Ayer comencé a ordenar las fotografías de mis viajes por las estancias en el Chaco Paraguayo, y encontré una serie de fotos del encuentro con el venado.
En una de las tardes, cerca de una estancia llamada Monte Lindo, veníamos volviendo a ella, nos encontramos un hermoso venado caminando por el camino, una corzuela (como se le dice en el norte de Argentina), guazú-pitá (Mazama americana), de la variedad pardogrisáceo.
Nos detuvimos a cierta distancia para tomar unas fotos. Sorprendentemente, el venado se dio vuelta, caminó hacia nosotros unos metros y se quedó sobre el camino, como tratando de entender ¿que eramos nosotros?.
Lentamente nos fuimos acercando con el vehículo hasta sólo unos metros. El hermoso animal se metió a un charco que había a la par del camino. Permitió que me bajara del vehículo y le sacara unas fotos muy de cerca, por ahí tomaba tranquilamente agua, y hasta nos dedicó unas miradas con ese particular movimiento de las simpáticas orejas.
Me subí al vehículo, y seguimos luego de apreciarlo un rato. Entre los comentarios por el agradable encuentro, señalé que el venado había tenido suerte que se encontró unos con una Nikon en la mano y no otros con una Winchester. Muchos humanos somos bichos muy peligrosos para ellos.