viernes, 6 de octubre de 2017

La nueva grabadora de datos de Airbus para sus A350

Será más sencillo rastrear las nuevas cajas negras en los accidentes de avión en el mar.
Por Zach Wichter, publicado por The New York Times.

Desde los albores de la era del jet, volar se ha vuelto bastante seguro. De hecho, en la actualidad es miles de veces más probable que mueras yendo en auto al aeropuerto que en un avión.

La nueva grabadora de datos de vuelo que Airbus planea instalar en los aviones A350,
previstos para 2019. Visto en  The New York Times
Sin embargo, a pesar de todos los avances en la materia, los expertos en seguridad aeronáutica llevan mucho tiempo estancados en lo que respecta a los accidentes aéreos en el mar. Puede ser complicado, si no es que imposible, recuperar las grabadoras que tienen las aeronaves —conocidas como “cajas negras”— si quedan hundidas a una gran profundidad, muy lejos de la superficie.

No obstante, gracias a la nueva generación de grabadoras anunciadas por Airbus este verano, las cuales se integrarán en los nuevos A350 a fines de 2019, será más sencillo recuperar esas cajas. En vez de hundirse junto con el avión, una grabadora saldrá expulsada y flotará hacia la superficie. Entonces, emitirá una señal que podrán captar los satélites, lo cual permitirá localizar su ubicación.

Este podría ser tan solo el primer paso para cambiar la forma de recuperar la información en un accidente aéreo. Algunos defensores de la industria sugieren que los aviones ya no lleven con ellos la información del vuelo, sino que transmitan en vivo a una central de almacenamiento en tierra.

Sin embargo, “nos tomará tiempo materializar ese futuro en toda la flotilla”, afirmó Charles Champion, vicepresidente ejecutivo de ingeniería de Airbus Commercial Aircraft. “El inconveniente es que no tenemos banda ancha en todas partes”, por lo tanto la transmisión en vivo todavía no es tan confiable como para que las cajas negras se vuelvan obsoletas.

Sin importar cómo se obtenga la información, los investigadores aseguran que es fundamental conocer las causas de los accidentes aéreos. “Si no resuelves qué provocó el accidente o no queda claro, la investigación se puede ensombrecer”, afirmó Peter Goelz, un exdirector general de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte. “En la actualidad, la manera en que puedes conocer el origen del problema es revisando la información”.

El rediseño de las grabadoras se debe en gran parte a dos de los más grandes desastres de la aviación en la actualidad. En ambos accidentes, quedaron en evidencia las limitaciones de las cajas negras actuales.

En 2009, el vuelo 447 de Air France se estrelló en el Atlántico mientras volaba la ruta de París a Río de Janeiro: murieron las 228 personas a bordo. Después de una búsqueda multinacional y multimillonaria que duró más de dos años, finalmente se recuperaron del lecho marino la información del vuelo y las grabadoras de voz de las cabinas de mando.

La información reveló que las causas del accidente en parte habían sido tubos “pitot” defectuosos (sensores que proporcionan información sobre la velocidad de vuelo a los pilotos). Los tubos se obstruyeron con hielo, lo cual provocó que llegara información imprecisa a la cabina. Confundidos por los datos que mostraban sus instrumentos, los pilotos causaron que la aeronave entrara en pérdida aerodinámica y eso ocasionó el accidente.

Después de todo ese esfuerzo de recuperación que consumió tanto tiempo y dinero, muchas personas de la industria de la aviación y autoridades reguladoras comenzaron a exigir que la información de los vuelos fuera más fácil de recuperar después de un accidente. Esta iniciativa ganó fuerza en 2014, a raíz de la desaparición del vuelo 370 de Malaysia Airlines. Con base en los datos del radar, los expertos creen que lo más probable es que el avión haya desviado su curso y terminara por estrellarse en el océano Índico mientras volaba de Kuala Lumpur, Malasia, a Pekín.

La mayoría de los restos, entre ellos las grabadoras de voz y de datos, nunca se recuperaron, así que la causa exacta de la desviación en la ruta no se ha determinado de manera oficial. Había 239 personas a bordo.

Cuando un avión cae al agua, las grabadoras envían una señal sónica durante casi 30 días. En teoría, la señal se puede descubrir con el equipo sonar apropiado, pero ese no es necesariamente el caso en aguas profundas, en especial si los investigadores no conocen de antemano la ubicación precisa de los restos.

La nueva generación de grabadoras de Airbus, desarrollada por L3 Technologies y la filial canadiense de Leonardo DRS, combinará funciones de voz y datos en un aparato. La aeronave llevará una versión fija y otra desplazable, cada una de las cuales almacenará 25 horas de voz en la cabina —casi más de dos horas de lo que se guarda en la actualidad— y de información sobre miles de parámetros de vuelo.

