tiempo- y pagar los salarios. El excedente, si es que sobraba algo, iba a Cammesa. Con ese acuerdo funcionaron el ultimo tiempo. Edenor acumuló una deuda por alrededor de $ 1000 millones y Edesur, alrededor de 400 millones, según datos que brindó De Vido.
Pero ahora, los mismos que accedieron y ofrecieron ese acuerdo hoy reclaman el pago de toda la deuda. Aquella alfombra roja que les permitió a unos sobrevivir y a otros esconder la crisis detrás de la demagogia tarifaria hoy conduce a la quiebra de las distribuidoras. Así de simple.
Kicillof conoce como pocos esta situación. Pero calló. Hace 18 meses redactó el decreto 1277 de intervención completa del sector energético. Las empresas escucharon largas alocuciones del ahora ministro; les comunicó que estudiaría cómo otorgar ingresos para destinar a inversiones. Pidió 60 días para terminar mientras hizo arqueología de datos en las empresas. Parte de su equipo fue designado como directores en diversas empresas para conocer de primera mano la situación.
NÚMERO ROJOS
En ese momento, tanto Edenor como Edesur presentaban números rojos en sus balances. En el último trimestre de 2010 los resultados operativos de las compañías abandonaron la línea de equilibrio. Cada cuatro meses anotan quebrantos de más de 300 millones de pesos. Esos números, remarcados, en rojo y en Excel, como le gusta Kicillof, se llevó el ministro. Pero todo siguió igual.
Pasada la tormenta de calor, no eran pocos los especialistas que hablaban de milagro. "Se despachó el 28% más que la misma semana del año anterior. Eso, con el actual nivel de mantención de la red, es un milagro", dijo un hombre que conoce como pocos los números del sector.
Ayer De Vido reclamaba a las dos compañías que paguen la millonaria deuda acumulada.
El mundo energético argentino se acostumbró a desbalances en todas las etapas; no importa si es la generación, el transporte o la distribución. El desmanejo tampoco conoce de ideologías. Con Cammesa no sólo acumularon deudas las dos más grandes; en la columna del debe hay empresas públicas (la cordobesa EPEC), cooperativas y obviamente, privadas. Todas están atravesadas por los desequilibrios.
"El sistema eléctrico está perfectamente preparado para encarar la temporada veraniega. La cesación de pagos al Estado que anunció Edesur y los conflictos por falta de personal y horas extras no van a afectar el servicio. Estamos atentos a la distribución, no hay que descuidarla. En Edesur hemos puesto de interventor a Luis Barletta. Está intervenida Edesur y estamos detrás de Edenor para que haga una fuerte inversión para mejorar el servicio." Palabra de De Vido. Octubre de 2012. / Por Diego Cabot para
La Nación 04/01/2014.