Por Brian Winter para Reuters.
SAO PAULO (Reuters) - Las fuerzas de seguridad de Brasil están infiltrando grupos radicales, interceptando emails y vigilando las redes sociales para intentar evitar que protestas violentas contra el gobierno arruinen este año el Mundial, dijeron funcionarios a Reuters.
Manifestaciones recientes fueron mucho menores que las que estremecieron el año pasado al gobierno de la presidenta Dilma Rousseff y contribuyeron a frenar la economía de Brasil. Y aún así resultaron en destrucción de agencias bancarias y tiendas, paralizando parte de las grandes ciudades cuando manifestantes radicales, generalmente encapuchados y autodenominados "Black Blocs", chocaron con la policía.
El gobierno de Rousseff teme que las protestas, las últimas realizadas bajo el eslogan de "No habrá Copa", puedan afectar el campeonato que será disputado entre el 12 de junio y 13 de julio ante unos 600.000 visitantes extranjeros.
Imágenes de escaparates destrozados, turistas aterrorizados y policías y manifestantes lastimados, todas ellas vistas en los últimos meses en Brasil, podrían ensombrecer un evento que debe simbolizar la emergencia de Brasil como una potencia mundial. A cuatro meses del pitazo inicial, ya hay protestas programadas para junio en las 12 ciudades sedes del Mundial, incluyendo Sao Paulo.
La reciente fragilidad de la economía de Brasil, sumada a las elecciones presidenciales de octubre en las que se espera que Rousseff busque la reelección para un segundo mandato, complican todavía más el escenario.
La oficina de prensa de la SESGE, un departamento del Ministerio de Justicia encargado de la seguridad durante el Mundial, dijo que las preguntas sobre el asunto debían ser dirigidas al Ministerio de Defensa, que declinó comentar.
Pero a condición de no ser identificados, funcionarios describieron la extensa y creciente vigilancia sobre los miembros de los Black Blocs, cuya magnitud no había sido reportada.
Además de vigilar las comunicaciones del movimiento en Facebook y otras redes sociales, agentes de inteligencia han infiltrado el grupo e informado a la policía durante protestas recientes, dijeron dos funcionarios.
Las autoridades también emplearon tecnología avanzada para localizar las computadoras de manifestantes violentos y pinchar sus comunicaciones con la intención de identificar a los líderes del movimiento y monitorear sus actividades, explicó una de las fuentes.
Los funcionarios enfatizaron que ese tipo de esfuerzos no estaban siendo dirigidos al público brasileño en general, sino a integrantes de grupos violentos. Declinaron especificar cuáles agencias o fuerzas de policía están realizando la vigilancia o ofrecer detalles sobre cómo estaba siendo usada la información obtenida.
La táctica refleja la visión de la administración Rousseff de que, a diferencia de las masivas protestas del año pasado, que fueron principalmente pacíficas y de carácter político con fuerte participación de la clase media, los Black Blocs son un problema delictivo y deben ser tratados como tal.
"El año pasado todos pensamos que esto eran los años 60s. Pero ahora es Seattle", dijo un funcionario de alto rango, en alusión a las violentas protestas durante una cumbre de la Organización Mundial del Comercio en 1999.
GRUPO CON ORIGEN INTERNACIONAL
La vigilancia puede acarrea riesgos en una nación que aún tiene amargos recuerdos de la dictadura militar que gobernó de 1964 a 1985, espiando a sospechosos de izquierda como Rousseff, entonces integrante de una guerrilla marxista.
Fernando Grella Vieira, secretario de Seguridad del estado de Sao Paulo, declinó comentar sobre los procedimientos de inteligencia pero dijo que las fuerzas de seguridad "respetan completamente el derecho de las personas a protestar en paz".
"Estamos actuando para garantizar la seguridad de las personas contra aquellos que buscan la violencia", dijo.
Una protesta en Sao Paulo el 25 de enero ofreció un ejemplo del tipo de desórdenes que podrían potencialmente arruinar el Mundial.
Tras una manifestación pacífica de unas 1.500 personas, unas pocas decenas de activistas bloquearon avenidas del centro de la ciudad, encendieron fogatas e intentaron voltear un patrullero de la policía.
Perseguidos por la policía, un grupo de manifestantes se refugió en un hotel desatando el pánico entre los huéspedes, algunos de los cuales recibieron órdenes de sentarse en el piso mientras los agentes trataban de identificar y arrestar a los activistas, según reportes de prensa.
