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miércoles, 1 de noviembre de 2023

Señalan a Paraguay como uno de los países con mayor criminalidad organizada

En Agosto de 2021 el diario La Nación publicó un artículo que sumaba a las advertencia que se vienen haciendo desde hace años, se informaba que "las organizaciones criminales más poderosas de América latina se afincaron en Paraguay, que exporta cocaína en barcazas que atraviesan el territorio argentino sin controles durante la navegación; el operativo récord que encendió las alarmas".

Ayer la BBC sumó otro reporte sobre el preocupante tema en toda la Hidrovía Paraná - Paraguay

Por qué Paraguay se sumó a Colombia y México como uno de los países con mayor criminalidad organizada del mundo.

Por Cristina J. Orgaz para BBC News Mundo.

La última vez que se elaboró el Índice Global de Crimen Organizado en 2021, Paraguay no aparecía ni siquiera entre los 15 primeros del mundo. Pero con una puntuación de 6,70 ya mostraba indicios sólidos de que el país se ha convertido en un centro de criminalidad y de delincuencia organizada.

Este 2023, la nación ha saltado hasta el puesto número 4 de entre los 193 Estados miembros de la ONU incluidos en el estudio, uniéndose a Colombia y México en lo más alto de la tabla, que lidera Myanmar.

La puntuación de Paraguay es ahora de 7,52. Una calificación que se reparte en base a la media de distintas categorías.

BBC Mundo contactó sin éxito diversos estamentos públicos y ministerios de Paraguay, así como el Gabinete de la Presidencia de Santagio Peña, para analizar este resultado.

Para los expertos consultados, el ascenso del país en el ranking es reflejo de lo que lleva pasando años y tiene que ver más con una cuestión de visibilidad que de cambio en la realidad.

La operación contra el narcotráfico y lavado de dinero llamada "A Ultranza PY” -la más grande en su historia- llevada a cabo en 2019 lanzó una señal clara de que las cosas han cambiado en los últimos años en el país sudamericano.

viernes, 19 de octubre de 2018

No se mata la verdad matando periodistas

El caso de Jamal Khashoggi es una advertencia para el periodismo latinoamericano.
Por Silvio Waisbord, publicado por The New York Times.


WASHINGTON — La desaparición y probable asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi refleja la vulnerabilidad que vive hoy el periodismo. El caso confirma que ni siquiera los periodistas que residen en Occidente están a salvo de la fuerza bruta de la intolerancia de regímenes autoritarios o democracias débiles. La libertad de prensa está bajo ataque desde distintos frentes: bandas del crimen organizado, guerrillas, funcionarios estatales y empresarios. A quienes desprecian la labor del periodismo —investigar y denunciar los pliegues del poder— no parecen importarles las consecuencias de amenazar o asesinar.

En abril de 2018, un grupo de personas participaron en un
velorio colectivo por la muerte de periodistas ecuatorianos,
secuestrados y asesinados por guerrilleros en Colombia.
Foto de Reuters, vista en TNYTes
El periodismo es un oficio destinado a incomodar al poder. Su trabajo parte de desconfiar implícitamente de todos los actores de la sociedad, especialmente de los más poderosos. Por eso una prensa libre e independiente es tan necesaria en una democracia, pero también explica por qué puede ser tan molesta para algunos.

Khashoggi fue un periodista reconocido en Arabia Saudita, cercano a la familia real pero, después de que el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, lanzara una campaña para silenciar a disidentes, se autoexilió en Estados Unidos. Desde hace un año, Khashoggi comenzó a publicar artículos de opinión en el Washington Post en los que denunciaba la falta de libertad de expresión en su país. Un día antes de desaparecer en el consulado saudita en Estambul, entregó la que posiblemente es su última columna al diario, cuyo consejo editorial decidió publicar el 17 de octubre. En ella, advierte de los peligros de una sociedad desinformada por tener una sola versión de los hechos, la del Estado.

Diecisiete días después de que entró al consulado en Turquía, el 2 de octubre, no se sabe nada de su paradero y el gobierno saudita no ha dado explicaciones. Un oficial de alto rango de la inteligencia turca dijo que tienen un audio que revela lo que presuntamente pasó: los asesinos de Khashoggi lo estaban esperando. A poco tiempo de su llegada al consulado, lo interrogaron, lo torturaron —le cortaron los dedos de la mano—, lo degollaron y desmembraron.

