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En su libro "Cyberwar: How Russian Hackers and Trolls Helped Elect a President", la académica Kathleen Hall Jamieson analizó datos conocidos y desconocidos de 2016 y concluyó, a partir de los fundamentos de la ciencia política y el análisis de campañas, que trolls, hackers y bots vinculados al Kremlin tuvieron influencia real.
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El resultado es Cyberwar: How Russian Hackers and Trolls Helped Elect a President (Ciberguerra: cómo los hackers y los trolls rusos ayudaron a elegir un presidente). El libro, que se acaba de publicar, el 3 de octubre de 2018, se propone establecer What We Don't, Can't, and Do Know: Qué no sabemos, qué no podemos saber y qué sabemos.
Se sabe que los hackers rusos Cozy Bear y Fancy Bear robaron documentos al Comité Nacional Demócrata (DNC) y que WikiLeaks los filtró; que el fiscal especial Robert Mueller dirige una investigación de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) y el Departamento de Justicia sobre el tema; que hay 13 procesados; que hubo sanciones económicas del Congreso a intereses rusos; que el presidente Trump y su par ruso, Vladimir Putin, han ridiculizado las acusaciones; que por la circulación de noticias falsas en su plataforma y la malversación de los datos de 87 millones de personas por la consultora electoral Cambridge Analytica, Facebook sufrió una crisis que condujo —entre otras cosas— a una pérdida de valor de USD 19.000 millones en un solo día, un récord histórico en Wall Street.
Ahora la profesora de UPenn, donde dirige el Centro Annenberg de Políticas Públicas, integró los datos en "un marco explicativo que nos permita hacer un mapa de los esfuerzos rusos y, hasta donde se pueda, determinar la probabilidad de que su hackeo y sus maquinaciones en las redes sociales alteraron el resultado de las presidenciales de 2016″, explicó en su libro.
Tras considerar "probable" que los trolls rusos hayan "cambiado el resultado de las elecciones", Jamieson se dedicó a evaluar, a partir de los saberes académicos aceptados en el mundo sobre campañas políticas, influencia y elecciones, "el impacto que los embustes rusos tuvieron en el equilibrio de mensajes entre las dos campañas principales, las opciones y decisiones de los protagonistas principales y los temas de los medios y los debates".
Aunque no duda de que "Trump es el presidente debidamente elegido de los Estados Unidos", tampoco ignora que ese impacto sobre el equilibrio de los mensajes políticos afecta los resultados de los comicios, en los Estados Unidos y en cualquier otro punto donde se realicen elecciones democráticas.
Los agentes rusos no votaron a Trump, lo hicieron los electores, recordó; sin embargo, hackers, trolls y bots "afectaron el contexto electoral y a los votantes" con medios que incluyeron la irritación social con protestas; afectar los papeles o la conducta de individuos, como la renuncia de la titular de la DNC Debbie Wasserman Schultz o la reapertura de la investigación de Clinton que James Comey, director del FBI, hizo pocos días antes de los comicios.
En Cyberwar: How Russian Hackers and Trolls Helped Elect a President, que según The New Yorker, el único medio que tuvo acceso al libro antes de su salida, es un material "incendiario", Jamieson detalló, como los ingredientes de una receta, los pasos para "dañar las perspectivas electorales de la candidata presidencial" de uno de los dos principales partidos de los Estados Unidos:
1. "Para asegurar que los estadounidenses crean que sus mensajes son locales, use bitcoin para comprar espacio y crear VPNs en los servidores nacionales".
2. "Distribuya contenido hackeado" de las cuentas de los empleados y los colaboradores de Clinton "mediante un intermediario, WikiLeaks".
3. Recurra al robo de identidad, los números de Seguridad Social del mercado negro y cualquier documento del que se pueda apropiar para no tener problemas con "las demandas de nombres, fechas de nacimiento y domicilios reales de Facebook y PayPal".
4. "En plataformas como Instagram y Twitter, regístrese bajo nombres falsos".
5. "Difunda y amplifique sus ataques y sus proclamas mediante publicaciones en Facebook, tuits y retuits en Twitter, videos en YouTube, noticias y comentarios en RT, blogs en Tumblr, difusión de noticias en Reddit y memes y bromas virales en 9GAG".
