viernes, 27 de octubre de 2017

No liberaron todos los archivos secretos de JFK

Liberaron archivos sobre John F. Kennedy, pero no los más sensibles.

EE.UU. desbloqueó 2.800 documentos sobre el asesinato del presidente. Pero a pedido de la CIA y el FBI, Trump aplazó la publicación de otros.
Por Paula Lugones, publicado por Clarín.

Las dudas y las teorías conspirativas que conmovieron a más de una generación no se disiparán: se concentran ahora en unos 300 documentos clasificados que Donald Trump decidió que sigan bajo siete llaves al autorizar la difusión de 2.800 de los 3.100 expedientes sobre el asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy, hace más de medio siglo.

Archivos JFK
Foto de la pantalla del website de la
Administración Nacionalde Archivos y Registros de Estado Unidos
©Todos los derechos reservados
El asesino, Lee Harvey Oswald, ¿actuó solo o fue parte de un plan orquestado por alguna agencia local o país extranjero? ¿Qué hizo pocos días antes del magnicidio en México? ¿Cuáles eran sus lazos con la Unión Soviética o Cuba, en plena Guerra Fría? ¿Qué sabía la CIA? Si bien los expertos no creen que los papeles revelen una “bomba”, Trump ha enfrentado presiones de las agencias de inteligencia para que no los revele en su totalidad y por eso ha reservado una parte “por cuestiones de seguridad nacional”, según advirtió la Casa Blanca.

Miles de expedientes oficiales que hasta ahora estuvieron clasificados y custodiados por los Archivos Nacionales de Estados Unidos se publicaron porque el presidente Trump no lo impidió hoy, el día que vencía el secreto, según el dictado de una ley de 1992. En un menaje en Twitter, el presidente parecía exultante el miércoles: “La esperada publicación de los archivos de JFK tendrá lugar mañana. ¡Qué interesante!”, dijo.

Sin embargo, mientras una alianza de historiadores exigía al presidente que revelara los secretos del magnicidio en Dallas, el 22 de noviembre de 1963, Trump sufrió estos últimos días presiones en contra de la publicación. Según varios reportes de prensa, agencias estadounidenses de inteligencia pidieron al presidente que mantuviera algunos archivos fuera de la vista del público por razones de seguridad nacional.

Quizás por eso Trump haya dudado hasta último momento y ofreció una advertencia en Twitter de que pretendía publicar los materiales “siempre y cuando se reciba más información”.

“Algunos registros de esta colección no se crearon hasta la década de 1990”, y la Casa Blanca quería garantizar que su publicación no causaría un “daño identificable” a la seguridad nacional, había asegurado la semana pasada una portavoz de la Casa Blanca, Lindsay Walters, a la revista Politico.

El especialista Phil Shenon, autor de “JFK. Caso Abierto”, explicó que “la CIA está especialmente preocupada por los documentos de los años sesenta que se refieren a programas que aún seguían activos en los noventa y que podrían exponer a las redes de espionaje”.

Junto a este temor, se oculta también un mecanismo de autodefensa ante la posibilidad de que emerja la incompetencia de las agencias de inteligencia.

​Bajo la ley de 1992, los archivos que fueron bloqueados por Trump no podrán ver la luz hasta dentro de 25 años, y quien ocupe entonces la Casa Blanca deberá decidir sobre su posible publicación. Sin embargo, fuentes oficiales dijeron que Trump podría tomarse 6 meses para analizar en detalle la conveniencia o no de revelarlos.

Al presidente le fascinan las historias conspirativas y ha sido protagonista de muchas: fue él quien especuló con que el ex presidente Barack Obama podía no haber nacido en EE.UU. sino en Kenia, y durante las primarias republicanas de 2016, Trump incluso llegó a sugerir que el padre de su rival Ted Cruz tuvo algo que ver precisamente con Oswald, el asesino de Kennedy. Y su actual desdén por las agencias de inteligencia es manifiesto.

“De todos los presidentes desde 1963, Trump es el que menos le importa si los documentos dañan a la CIA o el FBI, dos instituciones con las que está peleado en este momento”, dijo el historiador presidencial Michel Beschloss a The New York Times. Sin embargo, dada la aparente sensibilidad de los documentos, Trump cedió a las presiones.

