Por Paulo Prada y Caroline Stauffer para Reuters.
RIO DE JANEIRO (Reuters) - Los brasileños votaban el domingo en un reñido balotaje que enfrenta a la presidenta izquierdista, que tiene un fuerte apoyo entre los pobres, contra un senador de centro que promete reavivar una economía estancada a través de políticas amistosas con el sector privado.
Las encuestas le dan una leve ventaja a la incumbente Dilma Rousseff, que busca un segundo mandato de cuatro años. Su Partido de los Trabajadores (PT) ha estado en el poder por 12 años, durante los cuales ha aprovechado un auge económico para expandir los programas sociales y sacar a más de 40 millones de brasileños de la pobreza.
Pero muchos votantes creen que Aécio Neves, un ex gobernador con un fuerte apoyo entre la clase media alta y entre los brasileños de más recursos, ofrece un cambio para la mayor economía de Latinoamérica. Una década de crecimiento llegó a su punto máximo del 7,5 por ciento en el 2010 y se ha desacelerado desde que Rousseff asumió el cargo.
La campaña presidencial más competitiva de Brasil en décadas es también la más enconada en la memoria reciente, ya que ha estado dominada por el fuego cruzado y constantes acusaciones de corrupción.
El balotaje parece una elección entre dos bandos: los que sienten que están en una mejor situación después de más de una década de Gobierno del Partido de los Trabajadores y los que creen Brasil se ha quedado atascado en un bache.
"La gente ha tenido suficiente (...) por eso estamos en busca de otros partidos y otras soluciones para nuestro país", dijo Marcelo Fernandes de Araujo, un banquero de Río de Janeiro de 45 años que votó por Neves.
Los comicios se desarrollaban sin problemas en las urnas electrónicas de tres zonas horarias, que van desde los remotos pueblos amazónicos al distrito financiero de Sao Paulo.
Emitir un voto es obligatorio para todas las personas entre 18 y 70 años en un país donde más de 140 millones de personas están registradas para sufragar.
Rousseff, de 66 años, votó temprano en la sureña ciudad de Porto Alegre, donde vivió y se hizo conocida en la burocracia estatal en la década de 1990. La mandataria se ha comprometido a profundizar los emblemáticos programas de bienestar y tratar de restaurar el crecimiento con un nuevo equipo económico.
Neves, de 54 años, promete mantener los beneficios sociales y adoptar más medidas fiscales amistosas con los mercados para controlar el gasto público, tomar una actitud más firme contra la inflación y darle al banco central más autonomía para establecer la política monetaria.
Acompañado de su esposa, una ex modelo, Neves emitió su voto en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, donde gobernó con altos índices de aprobación a pesar de aplicar duras medidas de austeridad económica para borrar el déficit estadual.
Las dos opciones llevan a Brasil de nuevo a un choque de clases en un país aún azotado por la desigualdad. Y vuelve a la larga rivalidad entre el Partido de los Trabajadores, con raíces en el movimiento laboral brasileño, y el Partido de la Social Democracia Brasileña, que tuvo el poder por dos términos antes de que Luiz Inácio Lula da Silva, el mentor de Rousseff y su predecesor, fuera electo en el 2002.
Dos encuestas seguidas muy de cerca en Brasil mostraron en la víspera del balotaje a Rousseff liderando con una ventaja de hasta 6 puntos porcentuales. Sin embargo, más temprano ese mismo día, un sondeo de una encuestadora más pequeña dio vencedor a Neves, que había sorprendido en la primera ronda este mes avanzando desde un lejano tercer lugar hasta el segundo.
ECONOMÍA EXHAUSTA
Si el voto sólo fuera sobre la economía, a Rousseff se le haría difícil ganar.
Después de que la demanda por los vastos recursos naturales de Brasil se enfrió en los últimos años, su administración no ha logrado revivir el crecimiento. Eso ha comprometido a un modelo de gobierno que dependía de los crecientes ingresos impositivos para alimentar programas sociales y para inyectar crédito subsidiado a través de la banca de desarrollo.
La economía, que cayó en una recesión en la primera mitad del año, ha crecido menos del 2 por ciento anual bajo la administración de Rousseff. La inversión se ha rezagado y la inflación está justo por arriba del nivel de tolerancia oficial del Gobierno de 6,5 por ciento.
Aunque el desempleo se mantiene en mínimos históricos, los economistas ven poco brillo en el horizonte.
"Sin importar quien gane, el modelo económico en Brasil está agotado y necesita un cambio real para crecer de nuevo", dijo Luis Otavio Leal, un economista en Banco ABC Brasil en Sao Paulo.
Mientras tanto, los persistentes escándalos de corrupción han desatado las críticas de muchos contra el partido gobernante, al que acusan de mirar para otro lado cuando se trata del saqueo de las arcas públicas.
