Un tema que tiene cierta recurrencia en éste país, el diario
La Nación
informa que la Cámara de Diputados aprobó el proyecto que adopta dos
esquemas, uno de abril a agosto y otro de septiembre a marzo. En
cuanto se apruebe en el Senado, el 1° de abril de 2026 habrá que
atrasar el reloj una hora para usar el uso horario GMT -4 y luego, en
septiembre, volver a adelantarlo para regresar al uso GMT -3.
Una complicación para la mayoría será usar dos usos horarios en el año.
Solo haría que pasar al uso GMT -4 todo el año.
Según los especialistas modificar el uso actual al GMT -4 va a permitir
ahorrar energía y, a la vez, lograr un mejor rendimiento general de la
población, en especial el rendimiento escolar en los chicos, que llegan
al colegio en invierno y cursan la primera hora con oscuridad.
El tener que cambiar el uso horario dos veces al año nos va a generar
complicaciones al "reloj biológico" que regula nuestro sueño y
descanso.
La adaptación a los cambios de horario estacionales, como el horario de
verano y el horario de invierno, representa una modificación impuesta en el
ciclo de luz-oscuridad que afecta la sincronización de nuestro reloj
biológico interno (ritmo circadiano). A diferencia del jet lag, que implica
un desplazamiento geográfico, estos cambios son una alteración colectiva del
tiempo civil que impacta a la población sin que haya un viaje de por
medio.
El reloj biológico principal, situado en el núcleo supraquiasmático del
hipotálamo, es fundamental para regular ciclos de aproximadamente 24 horas
en funciones vitales como el sueño-vigilia, la temperatura corporal, la
producción hormonal (melatonina, cortisol) y los patrones metabólicos.
Cuando se adelanta o atrasa el reloj una hora, la señal de luz del entorno
ya no coincide con la programación interna de nuestro organismo, lo que
genera una desregulación temporal en estas funciones.
Síntomas y mecanismos de adaptación
Los síntomas derivados de la transición horaria, aunque generalmente menos
severos que los del jet lag, pueden incluir alteraciones del sueño (insomnio
o somnolencia diurna), fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad y
una ligera disminución del rendimiento. El cuerpo humano está diseñado para
adaptarse a cambios graduales en el ciclo de luz-oscuridad, pero un ajuste
abrupto de una hora puede ser suficiente para generar un breve periodo de
desajuste.