6. "Emplee agitadores online y robots para inflar publicaciones de sitios falsos", como BlackMattersUs.com.
7. Haga que algunos contenidos se vuelvan tendencia.
8. Use las "herramientas de análisis de datos y maximization de los motores de búsqueda que están incluidas en las plataformas de redes sociales".
9. Para poner a prueba y alimentar las dudas sobre la seguridad de la información de los votantes, "hackee el sistema electoral de algunos estados".
Por qué ciberguerra y no injerencia
Jamieson, quien también es cofundadora de FactCheck.org y autora de Packaging The Presidency: A History and Criticism of Presidential Campaign Advertising y Dirty Politics: Deception, Distraction, and Democracy, no emplea expresiones como agentes rusos, noticias falsas, injerencia de una potencia extranjera. Habla, en cambio, de una "ciberguerra no declarada".
Ciberguerra implica "acciones de un estado nación para penetrar las computadoras o las redes de otro estado con el propósito de causar daño o trastornos", según citó la definición de Richard Clarke, el analista de inteligencia que anticipó el 11 de septiembre.
Ella utiliza esa palabra porque "define el hackeo, las publicaciones, las suplantaciones y la divulgación estratégica de contenido robado como armamento; presupone agentes con malas intenciones; nos invita a ver a los perpetradores como enemigos; presenta a los hackers y los trolls como soldados, saboteadores y espías", entre otros factores. "Injerencia" le parece escaso para el volumen de datos que halló: sólo en Facebook, 126 millones de personas quedaron expuestas al contenido de los agentes rusos.
Además, hubo otros actores políticos claves afectados mediante las redes. En primer lugar, los medios de comunicación: la publicación en WikiLeaks de los documentos robados se amplificó en la televisión, la radio, los periódicos. En lugar de hablar de la motivación para el hackeo, de sus posibles autores o del interés del mercurial Julian Assange por divulgarlos, los medios se centraron en el contenido del material. "Al adjudicar a Wikileaks el contenido robado, rutinariamente, y no a San Petersburgo, por ejemplo, los medios alejaron la atención del papel de Rusia".
En plena campaña, el 7 de octubre de 2016, el Departamento de Seguridad Interior y la Oficina del Director Nacional de Inteligencia denunciaron que las filtraciones de correos en sitios como DCLeaks.com y Wikileaks, y el personaje falso Guccifer 2.0 que dijo haberlos obtenido, "son congruentes con los métodos y las motivaciones de esfuerzos dirigidos por Rusia" y que su fin era interferir con el proceso electoral estadounidense. Los medios, tras citar brevemente la noticia sobre la inseguridad electoral del país, se concentraron en una más salaz: el video de Trump en el que se jactaba de poder "hacer cualquier cosa" con las "mujeres guapas" porque era "una estrella"; "agarrarlas del coño, lo que sea".
Jamieson criticó que "con demasiada frecuencia la prensa sirvió como una cinta transportadora de contenido robado, en lugar de como filtro. Los editores priorizaron presuntos escándalos sobre lo sustancial".
También el sistema electoral fue manipulado: los hackers rusos robaron a los demócratas datos, análisis y modelos sobre la participación de votantes que revelaban que en estados como Michigan, Wisconsin y Pensilvania una alta proporción de residentes se identificaban como demócratas pero no querían votar a Clinton. La información sobre estos "votantes susceptibles" fue tan centrales en la definición de la Florida que el lobista estatal republicano Aaeron Nevis, consultor de la campaña que solicitó más materiales a Guccifer 2.0 y recibió 2,5 gigabites de documentos, escribió en su blog: "Básicamente, si esto fuera una guerra, este es el mapa que muestra cómo se desplegaron las tropas".
Aunque en el país Clinton lo superó por casi 2,9 millones de votos, Trump obtuvo la mayoría del Colegio Electoral de una barrida porque estados que se pueden inclinar hacia los republicanos o hacia los demócratas quedaron de su lado. Según Jamieson, los datos, análisis y modelos robados a los demócratas fueron cruciales en la dirección de mensajes para obtener los 80.000 votos que garantizaron Wisconsin, Michigan y Pensilvania.
