El Papa insistirá en su mensaje de inclusión social en gira por América Latina.
Reed Johnson en São Paulo y Francis X. Rocca en Ciudad del Vaticano, publicado en The Wall Street Journal.
El papa Francisco mostrará su preocupación por los pobres y los olvidados de América Latina durante un viaje a su continente de origen a partir de este fin de semana, como lo hizo cuando era un joven jesuita hace varias décadas.
En una gira por Ecuador, Bolivia y Paraguay que durará una semana, se prevé que el primer papa latinoamericano insista en su llamado a una revolución cristiana no violenta contra las “causas estructurales” de la desigualdad y la degradación medioambiental, y que intente revertir el declive de la participación de los feligreses en la iglesia católica en la región.
Hasta la elección de los destinos parece simbólica: tres países con grandes poblaciones indígenas que a menudo quedan relegadas a un lugar secundario, aún en América del Sur. De forma significativa, no visitará su Argentina natal, un país extenso y relativamente próspero.
Se prevé que el papa Francisco visite una notoria prisión boliviana, un barrio marginal a la vera de un río en Paraguay, y el sitio donde fue asesinado un cura jesuita activista en 1980 por la dictadura militar boliviana. Visitará a un amigo de 91 años en Ecuador, y dará misa en El Alto, la empobrecida ciudad melliza de La Paz, en Bolivia.
Incluso se dice que mientras esté en Bolivia el Papa podría mascar hoja de coca, la planta de la cual se produce la cocaína. Los locales mascan las hojas en parte para soportar la elevada altitud y valoran las propiedades espirituales. Un vocero del Vaticano dijo que el Papa aún no había decidido si seguirá el ejemplo de los lugareños.
Es una agenda que encaja en la misión pastoral del padre Jorge Bergoglio, quien trabajó en los barrios pobres de Buenos Aires y luego se convertiría en el primer papa de América Latina, una región de marcada desigualdad y hogar de 40% de los católicos del mundo.
“Como Francisco es un papa del Sur global, ve las cosas de forma distinta”, dijo Paul Vallely, autor de un libro sobre el Papa que se publicará pronto. “Tiene una visión más escéptica del capitalismo del consenso de Washington, aún más que papas anteriores”.
Aunque la clase media de la región ha crecido, las amplias disparidades de patrimonio aún dividen a Sudamérica. Los conflictos de la Guerra Fría en los años 70 y 80 que dividieron a la iglesia católica han terminado, pero algunas consecuencias aún tiñen la política de la zona. Muchos países tienen problemas para mantener el crecimiento económico y nutrir la democracia, y a la vez proteger el medioambiente y limitar la corrupción.
Con el papa Francisco, muchos latinoamericanos creen que finalmente tienen a uno de los suyos, un hombre que trabajó entre los pobres y que ha criticado un status quo político y económico que, dice, ha mantenido en la pobreza a un tercio de América Latina y a cientos de millones de personas en todo el mundo.
El cantante de rock y activista social colombiano Juanes, que tocará para el papa Francisco cuando visite Estados Unidos en unos meses, dijo que creía que el Papa podría ayudar a curar algunas de las prolongadas divisiones de la región. “Necesitamos líderes como él que hablen de temas importantes”, dijo Juanes, “no sólo de guerra, o política, o den discursos, sino alguien que hable sobre amor e inclusión”.
Una plataforma especialmente prominente para la agenda del papa Francisco será su discurso en el Encuentro Mundial de los Movimiento Populares, auspiciado por el Vaticano, el 9 de julio en Santa Cruz, Bolivia.
Será la segunda edición del evento que reunirá a activistas sociales. En la primera, realizada en el Vaticano en octubre, el Papa llamó a derrocar un “imperio del dinero” al que culpaba por los conflictos militares y la degradación medioambiental en todo el mundo. El Pontífice dijo que los trabajadores como recolectores de basura o los artesanos tenían “derecho a un salario decente, seguridad social y un plan de jubilación”. También pidió una “casa para cada familia”, pero se lamentó: “Si hablo de esto, algunas personas concluirán que el Papa es un comunista”.
Varios académicos y clérigos dicen que el papa Francisco ha rehabilitado los principios básicos de la Teoría de la Liberación, la polémica doctrina que floreció hace medio siglo en América Latina al instar a la iglesia a tomar un rol activista para ayudar a los pobres a ayudarse a sí mismos.
Muchos académicos religiosos concuerdan en que las convicciones más profundas del Santo Padre se arraigaron en los distritos más pobres de la capital argentina, donde era conocido como “el Papa villero”.
Como arzobispo de Buenos Aires, el padre Bergoglio se centró en los barrios pobres conocidos como “villas miseria”, muchos habitadas por inmigrantes de bajos recursos de Bolivia y Paraguay. Como arzobispo, alentó a sus sacerdotes a visitar esos barrios en lugar de quedarse dentro de sus iglesias.
Pero hoy, en muchas zonas carenciadas de América Latina, son los protestantes, no el catolicismo, los que están ganando terreno. En 1970, el 89% de los bolivianos y el 95% de los ecuatorianos y paraguayos eran católicos, según un estudio realizado por el Pew Research Center. Las cifras correspondientes del año pasado para los tres países que el Papa Francisco visitará este mes fueron de 77%, 79% y 90%. En Brasil, por mucho el país más grande del continente, el porcentaje cayó de 92% a 61%.
Según este centro, los millones de latinoamericanos que han abandonado la iglesia católica buscaban una relación más personal con Dios y preferían una experiencia en la iglesia más animada y menos formal.
La popularidad global y la perspicacia política del Pontífice lo han ayudado a trabar relaciones con algunos de los líderes populistas izquierdistas de América Latina, como el presidente boliviano, Evo Morales, y la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien en el pasado estuvo enfrentada con los líderes locales de la iglesia.
En la reunión en Santa Cruz, como en el resto del viaje, es probable que el Papa toque los temas ecológicos de su reciente encíclica “Laudato Si”.
Otros grupos civiles en la región esperan que el papa Francisco extienda su apoyo a los pobres hacia otros grupos.
Simón Cazal, director ejecutivo del grupo paraguayo LGBT Somosgay, uno de los grupos seculares que se reunirán con el Papa, dijo que esperaba conseguir la ayuda del pontífice para denunciar la violencia contra los homosexuales en Paraguay.
Cazal sostuvo que inicialmente se preocupó cuando Bergoglio fue nombrado Papa, debido a su historial conservador sobre la homosexualidad. Pero afirmó que se sintió alentado por los pronunciamientos más recientes del Pontífice, incluida su popular declaración: “¿Quién soy yo para juzgar?”.
“Me parece muy bueno, demuestra que la iglesia puede cambiar”, señaló Cazal. / Reed Johnson en São Paulo y Francis X. Rocca en Ciudad del Vaticano, publicado en
The Wall Street Journal.--