Existen dos Latinoaméricas. La primera se trata de un bloque de países —entre ellos Brasil, Argentina y Venezuela— que colinda con el océano Atlántico, desconfía de la globalización y otorga al Estado un papel más importante en la economía. La segunda —compuesta por países que dan al Pacífico, como México, Perú, Chile y Colombia— promueve el libre comercio y la apertura de mercado.
Debido a que ambos grupos cuentan con una geografía, cultura e historia similares, esta división ha convertido al subcontinente en una especie de experimento económico controlado. Durante casi una década, las economías de los países del Atlántico han crecido con mayor rapidez, en gran parte gracias al alza de precios de las materias primas. Pero los próximos años pintan mejor para los países del Pacífico. Por consiguiente, la región como un todo enfrenta una decisión sobre qué camino tomar: ¿el del Atlántico o el del Pacífico?
Existen buenos motivos para pensar que los países que colindan con el Pacífico tienen una ventaja. Alan García, ex presidente de Perú, afirmó en una conferencia reciente en Ciudad de México que buena parte del continente está pagando los costos del proteccionismo exagerado y la política irresponsable.
El ex mandatario agregó que esta no es la América Latina que ve en el futuro, sino una representada por países como Chile —que, señaló, desde hace mucho ha sido un buen ejemplo de cómo hacer las cosas; Colombia, Perú y México.
En 2014, la Alianza del Pacífico —bloque comercial conformado por México, Colombia, Perú y Chile— crecería en promedio 4,25%, impulsada por altos niveles de inversión extranjera y baja inflación, según previsiones de Morgan Stanley. No obstante, el grupo del Atlántico integrado por Venezuela, Brasil y Argentina —países miembros del Mercosur— se expandiría sólo 2,5%, y el peso pesado de la región, Brasil, apenas 1,9%.
Las tendencias divergentes de las dos Latinoaméricas podrían continuar más allá de 2014. Cuando el crecimiento económico de China se encontraba en su cúspide, el gigante en ascenso consumía petróleo venezolano, soya argentina, cobre chileno y mineral de hierro brasileño. Sin embargo, conforme la economía china se ha desacelerado, ha ocurrido lo mismo con los precios de los commodities, lo que ha golpeado con mayor fuerza a las economías del Atlántico. El ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, solía jactarse de que el modelo de desarrollo económico del país pronto se extendería por todo el mundo. Pero Brasil —con sus altos impuestos, burocracia y aranceles— hizo poco para prepararse para el momento en que los precios de las materias primas pudieran debilitarse.
Los economistas señalan que los países en la zona de libre comercio de América Latina están mejor preparados para prosperar, con mayores aumentos de la productividad y economías abiertas más propensas a atraer inversión. Los países del Pacífico, incluso aquellos como Chile que siguen dependiendo de bienes básicos como el cobre, han tomado más medidas para fortalecer todo tipo de exportaciones. En México, las exportaciones manufactureras actualmente generan casi un cuarto de la producción económica anual. (El porcentaje de Brasil es un insignificante 4%). Las economías del Pacífico son también más estables. Países como México y Chile gozan de una menor inflación y abundantes reservas extranjeras.
Por contraste, Venezuela y Argentina empiezan a parecer casos económicos perdidos, con alta inflación y débiles finanzas públicas. En Venezuela, la inflación supera 50%, a la par de la de Siria, que se encuentra devastada por una guerra civil. El presidente Nicolás Maduro, sucesor del difunto populista Hugo Chávez, está intensificando los controles de precios para intentar controlar la inflación. El resultado bastante predecible ha sido una amplia escasez de todo, desde autos nuevos hasta papel higiénico. Una nueva aplicación popular utiliza el crowdsourcing, o la colaboración del público, para indicar a los residentes de Caracas en qué lugares se han encontrado productos como carne, lo que permite a otros salir disparados a la tienda para conseguir artículos preciados.
Las finanzas de esta América Latina tampoco son ejemplares. Las monedas de Venezuela, Argentina y Brasil fueron algunas de las tres divisas con peor desempeño en la región en 2013. Por ejemplo, el peso argentino cayó 32% frente al dólar al tipo de cambio oficial, y cerca de 47% en el mercado negro.
Argentina también ha sufrido a causa de una regulación abrumadora. En Buenos Aires, los meses de verano en el hemisferio sur han traído temperaturas extremadamente altas, así como frecuentes apagones. El gobierno impuso controles a los precios de la energía en 2002, con la esperanza de ayudar a los pobres a superar el colapso financiero de 2001. Aun así, lo que se suponía que sería una medida temporal se convirtió en algo permanente. Las empresas eléctricas, desalentadas por los controles de precios, dejaron de invertir en su anticuada red eléctrica.
Incluso Brasil, que ha tenido una gestión económica mucho más responsable que la de Venezuela o Argentina, comienza a luchar contra un alza de precios y un auge del crédito que empieza a revertirse. El año pasado, un brasileño resumió el bloque del Atlántico con dureza: "Brasil se está convirtiendo en Argentina, Argentina se está convirtiendo en Venezuela y Venezuela se está convirtiendo en Zimbabue".
Un momento clave en la creación de las dos Latinoaméricas ocurrió en 2005, cuando Brasil, Argentina y Venezuela (entonces gobernada por Chávez) se unieron para poner fin a la propuesta de crear el Área de Libre Comercio de las Américas, que se extendería desde Alaska hasta la Patagonia. Preocupados por el fracaso del ALCA, la Alianza del Pacífico creó su propia zona de libre comercio, eliminando aranceles a 90% de los bienes y fijando un cronograma para hacer lo mismo con el resto.
También difieren en su diplomacia: el bloque del Atlántico suele mostrar desconfianza u hostilidad hacia Estados Unidos, mientras que los países del Pacífico tienden a tener lazos más estrechos con Washington.
Muchos de los jóvenes de la región, la mayoría de la población, han votado por políticos como Chávez, que ofrecieron crecimiento fácil a base de imprimir dinero. Estos votantes jóvenes podrían recibir duras lecciones a futuro.
"Al final, los resultados de los diferentes bloques resolverán los debates", dice Pedro Pablo Kuczynski, ex ministro de Economía y Finanzas peruano, "pero las ideas malas tardan mucho en morir". / Por David Luhnow para
The Wall Street Journal.