Por José Luis Peñarredonda, publicado por BBC Capital.
Si trabajabas para Ford en 1914, es probable que la empresa contratara a un investigador privado para que te vigilara.
Él sabría si te detuviste a tomar un trago, o si te peleaste con tu pareja, o si hiciste algo que afectara tu desempeño al día siguiente. Y todo llegaría a oídos de tu jefe.
Imagen:"He's watching you" ©Todos los derechos reservados |
Tenías que ser un ciudadano modelo para pertenecer a la empresa.
Este operativo tipo 'Gran Hermano' estuvo a cargo del Departamento de Sociología de Ford, un equipo de inspectores que llegaba sin previo aviso a las casas de los empleados.
Tu hogar debía estar limpio, tus hijos asistiendo a la escuela, tu cuenta de ahorros en orden.
De lo contrario no solo perdías oportunidades de un ascenso, sino que tu empleo estaba en riesgo.
Pero la empresa también ofrecía múltiples apoyos, desde servicios médicos hasta cursos de limpieza.
El programa duró 8 años y era costoso. Muchos trabajadores rechazaban su paternalismo e intrusión.
Área en crecimiento
Hoy parecería algo intolerable para muchos, pues ¿qué tiene que ver tu trabajo con tu ropa sucia, tu cuenta bancaria o tus relaciones?
No obstante, la idea de que los empleadores intenten controlar la vida de los trabajadores fuera del horario laboral ha persistido, y las herramientas digitales lo han hecho más fácil que nunca.
¿Qué pueden (y no pueden) los empleadores hacer con estos datos? ¿Dónde deberíamos trazar una línea?
Todos estamos siendo calificados todos los días. Los costosos boletos de avión que compré recientemente ya aparecieron en mi puntaje de crédito.
El hecho de que he dejado de correr todas las mañanas ha sido notado por mi aplicación de entrenamiento físico.
Facebook sabe que me encanta la cerveza y pone anuncios en mi pantalla al respecto.
Hasta se ha adoptado un sistema de puntuación en el mundo corporativo. Las áreas de recursos humanos están procesando cada vez más volúmenes de datos para calificar a los empleados.
Hay cafeteras "inteligentes" que dan una bebida caliente con la identificación del trabajo, una oportunidad más para que tu jefe sepa cómo es tu comportamiento.
Algunos analistas creen que esta industria podría valer más de US$1.000 millones para 2022.
Un gran objetivo de la recopilación de datos es hacer "predicciones sobre cuánto tiempo permanecerá un empleado en el puesto, lo cual puede influir en la contratación, despido o retención de personal", dice Phoebe Moore, profesora de Economía Política y Tecnología en la Universidad de Leicester en Reino Unido.
La recopilación de datos está "cambiando las relaciones de empleo, la forma en que las personas trabajan y cuáles pueden ser las expectativas", dice Moore.
Sin embargo, este enfoque no considera aspectos no cuantificables del trabajo.
El dilema de los datos
Una persona sana, físicamente activa es mejor en el trabajo, ¿verdad?
La investigación sugiere constantemente que ser activo disminuye el ausentismo y aumenta la productividad. Esto ha engendrado una próspera industria de la salud y el bienestar con programas que valen miles de millones.
Los empleados valoran estas iniciativas de salud no solo porque sus jefes les den tiempo libre para participar, sino también porque hay recompensas si permiten que su ejercicio sea monitoreado en el móvil o las pulseras inteligentes.
La investigación sugiere que los programas de acondicionamiento físico funcionan mejor cuando se combinan con estímulo social, colaboración y competencia.
Las oficinas organizan clubes de corredores, clases semanales de gimnasia o competiciones.
Existen varias razones positivas para recopilar datos sobre los empleados, desde mejorar la gestión de riesgos hasta examinar si hay discriminación de género.
"Las empresas fundamentalmente no entienden cómo las personas interactúan y colaboran en el trabajo", dice Ben Waber, director de Humanyze, una empresa que analiza datos sobre sitios de trabajo.
Él dice que puede mostrarlos.
Dos fuentes
Para hacerlo, reúne datos de dos fuentes: los metadatos de las comunicaciones de los empleados, como su correo electrónico, teléfono o servicio de mensajería corporativa.
Eso no es leer el contenido de los mensajes, ni conoce las identidades de las personas, sino que analiza datos como la duración de llamadas, frecuencia y localización, y con eso sabe a qué departamento pertenece un empleado.
La segunda fuente viene de dispositivos como sensores infrarrojos Bluetooth que detectan cuántas personas trabajan en un área de una oficina y cómo se mueven.