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Imagen: "Parque Aguirre" de Google Earth. |
Nuestro Parque Aguirre, en la ciudad de Santiago del Estero, siempre fue un espacio de recreación de la gente, un gran espacio verde ubicado a cuatro cuadras de la plaza Libertad, la plaza mayor de la ciudad, y a orillas del río Dulce.
El Parque Francisco de Aguirre nació para combatir un flagelo que azotaba a la ciudad, el paludismo, en el año 1901 había tocado a casi el 70% de los pobladores de la ciudad. El lugar estaba cubierto por bañados producidos por los constantes desbordes del río Dulce, en los que vivía el mosquito transmisor de la enfermedad. El Dr. Antenor Álvarez ideó y logró implementar entonces, durante el Gobierno del Dr. Remigio Carol, un Plan General de Defensa Sanitaria, a partir del cual se rellenaron las áreas pantanosas y se realizó una plantación masiva de eucaliptus.
El 9 de agosto de 1903, con motivo de la celebración del Día del Árbol, niños de las escuelas primarias realizaron la tarea de plantar 1.600 ejemplares de eucaliptus. Cuentan los conocedores de su historia, que el trazado de sus jardines responde a una conjunción de estilos, tales como el inglés y el francés. En la intendencia del Dr. Orestes Di Lullo, estuvo cercado por una verja cuya puerta principal se ubicaba sobre calle Avellaneda, flanqueada por dos hermosas estatuas de leones.
Las historias de nuestro Parque Aguirre son muchas. Me parece que todos tenemos recuerdos de muy gratos momentos a lo largo de nuestras vidas. Los encuentros con amigos, el disfrutar de asados con la familia, bajo la sombra de los gigantes eucaliptos o en el Camping Municipal, Las Casuarinas.
El gran tema hoy es que ese gran espacio público, cada vez es menos público. Se han realizado tantas concesiones a clubes y entidades que si alguien que no es del club tal o la entidad tal, no puede ingresar. Y todos sabemos bien que son minoría quienes tienen la capacidad económica para pertenecer y disfrutar de los espacios privados del club tal o de la entidad tal. Lamentablemente la gran mayoría sólo se queda con lo que queda.
Gracias a Dios me va bien, y puedo darme ciertos lujos, pero creo que en los espacios públicos el sol sale para todos y nadie tiene el derecho de adueñarse de lo que es público.