Por Ariel Torres, publicado por La Nación.
El 15 de noviembre de 1971 nacía el primer cerebro electrónico de la historia; se lo llamó 4004, un nombre aburrido para el pionero de una revolución que seguimos sin comprender.
El artes se cumplirán 45 años de un evento histórico que, en su momento y en todos los aniversarios desde entonces, ha pasado mayormente inadvertido. Me dirán que es raro. Si fue tan importante, ¿cómo pasó inadvertido?
Microprocesador Intel 4004. Visto en Wikipedia la imagen no pertenece a la nota de La Nación |
Bueno, esa es, precisamente, la historia de la digitalización, y por eso cuesta tanto que su verdadera naturaleza cale en las clases dirigentes. Los engranajes de la civilización se han vuelto invisibles y se fabrican en instalaciones futuristas, casi secretas, mayormente robotizadas y donde unos pocos empleados visten trajes que los aíslan por completo del ambiente; el hombre no puede tomar contacto, ni siquiera en esas instancias, con el mundo casi alienígena de la miniaturización.
Estos nuevos engranajes ya no están construidos de hierro, ni siquiera de alguna cerámica exótica o de nanotubos de carbono. Están hechos de silicio y se los conoce popularmente como cerebros electrónicos; puertas adentro los llaman microprocesadores o Unidades Centrales de Procesamiento (CPU, por sus siglas en inglés). El 15 de noviembre de 1971 Intel presentaba el primer microprocesador completo en una sola pieza de silicio (en un solo chip), llamado 4004. La compañía era muy joven entonces. Tanto, que todo esto de los cerebros electrónicos era más bien un proyecto lateral en el que la plana mayor no creía. Su negocio era fabricar circuitos de memoria. No abundaré en los meandros que llevaron la creación del primer microprocesador. Prefiero abordar la historia por otro lado. Por el lado invisible.
Un pelín (literalmente)
Como todos los CPU que le seguirían, el 4004 cabía en la palma de la mano. Parece un detalle trivial. No lo es. El 4004 tenía 2300 transistores en una superficie de 12 milímetros cuadrados. Dos mil trescientos de cualquier cosa es una enormidad para un pedacito de silicio de 3 x 4 milímetros; el logro había sido extraordinario, cada pista de aquél primer CPU era diez veces más delgada que un pelo humano.
Cierto. Pero un Core i7 de 2014 cuenta con 2600 millones de transistores.
O sea que, redondeando, el número de componentes activos creció 1 millón de veces desde 1971. Sin embargo, la placa de silicio de ese Core i7 mide 355 milímetros cuadrados. Es decir que todavía cabe en la palma de la mano.
Y más: el A10 Fusion, uno de los nuevos microprocesadores de Apple, tiene 3300 millones de transistores (1,4 millones de veces más que el 4004). Es el cerebro electrónico del iPhone 7, un teléfono que pesa 138 gramos. En 1981, la primera PC de IBM, que usaba uno de los descendientes del 4004 (el 8088), pesaba 23 kilos (gabinete con 1 diskettera, monitor blanco y negro y teclado). Eso es 166 veces más que el iPhone. Bueno, caramba, sólo el teclado pesaba 20 veces más que un smartphone promedio.
Beam me up, Scotty