Por Josh Zumbrun, publicado por The Wall Street Journal.
La historia reciente esta llena de proyecciones de recesiones y colapsos de mercados que no se concretaron
Es aún pronto para saberlo, pero datos disponibles ahora sugieren que la decisión británica de abandonar la Unión Europea podría ser un ejemplo más de un fenómeno recurrente: las predicciones de expertos que auguran graves consecuencias de ciertas decisiones políticas y que terminan siendo exageradas.
Los economistas son buenos para desentrañar las fuerzas que subyacen a la inflación o la productividad o para explorar los aspectos negativos de la desigualdad de la riqueza. Pero se enfrentan a retos más grandes cuando quieren extrapolar conclusiones de acontecimientos políticos, especialmente de aquellos con pocos o ningún antecedente.
“Los pronosticadores a menudo se sienten incentivados para darle vida a la probabilidad de los peores escenarios”, dijo Philip Tetlock, un experto en pronósticos políticos de la Universidad de Pensilvania. Estos expertos pueden inflar las probabilidades de desastres como una manera de aumentar la prominencia de una advertencia, o porque creen que probarse proféticos será algo de lo que podrán presumir, mientras que un pronóstico erróneo es algo que mucha gente olvida. “Con el tiempo, esto tiene un efecto corrosivo sobre la confianza [del público] en la comunidad de expertos”, dijo.
Existe una historia rica de cataclismos que nunca ocurrieron.
En 2013, algunos economistas advirtieron que las batallas por el presupuesto del Congreso de Estados Unidos, que dieron lugar a fuertes recortes del gasto público, podrían arrastrar de nuevo la economía hacia la recesión. Ese año, el país norteamericano creció 2,7%.
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En 2010 y 2012, algunos economistas advirtieron que los programas de compra masiva de bonos por parte de la Reserva Federal de EE.UU. causarían hiperinflación, provocando un alza en los precios de las materias primas y un colapso del dólar. Nada de eso ocurrió.