Por Brian Winter y Anthony Boadle para Reuters.
SAO PAULO/BRASILIA (Reuters) - El lunes comenzó una reñida campaña para la segunda vuelta por la presidencia de Brasil, con la actual mandataria, Dilma Rousseff, y su rival, Aécio Neves, enfocados en ganarse a los partidarios de la candidata que quedó tercera en los comicios y, por tanto, fuera de la competencia.
Neves, un senador centrista al que no se había tenido muy en cuenta hasta pocos días antes de la votación, protagonizó una gran remontada para lograr la segunda plaza, con el 33,6 por ciento de los sufragios.
Ahora se enfrentará a Rousseff, que tuvo un apoyo del 41,6 por ciento, en una segunda vuelta que se disputará el 26 de octubre. La mandataria sigue siendo favorita gracias a su apoyo duradero entre los pobres, pero Neves está a una distancia peligrosa.
Dilma Rousseff. Foto: Cadu Gomes, vista en Flickr |
El principal índice accionario brasileño, el Bovespa subió un 8 por ciento temprano en la mañana y cerró con un alza preliminar del 4,61 por ciento, con los inversores muy animados por el gran resultado de Neves. El real brasileño se fortaleció un 1,46 por ciento.
La principal economía de Latinoamérica lleva casi cuatro años estancada con Rousseff, y la mayor parte de la comunidad de los negocios y los inversores de Wall Street no esconden su deseo de cambio.
Tras la primera vuelta, tanto Rousseff como Neves cambiaron su foco inmediatamente para intentar ganarse a los seguidores de Silva, que era señalada en los sondeos como posible vencedora en una segunda vuelta, pero que acabó perdiendo apoyos por sus cambios de opinión en temas importantes.
Aécio Neves. Foto: Marcos Fernandes, vista en Flickr |
Sin embargo, es admirada por muchos votantes y aún podría decantar la carrera con su respaldo.
El asesor principal de Rousseff, Gilberto Carvalho, dijo en la noche del domingo que ya había hablado con el presidente del Partido Socialista Brasileño (PSB) de Silva, Roberto Amaral, para pedirle su apoyo.
"Pidió calma y más tiempo para hablar con el partido", comentó Carvalho a los periodistas.
El PSB se reunirá el miércoles y un día después se espera una decisión sobre si apoya a alguno de los candidatos en el balotaje, indicaron líderes de la formación.
La mayoría de los observadores piensa que Rousseff tiene muy pocas posibilidades de lograr un apoyo formal de Silva, luego de que desplegó una batería de anuncios negativos que contribuyeron a su descalabro.
En su lugar, su mayor esperanza es que Silva permanezca neutral, como hizo tras terminar tercera en las elecciones de 2010, lo que permitió a Rousseff despegarse de sus seguidores más izquierdistas.
Altos cargos del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Neves confían en un respaldo formal y esperaban reunirse este mismo lunes con el equipo de campaña de Silva, afirmó a Reuters una fuente del partido.
Las dos formaciones comparten plataformas amistosas con los mercados muy similares y el jefe de campaña de Silva, Walter Feldman, es un ex líder del PSDB con lazos con el partido.
BATALLA ENTRE DOS VISIONES
El balotaje será una batalla entre dos visiones opuestas para Brasil: el capitalismo de Estado del Partido de los Trabajadores (PT) de Roussseff frente a las políticas promercado prometidas por Neves y el PSDB.
Los dos partidos son archirrivales y entre ellos han gobernado Brasil los 20 últimos años. Rousseff y su formación acusan al PSDB de favorecer a los ricos, una acusación potente en un país en el que más de la mitad de los votantes vive en hogares con ingresos menores a los 1.000 dólares mensuales.
Los sondeos anteriores al domingo mostraban que Rousseff vencería a Neves por 8 puntos de diferencia en un balotaje, pero la espectacular remontada de Neves le ha dado un claro impulso.
Esto podría ser importante en una carrera en la que la mayoría ha expresado su deseo de cambiar de Gobierno, si bien muchos recelan de una salida de Rousseff del poder.
Para ganar, Neves deberá distanciarse del recuerdo de la última vez que el PSDB gobernó, entre 1995 y 2002, un periodo con importantes reformas, pero recordado por muchos como un tiempo de alto desempleo y dolorosos recortes presupuestarios.
También deberá convencer a los votantes de que su promesa de reactivar la economía no será a expensas de los programas sociales, especialmente un popular ingreso mensual que reciben las familias de bajos ingresos a cambio de mantener sus hijos en el colegio.
Rousseff dijo el domingo que los brasileños "no quieren volver al pasado" y llamó al PSDB el partido de la recesión, incluso a pesar de que la economía de Brasil se contrajo bajo su mandato a principios de este año. / Por Brian Winter y Anthony Boadle para Reuters. (Reporte adicional de Jeferson Ribeiro y Caroline Stauffer; Editado en español por Patricia Avila).-
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