Por Maurice Tamman y Guy Faulconbridge, publicado por Reuters.
NUEVA YORK/LONDRES (Reuters) - Hace apenas un par de días, encuestadores y estadísticos daban a Hillary Clinton una posibilidad de entre el 75 y el 99 por ciento de ganar la elección presidencial estadounidense. ¿Cómo pudo equivocarse tanto tanta gente?.
Los medios, incluidos Reuters, optaron por dos tipos de historias sobre las encuestas. Algunos eran sondeos diseñados para estimar el voto popular en todo el país, pero no el resultado en estados individuales, donde se decidió finalmente la contienda. Estos estudios acertaron en general: Clinton logró más votos que el presidente electo Donald Trump, pero no tanto como había previsto el promedio de las encuestas y no en los lugares donde lo necesitaba.
Las empresas informativas generaron también una avalancha de historias que buscaban calcular la probabilidad de victoria de los dos candidatos. Estos cálculos fueron realizados sobre encuestas de estados individuales, pero a posteriori las historias parecen haber exagerado las opciones de triunfo de Clinton al no detectar que el cambio en los patrones de voto de algunos estados podía reproducirse en otros estados similares.
Esto se debe, en parte, a que los analistas de las encuestas entendieron mal la metáfora central.
Los presidentes estadounidenses no son elegidos por el voto popular nacional, sino por los colegios electorales de los 50 estados y Washington D.C. A la hora de calcular los resultados probables, los expertos suelen tratar estas 51 contiendas como eventos completamente distintos, tan separados unos de otros como una serie de 51 lanzamientos de monedas al aire.
Pero las elecciones no funcionan así en Estados Unidos. Las tendencias de voto que aparecen en un estado -como, por ejemplo, un cambio hacia los republicanos mayor de lo esperado entre los votantes rurales- tienden a aparecer igualmente en otros estados con una composición demográfica similar.
Y eso es lo que pasó el martes: los modelos electorales calcularon unas probabilidades altas de triunfo para Clinton porque consideraron cada estado de forma muy aislada.
El sondeo sobre el Estado de la Nación de Reuters/Ipsos proyectó que Clinton ganaría el 45 por ciento del voto popular frente al 42 por ciento de su rival, y le dio un 90 por ciento de probabilidades de lograr los 270 votos electorales necesarios para asegurar su llegada a la Casa Blanca.
Al final, la demócrata se hizo con el 47,7 por ciento del voto popular contra un 47,5 por ciento de su oponente, según el último recuento, y Trump podría quedarse hasta con 303 votos del Colegio Electoral por 233 de Clinton cuando se conozca el resultado final.
Las contiendas estatales, en último término, no se parecieron a tirar monedas al aire, sino más bien al lanzamiento de 51 dados cargados. En muchos estados, la cara que representa a los votantes blancos en condados suburbanos y rurales pesaba más, mientras que el lado de los urbanitas era más ligero.
ERRORES DE CÁLCULO
Cliff Young, presidente de Relaciones Públicas en Estados Unidos de Ipsos -socio encuestador de Reuters-, indicó que el problema reside en los modelos usados por los expertos para predecir quién votará; los llamados votantes probables.
Casi todos los modelos erraron en el cálculo de la distribución de la participación entre los diferentes grupos demográficos, dijo Young. Y la participación fue más baja de lo esperado, lo que suele favorecer a los candidatos republicanos.
Por ejemplo, en el año 2000, cuando el republicano George W. Bush venció al demócrata Al Gore, la afluencia a las urnas rondó el 60 por ciento, según la Oficina del Censo. Ocho años después, fue del 64 por ciento cuando el demócrata Barack Obama ganó su primera elección presidencial al republicano John McCain.