El muy posible asesinato de Khashoggi puede ayudar a tomar conciencia sobre las crecientes dificultades y peligros que enfrenta el periodismo crítico en buena parte del mundo. Si este ataque le ocurre a un periodista conocido y consagrado que publicaba regularmente en un medio respetado internacionalmente, los periodistas que trabajan en publicaciones pequeñas y locales, en países con menor libertad de expresión, son aún más vulnerables.

Este caso no solo muestra el descaro con el que actúan los enemigos de la prensa y el auge de la violencia contra los periodistas; también revela algo desalentador: la enorme atención recibida en los últimos días a Khashoggi es la contracara del escaso interés que suscitan los secuestros y asesinatos cotidianos de periodistas en América Latina y otras partes del mundo. Una gran parte de los homicidios o actos intimidatorios a la prensa pasan desapercibidos para los gobiernos y la ciudadanía.

En el mundo, según datos de Reporteros sin Fronteras, más periodistas han sido asesinados en los primeros nueve meses de 2018 que en todo 2017. Estos casos fatales muestran el deterioro de las condiciones para el trabajo de la prensa a nivel global. Los ataques afectan desproporcionadamente a las periodistas. Según un estudio de International Women’s Media Foundation, dos de cada tres periodistas advirtió haber sido objeto de diferentes tipos de amenazas. A las formas tradicionales de intimidación, se suma la consolidación de nuevos mecanismos de acoso, hostigamiento y vulneración de la privacidad de periodistas en plataformas digitales.

lunes, 4 de noviembre de 2019

El caos social crece en la región

Comparto dos artículos que muestran claramente lo que está pasando. No pocos expertos han utilizado la definición de "guerra fría" para informar lo que se está desarrollando en la región. Son tiempos difíciles, y al parecer se va a repetir una parte fea de la historia. Es innegable que hay un ruido de fondo que podría estar anticipando la posibilidad del retorno de la violencia armada. Roguemos que no sea así.

Protestas, saqueos e incendios en Santiago de Chile. Foto de Henry Romero/Reuters

Guerra Fría regional: Protestas en Chile, Ecuador, Bolivia y Venezuela.
Por Claudio Fantini, publicado por Noticias - Editorial Perfil S.A..

El caos social crece en una región que avanza hacia la división en bloques enfrentados.

Entre protestas y represiones, una Guerra Fría regional va consolidándose en Latinoamérica. En poco tiempo, habrá dos bloques. Uno se aglutinará en la OEA y el otro en una resucitada Unasur.
Ambos lucubrarán teorías conspirativas para explicar las convulsiones que sacuden a los países de una y otra vereda. Esas teorías siempre intentarán abarcar la totalidad del suceso victimizándose y culpando al otro. Pero en algunos casos no serán necesariamente excluyentes, sino complementarias.

En Chile, la explicación ideologizada del estallido social que expresó Sebastián Piñera al decir que estaban “en guerra contra un enemigo poderoso” (que su esposa describió como “invasión alienígena”) y de la que se hicieron eco adherentes a la vereda agrupada en la OEA, señala como principal causa del caos desatado a una conspiración externa. Y la explicación ideologizada opuesta señala como única causa al carácter que consideran unidimensionalmente injusto del modelo económico chileno.

Si cualquiera de los adherentes a una y otra visión acepta la explicación (o parte de ella) del otro bloque, es considerado en el propio como un quintacolumnista o un idiota funcional al enemigo. Las adhesiones ideológicas consideran, además, como agente del otro bloque a los analistas, periodistas, intelectuales, artistas y demás observadores que tengan en cuenta la argumentación contraria.

En rigor, lo observado desde el inicio de las protestas y la violencia en Chile es que las dos explicaciones no son totalmente excluyentes. Hay una conspiración externa, pero no está en condiciones de generar protestas masivas. A esas protestas las causa el Talón de Aquiles que siempre tuvo el modelo económico chileno: la desigualdad y la creciente dificultad de las capas medias, medias bajas y bajas para acceder al nicho de bienestar al que consideran tener derecho. El modelo neoliberal chileno fue exitoso, pero también incubó contradicciones que, al agudizarse, insuflaron indignación en las franjas de la sociedad a las que se les dificulta cada vez más la cuota de bienestar que les corresponde.

Las protestas de Chile muestran problemas socio-económicos de ese país. Su modelo redujo la pobreza pero aumentó la desigualdad y luego fue corriendo la línea de acceso a las cuotas de bienestar que corresponden a los estratos medios.

