Por Alejandro Cánepa, publicado por Clarín / Revista Ñ - Ideas.
El filósofo alemán estuvo en la Noche de la Filosofía y fue sensación. Descree de la Inteligencia Artificial y dice que las redes sociales son empresas criminales.
Un filósofo alemán que en términos académicos es joven, que reivindica la televisión y al mismo tiempo ataca a las empresas dueñas de las plataformas sociales, que postula una corriente denominada “nuevo realismo” que se desmarca del naturalismo y del constructivismo, y que tiene una mirada crítica del fundamentalismo neurocientífico y de las ideas más ingenuas o cínicas sobre inteligencia artificial. Ese es Markus Gabriel, catedrático de la Universidad de Bonn y autor de libros como Yo no soy mi cerebro, Por qué el mundo no existe y El sentido del pensamiento (todos publicados por Pasado y Presente). Su “nuevo realismo” sostiene que el “mundo no es ni la totalidad de las cosas, ni la totalidad de los hechos, sino aquel ámbito en que acaecen todos los ámbitos que existen”.
Visto en YouTube, vía RFI Español
De reciente visita por la Argentina, invitado por la Embajada de Alemania, la Fundación Medifé y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), participó de La Noche de la Filosofía en el CCK y dictó conferencias sobre neurociencias e inteligencia artificial. Y en el medio de todas esas actividades, se prestó al diálogo con Ñ en un hotel céntrico, en donde además de los tópicos anteriores abordó, en un castellano fluido, las relaciones entre las distintas disciplinas científicas, la opacidad de las ideas de ciertos pensadores renombrados y hasta el boom de la divulgación de la filosofía.
–Uno de sus ejes de interés es la crítica a la idea de inteligencia artificial. ¿En qué consiste su punto de vista?
–En realidad la llamada inteligencia artificial no existe, es una ilusión. De hecho, detrás de ese discurso acerca de la inteligencia artificial hay toda una industria de propaganda, de origen californiano. Es la religión de Silicon Valley. Se vende como un gran avance de la humanidad, pero las máquinas que producimos no piensan ni sienten ni saben nada.
–¿Por qué tiene tanta difusión esa idea?
–Hay una fantasía muy muy humana de estar en contacto con una inteligencia trascendente, un Dios. Esa fantasía es un sustituto de Dios. Empresas como Facebook son proyectos profundamente religiosos en el sentido de que ocupan el lugar de Dios y plantean una metafísica.
–Los defensores más entusiastas de la inteligencia artificial, cuando hablan de las personas cuyos trabajos serán destruidos por ella, alegan que al mismo tiempo se crearán nuevas fuentes laborales. La gran duda es si eso alcanzará a compensar lo que efectivamente se destruye y si es tan sencillo dejar de tener un trabajo en cierto puesto y obtener otro en un área totalmente distinta de lo que uno sabe…
–No sabemos qué va a pasar, no tenemos idea hacia dónde vamos con esos nuevos procesos de autonomización, nadie lo sabe. Es otro ejemplo de pura ideología afirmar que todo se va a reemplazar. ¿Quién sabe? Es pura especulación.
–Usted ha calificado a las empresas dueñas de redes sociales de “criminales”…
–Exacto, el papel de ellas es destruir el “rule of law” (imperio de la ley)de los estados. ¿Fueron los rusos los que usaron Facebook para interferir en las elecciones en Estados Unidos o es la lógica de la plataforma la que facilita esas interferencias en procesos democráticos? Estamos hablando de empresas monopólicas. Rusia lo hace, en todo caso, pero es una política global, son las plataformas las que permiten las ciberguerras, las crean y las quieren. Estos monopolios fuera del contexto digital no serían legales, pero ahí no hay ley.