En caso de accidente, la grabadora se separará del avión, “ya sea por una deformación estructural en el fuselaje o porque la nave comience a sumergirse”, afirmó Champion de Airbus. “Después de unos pocos metros, se liberará y la caja saldrá a la superficie”.

Una vez que se separe del fuselaje, se activará un sistema de detección satelital: el primero en su tipo dentro de una aeronave civil. “Se encenderá la primera alerta tres segundos después de que se haya desplegado la señal”, afirmó Blake van den Heuvel, director de programas aéreos de DRS Technologies Canada. “Con la primera emisión, serán capaces de localizar el avión caído”.

A diferencia de los localizadores sónicos, la tecnología satelital proveerá de forma instantánea la ubicación exacta de la grabadora, y se actualizará regularmente mientras se balancee en el agua. DRS está diseñando el localizador satelital para que dure 150 horas: cerca de seis días. En respuesta a las regulaciones que entrarán en vigor en 2018, la señal tradicional de una grabadora fija dentro del avión se mejorará para transmitir durante 90 días.

Van den Heuvel afirmó que durante décadas su empresa ha suministrado grabadoras desplazables en aviones militares y que tenían un registro comprobado de recuperación.

“En el caso de las que no se han recuperado, creo que entenderán que son situaciones en las que hay colisiones de dos aeronaves tácticas a mitad del vuelo: dos aviones muy pero muy pequeños a una velocidad cercana a Mach 1. En esos casos, queda muy poco de las aeronaves”, explicó. “Cuando se ha tratado de un avión de pasajeros, hemos tenido un índice de recuperación del 100 por ciento”.

A pesar de que Boeing no ha realizado un anuncio similar sobre una manera de recuperar con mayor facilidad la información de sus aviones, la empresa hizo énfasis en que le daba mucho valor a la seguridad.

“La cultura de la seguridad en verdad ha progresado de forma colectiva con los años”, señaló Elizabeth A. Pasztor, vicepresidenta de prevención de accidentes, seguridad y cumplimiento en Boeing.

En la industria ahora se comparte mucha más información que antes, afirmó Pasztor. “Cuando se trata de la seguridad, realmente colaboramos como industria”, señaló. “No debemos competir en esa área”.

En el pasado, con menos tecnología y regulaciones, volar era una forma mucho más riesgosa de viajar. En documentos del archivo de The New York Times se puede atestiguar que no hace mucho era más común que los pilotos calcularan mal el terreno y se estrellaran en las montañas, o incluso chocaran con otros aviones a mitad del vuelo.

El último accidente fatal de una aerolínea en Estados Unidos ocurrió en 2013, cuando un avión de Asiana Airlines voló demasiado bajo mientras se acercaba a la pista en San Francisco y golpeó el borde del rompeolas. El video muestra cómo el avión hace piruetas de forma dramática a lo largo de la pista pero, a pesar de las imágenes, solo murieron tres personas: una de ellas sobrevivió al accidente pero la arrolló un vehículo de rescate que se apresuró a llegar a la escena. Los pasajeros que murieron no traían cinturón de seguridad y salieron disparados del avión.

En 2009, murieron 50 personas cuando un vuelo de la aerolínea regional Colgan Air que iba de Newark a Buffalo se detuvo mientras llegaba a la pista: básicamente se cayó del cielo. Ese accidente promovió una serie de nuevas regulaciones basadas en recomendaciones de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte respecto de la capacitación de la tripulación y las condiciones de trabajo.

Robert L. Sumwalt, el presidente de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte, enfatizó que el aumento de la seguridad en los vuelos era un esfuerzo compartido en toda la industria. Señaló que ha sido exitoso en gran medida, pero que siguen trabajando.

“La combinación de todos estos factores —los humanos, las máquinas, el ambiente, además de lo que están produciendo los fabricantes de aeronaves— hace que nuestro sistema de aviación sea mucho más seguro de lo que era hace unas décadas”, afirmó Sumwalt. / Por Zach Wichter, publicado por The New York Times.


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2 comentarios:

  1. “nos tomará tiempo materializar ese futuro en toda la flotilla”, cuando en realidad jorge lo que quiso decir el ejecutivo es "nos costará dinero"...

    fijate que en el artículo se menciona el episodio del air france 447 y el funcionamiento defectuoso de los tubos pitot, pero nada se dice sobre la demora en reemplazarlos en toda la flota, debido al costo que insumía...

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  2. Cuando el tema costos pesa más, es poco lo que se puede decir Hugo.

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