Publicado por Anthony Boadle para Reuters
BRASILIA (Reuters) - ¿Es posible que algún gobierno eluda la vigilancia de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense? Brasil va a intentarlo.
Enfurecido por recientes revelaciones de que Estados Unidos espió los correos y llamadas telefónicas hasta de la presidenta Dilma Rousseff, el Gobierno brasileño aceleró sus esfuerzos por mejorar la seguridad de sus comunicaciones y proteger mejor sus secretos.
¿Cómo? Mediante la compra de un nuevo satélite, imponiendo el uso de nuevas plataformas seguras de correo electrónico para los burócratas en Brasilia y tendiendo sus propios cables de fibra óptica para comunicarse con sus vecinos.
El énfasis en reforzar la seguridad de las comunicaciones era difícil de vender en un país relajado, sin una historia de terrorismo internacional y que no ha librado una guerra en más de un siglo.
Funcionarios brasileños admiten que enfrentan problemas parecidos a los de otros países molestos con las revelaciones sobre el vasto espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA por su sigla en inglés): construir nueva tecnología es costoso y difícil, y no garantiza que los secretos estén a salvo del espionaje estadounidense.
Y sin embargo, Brasil está especialmente motivado a actuar.
La mayor economía de América Latina se siente especialmente humillada por los documentos filtrados por el ex contratista de la NSA, Edward Snowden.
Según un reporte el domingo del canal de televisión Globo, la agencia interceptó las comunicaciones de Rousseff con sus principales asesores y las usó como "caso de estudio" para mostrar sus herramientas de espionaje.
Rousseff está tan enojada que podría cancelar una visita de Estado a Washington programada para octubre, dijo el miércoles a Reuters un funcionario brasileño.
Antes de las denuncias de espionaje a la presidenta, Brasil ya estaba irritado con Estados Unidos. La prensa había reportado en julio que la NSA espió correos y recolectó datos de llamadas telefónicas en Brasil y otros países de América Latina.
Estados Unidos respondió que observaba apenas patrones de comunicación para detectar posibles amenazas a la seguridad, pero no espiaba a las personas.
Burócratas que trabajan en los edificios modernistas del Gobierno en Brasilia han usado durante años servicios de correo electrónico encriptado, incluyendo una plataforma local llamada "Expresso".
Pero es recién ahora que los funcionarios se dieron cuenta de su importancia, dice Marcos Melo, el gerente de Serpro, una empresa estatal de comunicaciones que desarrolló Expresso y que provee al Gobierno de bases de datos seguras.
"Ahora la gente entiende el riesgo que corre por no proteger las comunicaciones", dijo Melo. "Hace seis años, cuando empezamos a invertir en Expresso nos decían: '¿Para qué crear una nueva herramienta, si Gmail ya existe y es gratuito?'"
CONTROLANDO LOS CIELOS
Las primeras revelaciones sobre el espionaje incluyeron documentos que mostraban que la NSA y la Agencia Central de Inteligencia tenían una red de monitoreo vía satélite en 64 países, incluyendo una en un barrio residencial de Brasilia, la capital del país.
Coincidencia o no, en las últimas semanas Brasil tomó una serie de cruciales decisiones para ganar más independencia en sus cielos.
En cuestión de semanas escogió a Thales Alenia Space, un consorcio liderado por la mayor empresa europea de electrónica para defensa -la francesa Thales-, para construir un satélite que será compartido por el Gobierno y por las Fuerzas Armadas.
El satélite será operado por Visiona, creada por la empresa estatal de comunicaciones Telebras y el fabricante brasileño de aviones Embraer, que prevén construir otros aparatos en el futuro.
La elección de Thales en vez de un consorcio formado por empresas estadounidenses y japonesas sorprendió a diplomáticos en Brasilia, que se preguntaron si las revelaciones de la NSA tuvieron algo que ver.
El presidente de Telebras, Caio Bonilha, dijo a Reuters que el principal factor en la decisión fue el costo y no el temor a que un satélite fabricado en Estados Unidos fuera susceptible de espionaje.
Sin embargo, hablando en términos generales sobre acciones recientes de la compañía, reconoció que "ahora la seguridad se ha transformado en una preocupación principal".
Gran parte de las comunicaciones del Gobierno brasileño, incluyendo las militares, depende de satélites propiedad de una empresa controlada por el multimillonario mexicano Carlos Slim. Brasil no puede supervisar su ángulo y mucho menos la seguridad de sus canales.
El nuevo satélite de Thales será lanzado desde la vecina Guyana Francesa en el 2016. El costo total, incluyendo el lanzamiento y el seguro, será de entre 600 y 650 millones de dólares.
Brasil también empezó a tender conexiones directas de fibra óptica con sus vecinos sudamericanos -Uruguay ya fue conectado y Argentina será el próximo- para evitar que la información entre los gobiernos tenga que pasar a través de las redes en Estados Unidos.
"Cuanto menos viaja alrededor del mundo tu información, más segura está", dijo Bonilha.
Y Serpro, la empresa estatal que desarrolla comunicaciones seguras, prevé que sus productos sean adoptados por más partes de la administración pública.
Expresso, una plataforma que incluye correo electrónico, chat, conferencias de video, administración e intercambio de archivos, tiene 700.000 usuarios, aunque apenas 60.000 en el gobierno federal y sólo 1.000 en el palacio del Planalto, la sede de la presidencia. El software es también usado por otras empresas estatales y privadas.
Melo dijo que el desarrollo de la Expreso 3 es una prioridad para el Gobierno. La compañía estatal brasileña está trabajando junto con la alemana Metaways.
Expresso está basado en software de fuente abierta que, al contrario de lo que podría parecer, ofrece mayor seguridad pues el código es conocido y puede ser probado contra invasiones, a diferencia del software de propiedad privada de código secreto como Google que, según Melo, puede permitir el acceso a la información de los usuarios.
Google ha negado que el Gobierno de Estados Unidos tenga acceso o que exista una "puerta trasera" para la información almacenada en sus centros de datos.
Pero la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Brasil convocó a ejecutivos de Google, Facebook y Microsoft a declarar en una investigación sobre su posible colaboración con la NSA.
Todos negaron que sus firmas hayan participado en esas actividades. (Reporte de Anthony Boadle; Editado en español por Esteban Israel) / Reuters.
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