No fue la primera vez que una elección dependió de un puñado de votos decisivos. Además del caso de George W. Bush y Al Gore, Jamieson recordó que en 1960 John Fitzgerald Kennedy ganó a Richard Nixon por 112.000 votos, pero por una amplia diferencia en el Colegio Electoral: 303 a 219. Si Kennedy hubiera perdido Illinois, donde ganó por 9.000 votos, y Texas, donde ganó por 46.000, el presidente habría sido Nixon.
Por último, la acción de la potencia extranjera también comprometió a las autoridades del FBI: un email falso, que se presume creado por los agentes rusos, precipitó que el ex director de la agencia, James Comey, anunciara la reapertura de las investigaciones contra Clinton pocos días antes de los comicios.
La clave: el desequilibrio de los mensajes
Siempre los candidatos se disparan con artillería gruesa el uno al otro, pero en este caso también los trolls, hackers y bots rusos dispararon contra uno de ellos, Clinton. Lo diferente de esta campaña, y lo central, fue ese desequilibrio en los mensajes, según la autora de Cyberwar: How Russian Hackers and Trolls Helped Elect a President.
"Para equilibrar las cosas en 2016, imaginemos que los intrusos descubrían y publicaban todos los e-mails que se encontraron en 2015 y 2016 en las cuentas de Michael Flynn, Donald Trump Jr., Kellyanne Conway y el abogado de Trump, Michael Cohen", propuso en su libro, como ejercicio contrafáctico.
"En esas circunstancias, en el debate final Hillary hubiera hecho acordar a los votantes sobre las propuestas confirmadas de Rusia y WikiLeaks al hijo mayor, y homónimo, de Trump. Los votantes hubieran sabido que un 'ejecutivo de Vkontakte, o VK, el equivalente ruso de Facebook, se contactó por correo electrónico con Donald Trump Jr y el director de redes sociales Dan Scavino en enero de 2016 y de nuevo en noviembre, para ofrecerse a promover la campaña de Trump entre sus casi 100 millones de usuarios'", citó Jamieson a The Washington Post.
"Los vínculos con Rusia se hubieran convertido en una narrativa dominante con la revelación de que el yerno de Trump, Jared Kushner, Donald Trump Jr y el entonces jefe de la campaña de Trump Paul Manafort se encontraron con un abogado vinculado al gobierno ruso en la Torre Trump en junio de 2016 luego de haber recibido la promesa de obtener información hostil para Clinton, una promesa que provocó la respuesta por correo electrónico de Donalad Trump Jr. 'Si es lo que usted dice, me va a encantar'". Por último se habría conocido la existencia de un presunto acuerdo de confidencialidad entre el candidato y una estrella porno, seguido de un pago.
Esos temas hubieran entrado al temario de los medios junto con los discursos de Clinton en Wall Street y todo lo demás. "En octubre y a comienzos de noviembre el contenido hackeado a los demócratas inclinó el ambiente de noticias a favor de Trump", escribió. "No hubiera sucedido en mi experimento conjetural, donde los mensajes hostiles para Clinton hubieran sido contrarrestados por aquellos adversos a Trump". En ese escenario hubiera sido "más probable que Clinton lograra los estados necesarios para ganar el Colegio Electoral", concluyó.
El ejercicio contrafáctico es uno de los puntos centrales del libro: "Sugiere que el hackeo ruso de los correos demócratas y la cobertura de la prensa que respondió a su difusión alteraron de manera injusta, contra Clinton, el equilibrio de mensajes".
Quién, por qué, para qué
El análisis de Jamieson concluyó que los rusos fueron responsables de las actividades de los trolls y los hackers y que, según ha establecido la ciencia política, la clase de mensajes que emplearon y generaron "tiene la capacidad de producir resultados mensurables para alterar una elección ajustada".
