EE.UU. desbloqueó 2.800 documentos sobre el asesinato del presidente. Pero a pedido de la CIA y el FBI, Trump aplazó la publicación de otros.
Por Paula Lugones, publicado por Clarín.
Las dudas y las teorías conspirativas que conmovieron a más de una generación no se disiparán: se concentran ahora en unos 300 documentos clasificados que Donald Trump decidió que sigan bajo siete llaves al autorizar la difusión de 2.800 de los 3.100 expedientes sobre el asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy, hace más de medio siglo.
Foto de la pantalla del website de la Administración Nacionalde Archivos y Registros de Estado Unidos ©Todos los derechos reservados |
Miles de expedientes oficiales que hasta ahora estuvieron clasificados y custodiados por los Archivos Nacionales de Estados Unidos se publicaron porque el presidente Trump no lo impidió hoy, el día que vencía el secreto, según el dictado de una ley de 1992. En un menaje en Twitter, el presidente parecía exultante el miércoles: “La esperada publicación de los archivos de JFK tendrá lugar mañana. ¡Qué interesante!”, dijo.
Sin embargo, mientras una alianza de historiadores exigía al presidente que revelara los secretos del magnicidio en Dallas, el 22 de noviembre de 1963, Trump sufrió estos últimos días presiones en contra de la publicación. Según varios reportes de prensa, agencias estadounidenses de inteligencia pidieron al presidente que mantuviera algunos archivos fuera de la vista del público por razones de seguridad nacional.
Quizás por eso Trump haya dudado hasta último momento y ofreció una advertencia en Twitter de que pretendía publicar los materiales “siempre y cuando se reciba más información”.
“Algunos registros de esta colección no se crearon hasta la década de 1990”, y la Casa Blanca quería garantizar que su publicación no causaría un “daño identificable” a la seguridad nacional, había asegurado la semana pasada una portavoz de la Casa Blanca, Lindsay Walters, a la revista Politico.
El especialista Phil Shenon, autor de “JFK. Caso Abierto”, explicó que “la CIA está especialmente preocupada por los documentos de los años sesenta que se refieren a programas que aún seguían activos en los noventa y que podrían exponer a las redes de espionaje”.
Junto a este temor, se oculta también un mecanismo de autodefensa ante la posibilidad de que emerja la incompetencia de las agencias de inteligencia.
Bajo la ley de 1992, los archivos que fueron bloqueados por Trump no podrán ver la luz hasta dentro de 25 años, y quien ocupe entonces la Casa Blanca deberá decidir sobre su posible publicación. Sin embargo, fuentes oficiales dijeron que Trump podría tomarse 6 meses para analizar en detalle la conveniencia o no de revelarlos.
Al presidente le fascinan las historias conspirativas y ha sido protagonista de muchas: fue él quien especuló con que el ex presidente Barack Obama podía no haber nacido en EE.UU. sino en Kenia, y durante las primarias republicanas de 2016, Trump incluso llegó a sugerir que el padre de su rival Ted Cruz tuvo algo que ver precisamente con Oswald, el asesino de Kennedy. Y su actual desdén por las agencias de inteligencia es manifiesto.
“De todos los presidentes desde 1963, Trump es el que menos le importa si los documentos dañan a la CIA o el FBI, dos instituciones con las que está peleado en este momento”, dijo el historiador presidencial Michel Beschloss a The New York Times. Sin embargo, dada la aparente sensibilidad de los documentos, Trump cedió a las presiones.
Desde que Oswald disparó un balazo a la cabeza de Kennedy, que se desplazaba en una caravana de autos en la ciudad de Dallas, miles de teorías se sucedieron para intentar explicar las motivaciones del atacante. Más aún luego de que fuera asesinado dos días después de ser detenido, por Jack Ruby, dueño de un night club de la ciudad, frente a las cámaras de televisión.
La estadía de Oswald en México semanas antes del magnicidio encierra una de las grandes incógnitas. Marine desertor, casado con una rusa y que tras un fracasado exilio en la Unión Soviética pretendía abandonar Texas y regresar a Moscú, había viajado a México para intentar conseguir una visa para la URSS. Allí visitó la embajada cubana y la soviética, y tuvo contactos con agentes de la KGB.
Esto ha inspirado todo tipo de especulaciones porque los pasos de Oswald habían sido advertidos y seguidos por la CIA. Esos informes de la agencia nunca han salido a la luz y quizás sean parte de los que Trump no quiso desclasificar y queden 25 años más aún en secreto.
“Los informes mostrarán que la CIA y el FBI sabían mucho más de Oswald que lo que contaron a la Comisión Warren (que en 1964 investigó el magnicidio). La historia oficial lo dibuja como un lobo solitario cuya trama para matar a Kennedy nunca fue advertida.