Por James T. Areddy, publicado por The Wall Street Journal.
SHANGHAI—Mientras las redes sociales ayudaban a derrocar regímenes en Medio Oriente y el norte de África, un coronel del Ejército Popular de Liberación de China advirtió públicamente que una Internet dominada por Estados Unidos amenazaba la permanencia del Partido Comunista en el poder.
En una columna firmada junto con un investigador chino y publicada por el diario oficialista China Youth Daily, el coronel Ye Zheng dijo que Internet representaba una nueva forma de control global, y que EE.UU. era una “sombra” detrás de esos levantamientos populares. Beijing debía prestar atención.
Cuatro años más tarde, China está prestando mucha atención. Su gobierno está ejerciendo presión para reescribir las reglas de Internet global con el fin de aislar de la interconectividad con el resto del planeta a la mayor población mundial de usuarios de la red y controlar cada vez más a Internet dentro de China.
Beijing imagina un futuro en el que los gobiernos patrullarán el discurso en línea como si fueran agentes fronterizos, en lugar de permitir que EE.UU., que ha liderado el mundo digital desde el principio, dicte las normas.
Apoyado por conservadores en el gobierno, la academia, el sector militar y la industria tecnológica, el presidente Xi Jinping busca ejercer su influencia sobre cada segmento del mundo digital chino, desde la fabricación de semiconductores hasta el funcionamiento de las redes sociales.
De esta manera, Xi busca romper el sistema internacional tal como lo conocemos hoy en día, en el que Internet es básicamente igual en todas partes. También está presionando a empresas extranjeras para que colaboren con este objetivo.
El 1 de julio, la legislatura china aprobó una nueva ley de seguridad que extiende la soberanía nacional al ciberespacio y que pide que la tecnología de red sea “controlable”. Una semana más tarde se dio a conocer un proyecto de ley que, de ser aprobado, endurecerá los controles sobre Internet dentro de China, incluyendo la potestad del gobierno para interrumpir el acceso público a la red durante una crisis de seguridad nacional.
Otros proyectos de ley en estudio animan a las empresas chinas a buscar sustitutos locales a equipos comprados fuera del país y obligan a proveedores extranjeros a entregar claves codificadas de sus productos a las autoridades, lo que permitiría que éstas controlen los equipos.
Funcionarios chinos refirieron las preguntas sobre la política de Internet a la recientemente creada Dirección del Ciberespacio de China. La agencia declinó poner a disposición a algún funcionario para que comentara.
Esta estrategia habría sido imposible hace unos años, cuando las compañías occidentales dominaban Internet. Pero esto comenzó a cambiar con el ascenso de nuevas potencias chinas como el gigante de comercio electrónico Alibaba Group Holding Ltd., el conglomerado en línea Tencent Holdings Ltd. y el agregador Sina Corp., las cuales permiten a los usuarios chinos disfrutar de la mayoría de los servicios disponibles en Occidente, más algunos exclusivo de este país, sin necesidad de recurrir a Google Inc. o Facebook Inc. Las empresas locales son más fáciles de controlar por Beijing y han demostrado ser más dadas a responder los pedidos de censura del gobierno.
Beijing está también dando apoyo financiero y político a empresas nacionales que fabrican semiconductores y servidores que puedan reemplazar a los de proveedores occidentales. A principios de este año, el primer ministro Li Keqiang dio a conocer Internet Plus, una incubadora de empresas nacionales que integran las tecnologías móviles, en nube y otras con el sector manufacturero y los negocios.
Muchas empresas occidentales deciden rendirse a las reglas chinas para poder afianzar una posición en el gigante asiático, que tiene una población en línea de casi 700 millones de usuarios.
LinkedIn Corp. se estructuró en China como una empresa nacional y aceptó censurar contenido. La firma dijo que respeta la libertad de expresión, pero que debe cumplir con las leyes del país.
Cediendo a la presión de Beijing luego de saberse que Washington había obtenido información sobre China a través de infraestructura local producida por empresas estadounidenses, Hewlett-Packard Co. vendió a una empresa local una participación mayoritaria en sus operaciones de servidores, almacenamiento y tecnología en ese país. Un portavoz de H-P describió el reciente acuerdo como una asociación creada para impulsar una mayor innovación tecnológica en China.
En agosto de 2014, Apple Inc. dijo que había estado usando la principal plataforma de Internet del país, administrada por la empresa estatal China Telecom, para almacenar los datos de sus usuarios chinos. Apple dice que los datos están protegidos por codificación.
China también está buscando apoyo internacional. A principios de este año, Rusia y algunos gobiernos de Asia Central secundaron una propuesta de Beijing en Naciones Unidas para crear un “código de conducta” de Internet. Esta medida daría a los gobiernos poder de veto sobre los protocolos técnicos de interconexión a Internet.
El país asiático sostiene que tales controles son necesarios por cuestiones de seguridad nacional, especialmente luego de las revelaciones del ex contratista de defensa estadounidense Edward Snowden sobre el espionaje cibernético de EE.UU. El código no fue aprobado.
