Por Carlos Pagni, publicado por La Nación.
Mauricio Macri suele lamentar la incomprensión de lo que denomina el "círculo rojo", y los sociólogos llaman elite: políticos, empresarios, sindicalistas o periodistas que evalúan las decisiones oficiales intoxicados por el exceso de información. Pasan los meses y va apareciendo con claridad otro grupo del que tal vez debería cuidarse más. Personas instaladas en las entrañas del poder, que utilizan fondos e instrumentos asignados por el Estado para perseguir o extorsionar, fuera de cualquier marco legal. Es un elenco que existe en todas las administraciones. El célebre Norberto Bobbio lo llamó sottogoverno. El problema de Macri es que ese pestilente "círculo negro", que se extiende bajo sus pies, ha comenzado a descomponerse y está fuera de control.
Parece imposible que Elisa Carrió y Cristina Kirchner coincidan en algo. Sin embargo, ambas denunciaron que desde la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) se realizan operaciones clandestinas. La misma naturaleza del delito hace que sea difícil de probar. Sin embargo, desde hace cuatro meses, LA NACION viene accediendo a datos que vuelven muy creíbles las manifestaciones de esas dos rivales. Se trata de documentos que, por sus características, y por la altísima confiabilidad de quienes los proporcionan, corroborarían la existencia de una unidad de inteligencia ilegal en esa repartición. La información podría ser avalada por testigos ante un requerimiento judicial.
Los blancos de esas tareas de espionaje son, según esas fuentes, muy variados. Un agente cuyo nombre comienza con G tiene en la mira a Lionel Messi. Sería para indagar en una sociedad que apareció en los Panamá Papers. Messi es un objetivo inesperado. Hasta que se recuerda que al frente de la AFI está el broker de futbolistas Gustavo Arribas. ¿Será también por eso que el espía I investigaría a Carlos Ahumada Kurtz, quien hasta octubre conducía Estudiantes de San Luis? Alguien cuya inicial es S seguiría también a Julio Koropeski, del club Crucero del Norte.
Quizás Arribas sea inocente. La antigua SIDE recibe la influencia del presidente de Boca, Daniel Angelici, y de su vicepresidente 3º, Darío Richarte. A ellos reportan el director de Finanzas, Juan José Gallea, y el de Asuntos Jurídicos, Juan Sebastián De Stefano, novio de Loreley Bianco, la nueva presidenta del Consejo de la Magistratura porteño. Gallea fue director de Finanzas del grupo de medios de Sergio Szpolski, bajo ambos Kirchner.
Estas conexiones quizás expliquen por qué el aparato irregular de la AFI puso la lupa sobre el empresario Matías Garfunkel. El espía a cargo es, de nuevo, I. Garfunkel denunció hace un año a Richarte y a Gallea como socios ocultos de Szpolski. Después de hacerlo, padeció hostilidades que lo obligaron a exiliarse. El mismo agente I perseguiría a Mariano Martínez Rojas, comprador de ese grupo mediático. Martínez Rojas declaró que Szpolski, Gallea y Richarte lo estafaron.