Desde que Oswald disparó un balazo a la cabeza de Kennedy, que se desplazaba en una caravana de autos en la ciudad de Dallas, miles de teorías se sucedieron para intentar explicar las motivaciones del atacante. Más aún luego de que fuera asesinado dos días después de ser detenido, por Jack Ruby, dueño de un night club de la ciudad, frente a las cámaras de televisión.

La estadía de Oswald en México semanas antes del magnicidio encierra una de las grandes incógnitas. Marine desertor, casado con una rusa y que tras un fracasado exilio en la Unión Soviética pretendía abandonar Texas y regresar a Moscú, había viajado a México para intentar conseguir una visa para la URSS. Allí visitó la embajada cubana y la soviética, y tuvo contactos con agentes de la KGB.

Esto ha inspirado todo tipo de especulaciones porque los pasos de Oswald habían sido advertidos y seguidos por la CIA. Esos informes de la agencia nunca han salido a la luz y quizás sean parte de los que Trump no quiso desclasificar y queden 25 años más aún en secreto.

“Los informes mostrarán que la CIA y el FBI sabían mucho más de Oswald que lo que contaron a la Comisión Warren (que en 1964 investigó el magnicidio). La historia oficial lo dibuja como un lobo solitario cuya trama para matar a Kennedy nunca fue advertida.

Pero las agencias disponían de más datos de lo que dijeron. Si hubieran actuado conforme a su información, posiblemente Oswald habría sido frenado antes de la llegada de Kennedy a Dallas”, explica el experto Shenon.

Según dijo el juez federal John R Tunheim, que entre 1994 y 1998 encabezó un comité independiente que examinó y publicó la gran mayoría de los documentos oficiales del gobierno sobre el asesinato, entre los expedientes sensibles puede haber detalles sobre “los acuerdos” que EE.UU. tenía para compartir inteligencia con México poco antes del asesinato de Kennedy, cuando Oswald visitó las embajadas.

En 1998, “el Departamento de Estado y la CIA” convencieron al comité presidido por Tunheim de que no publicara “los detalles operativos de cómo compartían información con México” por temor a que eso “dañara” al gobierno mexicano, afirmó el juez. Ahora quizás las causas sean otras, pero las sombras siguen sobrevolando el asesinato que marcó el siglo XX. / Por Paula Lugones, publicado por Clarín.-


Visto en YouTube, vía Euronews

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, en un comunicado, ha informado que el Presidente Trump dio seis meses a sus agencias, hasta el 26 de abril de 2018, para que revisen las razones por las que han decidido mantener ocultos ciertos documentos y “minimicen los extractos censurados” para publicarlos cuanto antes.

Ha trascendido que la medida dejó a muchos investigadores e historiadores, del asesinato, desilusionados. El presidente Trump había prometido "total transparencia" sobre esta decisión que establecía por ley darlos a conocer ayer jueves.

Se ha informado que, en términos generales, la información que contienen los expedientes "concluyen" que Lee Harvey Oswald fue el asesino "solitario" de Kennedy, y que no hubo contubernio ni participación de los gobiernos comunistas de la Unión Soviética, Cuba, ni de la ultraderecha estadunidense.

"Los archivos recién publicados contienen menciones al programa que utilizó la CIA para escuchar las conversaciones en las embajadas de Cuba y la Unión Soviética en la capital mexicana, ambas visitadas por Oswald en septiembre y octubre de 1963" (La Vanguardia/EFE).

"Lo que los expertos esperaban encontrar en los documentos eran detalles sobre la naturaleza del acuerdo que la CIA alcanzó con el Gobierno mexicano para montar esa vigilancia, según dijo a Efe el juez federal John R. Tunheim, que encabezó el comité independiente que revisó todos los documentos del Gobierno entre 1994 y 1998" (La Vanguardia/EFE).

Tanto al Buró Federal de Investigaciones (FBI), como a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), les preocupaba que los archivos expusieran “la identidad de individuos” que fueron sus “informantes” y pueden seguir vivos hoy; y que dieran detalles sobre “actividades que se llevaron a cabo con el apoyo de organizaciones extranjeras aliadas”.

La Administración Nacional de Archivos y Registros de Estado Unidos ha puesto a disposición aproximadamente 2,800 registros, en su totalidad, para acceso público vía su website.

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