Otros países comparten la visión de China de una Internet con fronteras. Turquía ha bloqueado temporalmente YouTube y Twitter. Rusia ha presionado a las empresas estadounidenses de medios sociales para que eliminen contenido publicado por los usuarios. El año pasado, el máximo tribunal de la Unión Europea dictaminó que Google y otros buscadores deben en algunos casos eliminar de sus resultados de búsqueda enlaces que contengan información sobre personas que lo solicitan.
“Cada vez más países están poniendo en práctica sus propias reglas”, dice Rebecca MacKinnon, directora de Ranking Digital Rights Project for New America, un centro de estudios sobre derechos digitales de Washington. “Las naciones que quieren hacer cumplir sus propias restricciones a Internet plantean una tensión entre los intereses nacionales y la participación en un mercado global”.
La ofensiva para promover una alternativa a la Internet sin fronteras es una más de las estrategias con las que China está desafiando el orden mundial liderado por EE.UU. Otras medidas incluyen los reclamos de soberanía en los mares del sur y el este de China, el fortalecimiento de sus fuerzas armadas y la creación de un banco asiático de infraestructura que rivaliza con el Banco Mundial, considerado bajo la influencia de Washington.
“En las próximas dos décadas, China se convertirá en el centro del ciberespacio”, predice Fang Xingdong, un pionero tecnológico que hace una década introdujo los blogs en China y que ahora dirige ChinaLabs, un centro de estudios sobre tecnología.
El presidente Barack Obama y otros líderes estadounidenses han pedido a Xi que elimine los controles, que según los funcionarios no buscan defender la seguridad nacional sino promover a las empresas chinas y restringir las libertades de sus ciudadanos.
La Internet Association, un grupo comercial con sede en Washington que incluye entre sus miembros a Google, Facebook y Yahoo Inc., dice que el gobierno de EE.UU. debería abogar por las empresas tecnológicas estadounidenses en China.
“Las compañías globales de Internet creadas en EE.UU. deben tener la oportunidad de competir en igualdad de condiciones en China”, dice Michael Beckerman, presidente de la asociación.
El esfuerzo de China podría ser contraproducente. Al imponer más restricciones al uso de Internet, Beijing alienaría a los usuarios y fomentaría su desconfianza en el gobierno. También podría frenar el desarrollo del país, haciendo que sea más difícil para empresarios, médicos y científicos acceder a la investigación y otras herramientas que hacen de Internet una fuerza poderosa para la innovación.
El enfoque de Beijing marca una intensificación de la actitud defensiva adoptada originalmente por el régimen cuando Internet comenzó a propagarse en China en la década de los 90. En esa entonces, China construyó sistemas para filtrar la entrada al país de contenidos de Internet.
Servicios populares en el extranjero como Facebook y Twitter fueron prohibidos. En 2010, Google retiró varios de sus servidores y otros servicios de China continental en protesta contra la censura. En los últimos años, muchas publicaciones extranjeras han sido bloqueadas. Los sitios web de The Wall Street Journal han sido totalmente bloqueados desde el año pasado.
Pero a medida que los chinos se vuelven más activos en línea, los censores han tenido que duplicar sus esfuerzos para mantener el ritmo de la censura.
En julio de 2011, el público chino utilizó las redes sociales para criticar la supuesta ineptitud oficial por el choque fatal de dos trenes bala. Esto alarmó a los líderes, que estaban acostumbrados a controlar la información en los medios estatales.
El uso masivo de los medios sociales durante la Primavera Árabe preocupó especialmente al gobierno chino, al igual que los informes de que espías cibernéticos estadounidenses e israelíes habían sido los responsables de frustrar las ambiciones nucleares de Irán al implantar un virus en Internet.
Fue en este contexto, a mediados de 2011, que el coronel Ye escribió que su país necesitaba hacer algo más que simplemente bloquear lo que no le gustaba.
Desde entonces, Beijing ha aumentado su capacidad de piratería y guerra cibernética. El personal de uno de sus famosos centros de espionaje cibernético excede, según expertos de inteligencia de Occidente, las 100.000 personas, entre hackers, lingüistas y otros expertos. Investigadores estadounidenses creen que la reciente divulgación de millones de registros de empleados de la Oficina de Administración de Personal de EE.UU. fue obra de hackers chinos. Beijing ha negado toda responsabilidad.
En febrero de este año, el gobierno dio también a conocer nuevas reglas, según las cuales los usuarios de Internet deben registrarse con sus nombres reales y abstenerse de publicar información que atente contra intereses nacionales.
Lu, de la agencia china del ciberespacio, ha tratado de expandir el rol de su país en organismos reguladores de la red como la Corporación de Internet para Asignación de Nombres y Números (ICANN, por su sigla en inglés). En la Conferencia Mundial de Internet organizada el año pasado por su agencia, Lu sondeó el apoyo de otros países a la propuesta china de expandir la soberanía nacional a Internet con la distribución de un manifiesto. Ante la protesta de los delegados occidentales, la propuesta fue rechazada, pero sus puntos principales reaparecieron en el plan que fue presentado posteriormente ante la ONU. Lu no respondió a las preguntas enviadas para este artículo. / Por James T. Areddy, publicado por The Wall Street Journal. Jeff Elder en San Francisco y Yang Jie en Beijing contribuyeron a este artículo.--
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