La tasa promedio de natalidad en la Argentina es de 1,86% anual y la tasa de crecimiento de la población fue de 1,12% anual. Pero la tasa de natalidad promedio en el Norte Grande (NOA y NEA) es de 2,08% anual y la tasa de crecimiento de la población fue de 1,04% anual, 7% menos que el crecimiento promedio del país, lo que revela un enorme proceso de migración del interior.
Los datos preliminares del Censo 2010, alcanzan para describir algunas de las dinámicas demográficas observadas en la década pasada. Una de ellas es que fue muy activo el flujo emigratorio desde el Norte Grande hacia Buenos Aires, según un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino.
Mayoritariamente se integra por argentinos que prefieren las paupérrimas condiciones de vida del Gran Buenos Aires antes que las aun peores perspectivas que ofrece su región de origen. Se trata de otra evidencia de que la bonanza económica internacional no fue aprovechada para impulsar un proceso sustentable y geográficamente equilibrado de desarrollo económico y social.
Los primeros datos del Censo 2010 señalan que la población asciende a 40,1 millones de habitantes. Se trata de aproximadamente 3,8 millones de habitantes más que hace 9 años cuando se desarrolló el Censo 2001. Implica un crecimiento de 10,6% que en términos anuales equivale a un crecimiento poblacional de 1,12% promedio anual.
Dentro de los muchos aspectos interesantes y útiles que reporta la información difundida por el INdEC, uno muy importante es el análisis de la información desagregada por áreas geográficas.
En particular, la que permite identificar la orientación y la intensidad de los flujos migratorios internos.
En tal sentido, combinando información del Censo 2010 con datos de natalidad que regularmente reporta el Ministerio de Salud de la Nación se pueden observar las siguientes tendencias:
- La tasa de natalidad promedio de todo el país es de 1,86% anual mientras que la tasa de crecimiento de la población fue de 1,12% anual.
- La tasa de natalidad promedio de las provincias del NOA y NEA es de 2,08% anual, es decir, hay un 12% más de nacimientos que en el promedio del país.
- Sin embargo, la tasa de crecimiento de la población en el NOA y NEA fue de apenas 1,04% anual, es decir, un 7% menos que el crecimiento promedio del país.
Los datos demográficos muestran que en el norte del país las familias tienen más hijos que en las otras regiones, pero la población crece menos que el promedio. Esto sugiere la presencia de un intenso proceso de emigración. La gente en el norte tiende a emigrar optando fundamentalmente por el Gran Buenos Aires y, de manera más selectiva, por la región patagónica.
Dentro de los fenómenos económicos prevalecientes en la década que pasó se destacan los muy altos precios internacionales de las exportaciones argentinas. Esto fue suficiente para estimular el crecimiento de la Patagonia, dotada de recursos minerales de alta inserción internacional. Consistente con ello es una región que demográficamente muestra un alto dinamismo.
También la región Pampeana fue beneficiada con los altos precios internacionales dada su propicia dotación de recursos para la producción agrícola de alta productividad, por ello, muestra cierta estabilidad demográfica.
En sentido contrario, el norte argentino testimonia las consecuencias de perseverar en los errores. Una región que por su dotación relativa de recursos no puede disfrutar de manera directa y con igual intensidad de la bonanza internacional, es más vulnerable a la centralización de recursos públicos en el nivel nacional.
A diferencia de lo que ocurre en otras provincias, donde el gran potencial productivo alcanza para disimular el efecto de las distorsiones que impone el unitarismo y la discrecionalidad, en el norte argentino las consecuencias de la centralización son más visibles.
Tanto es el deterioro que las paupérrimas condiciones de vida que ofrece el Gran Buenos Aires se erigen como un incentivo atractivo que motoriza un intenso flujo de migración interna.
Centralizar recursos públicos a nivel nacional tiene implícita una alta dosis de autoritarismo y de arrogancia al subestimar las capacidades del interior del país. Pero, además, constituye una estrategia condenada al fracaso. Con la centralización se potencian las superposiciones entre niveles de gobierno, la burocracia y las oportunidades de corrupción.
En paralelo, se diluyen las responsabilidades de las autoridades locales. El punto más extremo de la degradación se presenta cuando organizaciones no gubernamentales usan el apoyo financiero discrecional del gobierno nacional para cuestionar y doblegar a las autoridades locales democráticamente establecidas.
Los primeros datos del Censo 2010 ofrecen otra evidencia que desnuda cómo se han perdido las oportunidades inéditamente favorables que ofreció el contexto internacional. Más importante aun es que confirman que sin un retorno a los principios federales que fija la Constitución, no hay posibilidades de reconstruir una Nación con desarrollo sustentable y geográficamente equilibrado.