El bienestar social incluye consumo de bienes y calidad de servicios como educación y salud. A las capas medias y medias bajas se les encarecerse el acceso al bienestar, mientras pierde dinamismo la movilidad social.

Un aumento mínimo de transporte actuó como gota que rebasó un vaso que ya estaba al borde por un fuerte incremento de la energía eléctrica que coronó una saga de subas anteriores, que encarecieron el acceso al bienestar.

Eso provocó la protesta. Pero en ella se vieron niveles inusitados de violencia que están más allá del desborde natural que puede producir una protesta masiva. El desborde natural llega hasta las barricadas ardientes, las piedras y los saqueos. Pero no llega al incendio de shoppings, edificios corporativos, hipermercados y estaciones de trenes. A esos incendios los produjeron manos profesionales, adiestradas y pertrechadas para actuar con semejante capacidad de destrucción.

Esas manos profesionales estarían agrupadas en células que esperan agazapadas que alguna gota derrame un vaso, para entrar en acción en el marco de las protestas masivas que se produzcan. O sea, la conspiración no puede generar las protestas, pero actúa para provocar violencia altamente destructiva, con el objetivo de desestabilizar.

Eso se vio en Chile. Y si quedan dudas, están las palabras de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello auto-incriminándose al hablar de “planes” que se “cumplen a la perfección” y de “brisas bolivarianas” que se convierten “en huracanes”.

Esas increíbles autoinculpaciones no figuran en ningún manual de intrigas y conspiraciones, sino que parecen responder exclusivamente a incontinencias y arrogancias con rango de estupidez.
Por esa y por otras razones visibles, es posible que detrás de las células que esperan agazapadas el estallido de protestas para actuar dentro de ellas con violencia profesional de alta destructividad, haya financiación desde las ricas arcas ilegales del régimen residual chavista. También es posible que sea el aparato de inteligencia cubano la neurona que diseña y planifica lo que las arcas clandestinas de Venezuela financian. Y que por detrás de Caracas y La Habana, esté Moscú, cuyo líder es un experto en impulsar desestabilizaciones, por derecha y por izquierda, en todos los rincones del planeta. 

No obstante, que exista esta entente y su actividad conspirativa no implica que no existan las injusticias que causan protestas masivas en países como Chile y Ecuador.
También hubo protestas y represión Bolivia, donde Evo Morales se victimizó hablando de “golpe de Estado” para justificar el Estado de Excepción que declaró. Pero los que sólo vieron protestas y represión en Chile y Ecuador nada dijeron al respecto, aun siendo tan visible que la indignación boliviana estalló por la maniobra fraudulenta que realizaba el gobierno para perpetuarse.

Desde la otra vereda, se ve el Evo autoritario que, desde el referéndum del 2016 que perdió y desoyó, da muestras de respetar la voluntad mayoritaria sólo cuando lo favorece. Y se tendría que ver también los logros económicos que tuvieron sus tres gestiones, gracias al eficaz pragmatismo de su ministro de Economía Luis Arce.

En rigor, en toda la región, y por diferentes injusticias, se producen caos y protestas. En Venezuela, se produjeron por el autoritarismo y la realidad calamitosa que impuso la casta militar imperante. El régimen las aplastó con criminales represiones que dejaron centenares de muertos, igual que en la Nicaragua del matrimonio Ortega-Murillo.

La diferencia con Ecuador y Chile, entre otras, es que Lenin Moreno y Sebastián Piñera dieron marcha atrás con las medidas que causaron las protestas. Piñera llegó incluso a pedir perdón. Esto no los redime de todo, pero marca una diferencia que no puede soslayarse. Falta que se concentren luego en corregir las desigualdades que generan los ajustes y los modelos de crecimiento con agudización de contradicciones. Pero los regímenes opuestos, incluido el cubano, a las protestas sólo las reprimen hasta aplastarlas, sin concesiones de ningún tipo sino todo lo contrario: profundizando el modelo. / Por Claudio Fantini, publicado por Noticias - Editorial Perfil S.A..--
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‘Un juego muy peligroso’: en Latinoamérica, los dirigentes asediados recurren a los militares.
Por Max Fisher, publicado por The New York Times (*), replicado por Infobae.

Regresa a Latinoamérica una escena antigua, pero lejos de estar olvidada: presidentes frente a las cámaras de televisión dirigiéndose al país en un momento de crisis, pero flanqueados por sus generales.

