Por Carlos Manzoni, publicado en La Nación.
Quienes combaten el mal debieron ampliar su área de acción a Internet, donde los hechos delictivos crecen y causan fuertes pérdidas.
Una alta ejecutiva es obligada a depositar 50.000 euros para evitar que se publique su incursión en un sitio de citas sexuales. Al mismo tiempo, un concurso totalmente amañado premia a un hijo de un CEO con un celular último modelo; cuando el chico llegue a su casa, impregnará con un virus los dispositivos móviles de su padre. Ambos son modus operandi del ciberdelito del siglo XXI, pergeñado por malhechores que tienen como aliada a Internet.
Este flagelo, que produce 300.000 ataques por día, está en cuarto lugar de preocupación entre las empresas, algo que las lleva a invertir entre US$ 1 y 10 millones por año en prevención, según cuenta Sergi Gil, responsable de CyberSOC Academy Deloitte.