Los manifestantes, y algunos académicos que los estudiaron, sostienen que ese tipo de incidentes han sido agravados por la respuesta del gobierno, que, en su opinión, no capta la esencia del movimiento.
Los Black Blocs son un fenómeno internacional que surgió en Europa en la década de 1980 durante las protestas en contra de la energía nuclear y otros asuntos de interés público. Algunos los comparan con los anarquistas de comienzos del siglo XX, señalando su papel en las protestas antiglobalización ocurridas desde los disturbios de Seattle en 1999.
En algunos casos los grupos no tienen líderes ni tampoco se identifican con ninguna organización, unidos únicamente por sus tácticas y la forma en que se visten, típicamente de negro. En otros, existe cierta coordinación entre los activistas.
En Sao Paulo, los Black Blocs han adoptado cierto sabor local. Los adherentes son principalmente hombres de edades comprendidas entre 15 y 23 años, principalmente de la clase media baja que floreció con el boom económico de la ultima década, dijo Rafael Alcadipani, un profesor de la escuela de negocios Fundacao Getulio Vargas que ha investigado el grupo y entrevistado a sus integrantes.
Esa clase media emergente ingresó al mercado de consumo y compró por primera vez teléfonos celulares, televisores de pantalla plana y lavadoras. Pero muchos todavía reciben una atención médica pésima, educación de mala calidad y transporte público ineficiente, pues el gobierno fue incapaz de mejorar los servicios para acompañar los crecientes salarios y expectativas.
Los Black Blocs "creen que el sistema político brasileño está quebrado y no que no los representa", dijo Alcadipani.
A LA ESPERA DE NUEVAS PROTESTAS
Una integrante de los Black Blocs que se identificó como Ana dijo que varios integrantes del movimiento creen que el vandalismo es la única manera de llamar la atención de los medios hacia a sus posturas políticas.
"Es un grupo extremadamente diverso, pero lo que nos une es la convicción de que no podemos aceptar silenciosamente lo que los políticos nos están haciendo", dijo.
En octubre, miembros de los Black Blocs golpearon severamente a un coronel de policía, fracturándole la clavícula y robándole su arma.
Los manifestantes argumentan que la policía de Sao Paulo también usó tácticas de fuerza bruta, destacando los disparos recibidos por un supuesto manifestante el 25 de enero. La policía dice que actuó en defensa propia.
La mayor preocupación del Gobierno es que el tamaño y la violencia de las protestas estalle de nuevo cuando comience el Mundial.
Nadie sabe si eso sucederá, ya que depende de factores que van desde la economía hasta el desempeño de la selección brasileña. Muchos creen que, si los anfitriones son eliminados rápido, los brasileños estarán menos atentos a los partidos y más proclives a participar en manifestaciones.
Las tácticas de los Black Blocs atemorizaron a muchos brasileños de clase media, una de las principales razones por las que disminuyó el tamaño de las manifestaciones, que ahora sólo atraen unos pocos miles de personas.
Sin embargo, si a la policía se le va la mano con la represión, podría tener el efecto opuesto. Una dura respuesta a las manifestaciones en junio enfureció a muchos brasileños y contribuyó al crecimiento de las protestas en ese momento.
Ese engañoso equilibrio ayuda a explicar por qué las autoridades están dispuestas a utilizar la inteligencia y otras nuevas tácticas.
Grella, el jefe de policía de Sao Paulo, dijo que recientemente estudiaron cómo otros países como Francia manejaban a los Black Blocks. En las próximas semanas debutará una nueva brigada de policías sin armas de fuego encargada de detener a los manifestantes violentos, dijo el funcionario.
Los esfuerzos policiales para detener a los manifestantes y registrar sus nombres, y en algunos casos presentar cargos, también tuvieron un efecto. La mayoría de los 200 o más miembros de los Black Blocs que han sido identificados por la policía de Sao Paulo se mantuvieron apartados de la protesta del 25 de enero por temor a ser enjuiciados, dijo Esther Solano, otra académica que ha estudiado al grupo.
Sin embargo, han aparecido nuevos miembros para tomar sus lugares, una cautelosa señal para más adelante en el año.
"Mientras el Gobierno no aborde los temas principales, la gente va a seguir protestando", dijo Alcadipani. "No ha cambiado nada desde junio".
(Reporte de Brian Winter; Editado en español por Esteban Israel y Patricia Dávila) / Por Brian Winter para Reuters.