Desde hace mucho se vienen escuchando las quejas por los precios y la inflación, pero desde la masiva movilización de disconformidad realizada por parte del pueblo argentino, en casi todo el territorio nacional el pasado día 13 de Septiembre, el tema viene como levantando presión, y es evidente que la gente está cada vez más enojada.
En relación a ésto, tengo dos vivencias que comentarles.
La primera fue cuando estuve, a principios de éste mes, haciendo una larga cola desde las 14:00 hasta pasadas las 19:15 hs. para sacar número para un turno en uno de las unidades móviles del Ministerio del Interior para renovar mi documentación.
La gran mayoría de las personas que había en esa larga cola eran de una escasa condición económica, la mayoría en sus quejas señalaban que recibían algún beneficio, ya sea dentro de un plan, un programa de trabajo, la famosa asignación universal por hijo, bolsines de comida, etc., etc..
Cuando llegué a formar la cola, delante mío había una señora que se quejaba fuertemente por los precios de los alimentos y ésa era la temática que se impuso durante tantas horas. En general todos comentaban su situación y reclamaban por no poder cubrir muchas de sus necesidades básicas, de a ratos alguien protestaba en contra de los dos gobiernos, ligaba el nacional y ligaba el provincial. Por ahí de fuerte manera. Lo que me sorprendió mucho. Eramos pocos realmente los que representábamos un sector social con mejores ingresos, y en más de una ocasión tuve la sensación que estaba recibiendo un reto. No fue fácil la situación.
De toda la experiencia, el único aliciente fue que una vez atendido en la unidad móvil, de manera muy eficiente y eficaz en poco tiempo tuve mis documentos.
La otra vivencia tiene que ver con mi madre, una señora de 82 años. Gracias a Dios tiene buena salud y es muy activa, ella sale todos los días a hacer sus trámites y compras a los supermercados, la verdulería y a donde necesite.
Desde hace un tiempo ya, cuando por una o por otra sale, en la conversación, el tema precios, ella cuenta con preocupación lo que escucha mientras hace cola en la caja de los lugares por donde anda. Se pone triste con la situación por la que está pasando mucha gente. Y suele decir "la gente ya no se calla", "el pueblo está enojado", "los políticos deberían hacer las colas y padecer lo que la gente padece".
En fin, me parece que todo ésto indica un hartazgo manifiesto que por el momento se limita a la opinión adversa. Repito una frase ya realizada en otro
post, "una parte de la sociedad se está expresando, está protestando porque no se siente a gusto con las medidas gubernamentales". No es precisamente "gente bien vestida", aún ésta gente no salió a protestar en las calles, ni a acompañar a la otra parte que teóricamente movilizó el cacerolazo del 13 de septiembre.