En Ecuador, los dirigentes militares estaban firmes detrás del presidente Lenín Moreno cuando este anunció un estado de emergencia. Unos cuantos días después, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, hizo lo mismo con una decena de oficiales de pie junto a él, vestidos con uniformes de camuflaje.

lunes, 22 de octubre de 2018

El pueblo versus la tecnología: Cómo internet está matando la democracia

Las tecnologías digitales están a punto de derrotar a la democracia y el orden social.
Publicado por Infobae.

Las plataformas de redes sociales, los datos masivos, la tecnología móvil y la inteligencia artificial, que dominan cada vez más la vida económica, política y social, amenazan el sistema de gobierno occidental. El experto Jamie Bartlett detalla cómo avanza ese peligro en "The People vs. Tech", su nuevo libro

Jamie Bartlett lleva diez años trabajando en la relación entre nuevas tecnologías y democracia. Cuando comenzó escribía "panfletos sobre cómo la tecnología digital instilaría nueva vida en nuestro sistema político fatigado más allá de la esperanza". Pero con el tiempo su optimismo se convirtió en realismo, y luego en nerviosismo. "Ahora está llegando a un pánico moderado", escribió en su nuevo libro, The People Vs Tech: How the Internet Is Killing Democracy (and How We Save It).

Visto en Infobae
El pueblo versus la tecnología: Cómo internet está matando la democracia (y cómo la salvamos) abre con una advertencia: "En los próximos años o bien la tecnología destruirá la democracia y el orden social tal como los conocemos, o la política impondrá su autoridad sobre el mundo digital. Se vuelve cada vez más claro que la tecnología está ganando esta batalla".

Bartlett, director del Centro para el Análisis de las Redes Sociales del think tank británico Demos en conjunto con la Universidad de Sussex, se refiere específicamente a las "tecnologías digitales asociadas con Silicon Valley: plataformas de redes sociales, datos masivos, tecnología móvil e inteligencia artificial, que dominan cada vez más a vida económica, política y social". Como experto en el área las valora: cree que tienden a expandir las capacidades humanas y hasta a crear más felicidad. "Pero eso no significa que sean buenas para la democracia".

En realidad, reconoce, son universos opuestos. A cambio de los beneficios de una revolución –que, además, está apenas en sus comienzos–, las democracias occidentales han permitido que se socavaran componentes centrales del sistema: control, soberanía parlamentaria, igualdad económica, sociedad civil, ciudadanía informada.

"En un nivel profundo, estos dos grandes sistemas —tecnología y democracia— están trabados en una lucha encarnizada. Son los productos de épocas completamente diferentes y funcionan según distintas reglas y principios. El engranaje de la democracia se construyó en la era de los estados nacionales, las jerarquías, la sumisión y las economías industrializadas. Las características fundamentales de la tecnología digital van en contra de este modelo: es no-geográfica, descentralizada, impulsada por datos, sujeta a los efectos de red y el crecimiento exponencial".

En pocas palabras: "la democracia no fue creada para esto". Apenas debajo de la devoción de Silicon Valley por la conectividad, las redes y las comunidades globales asoma el autoritarismo.

Pero no al estilo de la década de 1930: "Creo que la democracia va a fracasar de maneras nuevas e inesperadas. La distopía amenazante a temer es una democracia vacía dirigida por máquinas inteligentes y una nueva élite de tecnócratas 'progresistas' pero autoritarios. Y lo peor es que mucha gente la va a preferir, dado que probablemente les ofrezca más prosperidad y seguridad que lo que tenemos hoy".

Aunque concede a los empresarios de Silicon Valley una fe honesta en el poder emancipador de la tecnología digital, Bartlett la ve peligrosa. "La democracia es analógica, no digital", escribió.

jueves, 13 de abril de 2006

Un Congreso que no controla

Me parece muy buena la opinión del diario La Nación en su editorial de hoy. rescato un párrafo:

El Parlamento tiene un papel fundamental dentro del sistema republicano y representativo establecido por la Constitución. La sociedad y el ordenamiento institucional de nuestro país requieren de quienes ocupan bancas legislativas una cuota de responsabilidad para discutir en profundidad los grandes problemas que preocupan a los argentinos, incluso si éstos van en contra del humor de quien ejerce la primera magistratura del país. La independencia de criterio tendría que ser un rasgo sobresaliente del Congreso, más allá de los alineamientos políticos naturales en un sistema de partidos.(para el texto completo ingresa aquí)
Es así nomas, fijense como funciona la cosa en los países exitosos, de paso tomen nota de la calidad de vida de los ciudadanos de esos países.