Paul Kiernan y Rogério Jelmayer, publicado por The Wall Street Journal.
RIO DE JANEIRO- La peor recesión de la historia reciente de Brasil continuó en 2016, en tanto el aumento del desempleo y la profundización de la crisis política arrastraron a la economía a su quinto trimestre consecutivo de caída, según indican datos conocidos el miércoles.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, o IBGE, dijo que el producto interno bruto brasileño se contrajo en términos desestacionalizados 0,3% durante el primer trimestre de 2016 respecto del trimestre anterior. Esto fue mucho mejor de lo esperado, ya que la estimación promedio en una encuesta realizada por The Wall Street Journal entre ocho economistas había proyectado una contracción de 0,9%.
En comparación con el primer trimestre de 2015, el PIB se contrajo 5,4%.
La mayor economía de América Latina está luchando por revertir lo que la mayoría de los economistas creen será su peor recesión en más de un siglo.
Se espera que la producción repita en 2016 la contracción de 3,8% que experimentó el año pasado. Goldman Sachs estima que el PIB per cápita de Brasil se contraerá al menos 9% en términos reales entre 2014 y 2016, más que durante la llamada “década perdida” de los 80.
“Desafortunadamente, creo que el segundo trimestre será peor”, dijo Alex Agostini, economista jefe de la firma brasileña de calificaciones crediticias Austin Rating. Dijo que los trabajadores que perdieron su trabajo a finales del año pasado están empezando a sufrir el agotamiento sus beneficios de desempleo.
Esto significa que los rigores de la situación económica ya se están haciendo sentir no solo a nivel de las empresas sino de la gente común. La tasa de desempleo se disparó al 11,2% entre febrero y abril, en comparación con 9,5% del trimestre anterior y los ingresos mensuales promedio de los trabajadores disminuyeron, según el IBGE.
La resultante disminución del gasto para consumo pesa en el crecimiento, que cayó 1,7% en el primer trimestre respecto del trimestre anterior. Una mejora del balance comercial, mayor a lo esperado, y el aumento de 1,1% en el gasto público ayudaron a compensar esa caída.