Nada le permitió establecer "que Putin personalmente ordenó o concibió la operación" o que haya existido "conspiración entre la campaña de Donald Trump y los rusos, advirtió. Pero muchas cuentas de Facebook, Instagram, Twitter y YouTube aparentemente de Tennessee, Alaska, Carolina del Norte o Texas, que en realidad eran creadas en San Petersburgo, le permitieron "darles a los rusos el crédito tanto de hackear como de incorporar cantidades importantes de contenido en nuestra corriente de redes sociales con la intención, al menos durante el periodo posterior a las convenciones, de derrotar a Hillary Clinton y elegir a Donald Trump".
Además, trolls, bots y hackers vinculados al Kremlin apelaron a "recursos clásicos" del mundo de la inteligencia, como la construcción de un enemigo. "Presentaron la elección en términos de nosotros-contra-ellos, juego de suma cero, prefabricados para aprovechar los miedos al cambio cultural", ilustró la autora. Al mismo tiempo, "los hackeos y las publicaciones enfatizaban temas más favorables para Trump que para sus contraparte demócrata, e intervenían en el clima de comunicación con mensajes anti-Clinton".
La influencia efectiva tiene que ser sólo suficiente: ni sobre todos, ni sobre muchos, recordó la experta, para cambiar "una elección ajustada".
Cómo crear un río revuelto
Para que fuera plausible que los rusos afectaran el resultado de las elecciones, Jamieson rastreó cinco condiciones: mensajes ampliamente diseminados; mensajes concentrados en temas compatibles con las necesidades estratégicas de Trump; mensajes dirigidos al electorado que necesitaba movilizar y desmovilizar; contenido persuasivo amplificado en los estados claves; contenido bien dirigido.
Los encontró todos.
Casi 150 millones de usuarios estadounidenses de Facebook e Instagram "fueron expuestos a contenido generado por los rusos, que consistió en avisos pagos, publicaciones gratuitas y anuncios de eventos". Los más de 3.000 avisos comprados por Internet Research Agency (IRA), organización cercana al Kremlin, mediante sus cuentas de impostura "fueron vistos por 11,4 millones de personas". En YouTube, "mensajeros vinculados al Kremlin subieron más de 1.000 videos". En Twitter, 1,4 millones de usuarios siguieron o fueron alcanzados por mensajes de 3.814 cuentas identificadas con IRA.
La autora de Cyberwar: How Russian Hackers and Trolls Helped Elect a President dio un ejemplo de contenido. Citó una entrevista de RT a Assange, que llevó el título: "Clinton y ISIS financiados por el mismo dinero, no dejarán que Trump gane". Se amplificó en todos esos canales y otras redes sociales mediante "avisos, publicaciones y bots controlados por trolls rusos".
Los mensajes de la fábrica de trolls rusa se alinearon con los temas de la campaña de Trump: inmigración, tensiones raciales, religión, terrorismo, posesión de armas, comunidad LGBTQ, economía. "En la construcción de la realidad que hicieron los trolls, como en la de Trump, Hillary es el enemigo y Trump es el salvador", resumió.
Una presunta @Pamela_Moore13 presentó la imagen de un hombre blanco de espaldas con una camiseta que decía: "Obama me llama dependiente, Hillary me llama deplorable, los terroristas me llaman infiel, ¡Trump me llama americano!". Otro ejemplo de estímulo del antagonismo mostraba, unidas por el título "Terminemos con todos los invasores", la imagen de un veterano de guerra blanco, raquítico y sin hogar y la imagen de un hombre de tez oscura con una camiseta con la leyenda "Sin documentos, sin miedo, sin remordimientos". La publicación en Facebook destacaba "¿Cómo puede ser que este veterano no tenga nada y este ilegal lo obtenga todo?".
Uno de los temas que Jamieson destacó es la acción de las cuentas falsas rusas por "no sólo exacerbar las tensiones dentro de la comunidad negra sino de recordar al público en general la existencia de tensiones raciales y su asociación con la violencia". Para la autora, esas publicaciones demuestran un conocimiento de la historia de los Estados Unidos en las décadas de 1960 y 1970 propio de cierta "sofisticación política": una muestra del uso que la actual inteligencia puede dar a las sobras de la Guerra Fría recogidas por el KGB.