Una investigación en curso sobre sobornos de contratistas en el gigante estatal de petróleo Petrobras ha dañado la reputación de administradora eficiente que tiene Rousseff porque alguna vez presidió el directorio de la empresa y como presidenta designa a ejecutivos senior.
En un debate televisado contra Rousseff el viernes, Neves dijo que los brasileños podían acabar con la corrupción con una sola medida: "Sacar al Partido del Trabajo del gobierno".
De todos modos, es probable que su reclamo caiga en oídos sordos entre muchos de los que representan casi el 40 por ciento del electorado, que están convencidos que el Partido de los Trabajadores los ha ayudado a tener vidas más prósperas.
"Ningún otro partido va a trabajar en nombre de la gente como nosotros", dijo Sergio Calazans, un vendedor de frutas de 42 años en el barrio pobre Pavão-Pavãozinho. "Seguro que hay errores, pero ¿quién no comete errores?". / Por Paulo Prada y Caroline Stauffer para Reuters. (Editado en español por Pablo Garibian y Rodrigo Charme).--
Aécio Neves, acompañado de esposa, Letícia Weber, votando en Belo Horizonte Foto de Aécio Neves, en Flickr |
Dilma Rousseff durante la votación. Foto de Sala de Imprensa, en Flickr |
Brasil vota en una de las elecciones más apretadas de su historia
Por Reed Johnson y Marla Dickerson, para The Wall Street Journal.
SÃO PAULO—Un electorado brasileño profundamente dividido comenzó a votar el domingo en una amarga carrera presidencial que ha expuesto las fracturas económicas y sociales del país.
Varias encuestas recientes mostraron a la presidenta Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores, aferrándose a una pequeña ventaja sobre el ex gobernador Aécio Neves del Partido de la Social Democracia Brasileña. Pero otras encuestas sugieren que la elección está muy reñida como para nombrar un ganador, particularmente en unos comicios en los que se han visto giros inesperados y cambios de líder.
La elección, marcada por anuncios profundamente negativos y cáusticos debates televisados, ha dividido al país a lo largo de líneas regionales y socioeconómicas. Rousseff es ampliamente favorecida por los votantes de bajos recursos, concentrados principalmente en los estados del norte y el noreste, los cuales se han beneficiado de 12 años de programas sociales del Partido de los Trabajadores. Neves, un economista y heredero de una prominente familia política es apoyado por los votantes de clase media y alta, principalmente en el sur y el sureste, quienes cumplan a las políticas estatistas de Rousseff del estancamiento de la economía brasileña.
Esas divisiones fueron aparentes el domingo a medida que los brasileños, quienes están obligados por ley a votar, se dirigieron a las urnas.
“El país está definitivamente más dividido de lo que era. Creo que ambas partes tienen la culpa de ello en igual proporción”, dijo Haroldo Barros Ribeiro, de 38 años, un partidario de Rousseff que trabaja en una peluquería en Taguatinga, pare del distrito federal concentrado en la capital del país, Brasilia. “Me preocupa que las cosas empeoren y nadie en el gobierno haga nada”.
Silvio Frias da Silva, un chofer de 40 años oriundo de São Paulo que planeaba votar por Neves, dijo que la ciudad más grande de Brasil parecía el domingo como si se preparara para un partido de fútbol importante, con los autos llevando las banderas de los candidatos por toda la ciudad. Él culpó al PT por la tensa atmósfera.
“La ciudad está muy dividida”, dijo. “Hay una rivalidad muy fuerte y eso está sucediendo porque el PT lo creó”.
La votación ocurre en medio de un creciente malestar sobre la economía brasileña, la cual ha perdido impulso en medio del debilitamiento de los precios globales de los commodities. El país entró en recesión este año, la inflación se ubica en 6,75% y las finanzas públicas se están deteriorando.
Los inversionistas respaldan a Neves, con la esperanza de que frene a la inflación y restaure la confianza en los mercados brasileños, los cuales han caído por la posibilidad de que Rousseff consiga la reelección.
La encuestas muestran que Rousseff ha Ganado terreno con los votantes de clase media y de clase trabajadora en los últimos días al atacar a Neves en asuntos económicos que parecerían ser su fortaleza. Ella le recordó a los brasileños que el desempleo se mantiene en niveles bajos, cercanos a sus records históricos, en momentos en que está subiendo en muchas partes del mundo. Ella ha mostrado a Neves como el candidato que se arrodilla ante los banqueros y las élites.
Eso ha llevado a votantes como Osanan Rodrigues Elias a concluir que Rousseff es la mejor apuesta para aferrarse a las ganancias que han obtenido. “Ahora mismo me preocupa más el tener suficiente empleo que la inflación”, dijo Rodrigues. / Por Reed Johnson y Marla Dickerson, para The Wall Street Journal.--
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