Presuntas agrupaciones por los derechos civiles tuitearon menciones fuera de contexto de las Panteras Negras y el Ku Klux Klan; un canal de YouTube, "No disparen", obtuvo más de 368.000 vistas de más de 200 videos sobre brutalidad policial contra la población negra, presentados de manera tal que más allá de despertar la conciencia de los afroamericanos "alentaban a que otros estadounidenses vieran el activismo negro como una amenaza en aumento". Eso se complementaba con cuentas como "Ser Patriótico", una página de Facebook con más de 200.000 seguidores, en la que se publicaron la imagen de un entierro de un policía presuntamente muerto por alguien de Black Lives Matter y afirmaciones como "hoy el asesinato de policías sobrepasa los peores años de linchamientos".
Los ataques a la candidata demócrata también se alinearon con el temario de la campaña de Trump: "Los medios corruptos no hablan de los delitos que cometió Killary Rotten Clinton", publicó la cuenta de Facebook Corazón de Texas; "¿Qué pasa si Hitlery se convierte en presidenta? Más impuestos para alimentar extranjeros indocumentados. Más refugiados, más mezquitas, más ataques terroristas. Armas prohibidas. Depresión económica continua. ¡Hagámosle recordar que qué está hecho Texas, y mostrémosle que estamos listos para la secesión!".
Lo que se sabe, lo que nunca se sabrá
La segmentación de los mensajes a públicos específicos fue el tercer requisito de los trolls rusos, tanto para movilizar a algunos republicanos que podían no aprobar al candidato pero terminarían por votarlo (cristianos, veteranos de guerra) como para desmovilizar a otros (afroamericanos, latinos) que podrían votar por los demócratas.
Por último, la politóloga subrayó la importancia de la persuasión: un estudio de seis páginas de rusos en Facebook mostró que presentaban los temas en las publicaciones, luego separaban a los usuarios que se enganchaban en distintos grupos para que participaran y por último dirigían mensajes pagos a esas personas.
Tras advertir que no quiere "subestimar el alcance de las acciones y la retórica de Clinton" que contribuyeron a que perdiera, Jamieson dijo que hay aspectos verificables de la injerencia rusa.
Sintetizó: "Está sostenido por evidencia que el contenido hackeado no sólo alteró los temarios de los medios y los debates sino que incrementó el nivel de prensa negativa sobre Clinton. Y se apoya en la posibilidad de que el acceso ruso y el uso anticipado de contenidos demócratas obtenidos ilegalmente o falsificados dio forma a una decisión central del director del FBI".
Señaló también lo que no se sabe: pasado el momento de los hechos, no se puede establecer con certeza "en qué medida los mensajes de los candidatos llegaron al electorado en el mes final de la campaña" ni el impacto de los mensajes rusos que "complementaron aquellos que elaboraron la campaña de Trump y sus aliados legítimos". Y probablemente nunca se sabrá si el contenido "sin verificación" fue "un factor para que Comey decidiera anunciar que reabría la investigación de los correos de Clinton el 28 de octubre".
En enero de 2017, en un comunicado conjunto, la Agencias Central de Inteligencia (CIA), la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y el FBI declararon: "Estimamos que el presidente ruso Vladimir Putin ordenó en 2016 una campaña de influencia sobre las elecciones presidenciales en los Estados Unidos". Casi dos años más tarde, una politóloga confirmó que "los mensajes de los trolls ayudaron a Trump a la vez que hirieron a Clinton".
Si bien no se puede saber si se hizo para alterar el resultado, "existe la probabilidad" de que ese haya sido el fin de los saboteadores del discurso y los agentes de inteligencia. En su libro, Jamieson concluyó que la idea de que la ciberguerra rusa contribuyó al triunfo de Trump se fortalece porque las ideas de trolls y hackers "sobre las necesidades electorales de Trump fueron sólidas, sus mensajes lo suficientemente afines y extendidos como para que importaran y sus temas se alinearon con los de la campaña". / Publicado por Infobae.--
Visto en YouTube, vía Thom Hartmann Program
Más información en éste blog: #russiagate
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